Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Dando la vuelta al mundo con una maleta del tamaño del neceser de la barbi. Por toda lectura, los folletos donde explica cómo escapar de un incendio. Los he visto en dieciséis idiomas. Adoro esos folletos. Ahí es nada: Aprenda cómo escapar.
Como si todo fuera tan sencillo como morder una toalla mojada a la manera de la princesa Fasnia, reptar entonces siguiendo las hipotéticas luces de emergencia, evitar primorosamente los ascensores y los accesos de pánico, reencontrarse con familiares lagrimeantes y con reporteras de la CNN laqueadas, sonrientes, perfectas como flores de cerezo etc. Aceptar la manta por encima de los hombros, no pedir bandurria, resistirse a cantar clavelitos.
La teoría el jetlag consiste en un desfase producido por. La práctica es que te vas a chupar la teletienda en japonés. Progresivamente, a medida que me adapto al nuevo ritmo, descubro que la televisión es lo normal, un alimento para cuadrúpedos, gente contando cuantas flores tiene un brócoli. Echo de menos al señor mal peinado que no paraba de decir “genial! genial!” refiriendose a los más variados electrodomésticos. Pelador de patatas, masajeador de pies, grabador de voz. No confundirse. No hay que grabar patatas, pelar pies etc. Sugoi! Sugoi!
Ojalá fuera tan sencillo como memorizar un mapa con las localizaciones de las salidas de incendios, y, aprovechando la oscuridad de las horas cortas de la noche, deslizarse invisible con una toalla apretada entre los dientes hacia la hipotética salida. Escaparse por la puerta del gato, una vez más.
No se puede escapar si no hay un incencio. Al final el incendio es el sol y me encuentro atrapado y pegajoso entre los miembros de mi especie, con una maleta pequeña y fofa, con la ropa mal planchada, con el café de hotel y el insomnio mal disimulado, con preguntas fofas y mal planchadas, etc.