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Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

Lotería del sueño

La lotería del sueño es una cosa sencilla de explicar. El primer paso es despertarse en mitad de la noche a una hora aleatoria. El organismo de cada cual actúa de niño de San Ildefonso en este caso.

Siendo consciente de estar despierto cual tea, cabe entonces la decisión de mirar el reloj o de no mirarlo. Si se opta por la alternativa botánicamente más sencilla de no mirar el reloj por aquello de no añadir información al caos que nos rodea etc, se descubre en seguida que pueden ocurrir dos cosas malas y una buena.

Las malas son, por este orden,

  1. Que suene el despertador inmediatamente descorazonando la promesa inconsciente que se había hecho uno a uno mismo y que incluía relomonolear inconsistententemente en el catre durante tres horas.
  2. Que la incertidumbre acerca de lo arriba escrito nos corroa durante horas y no nos atrevamos a mirar o no mirar el despertador, y que sudemos mirando un techo imaginario, y que inventemos historias sangrientas que incluyan las caras de los vecinos y del dueño del bar de abajo.

La cosa buena era que quizás realmente caigamos dormidos y de esta forma salgamos airosos de la prueba.

Por el contrario, si realmente miramos el reloj afrontando el destino cara a cara, puede ser que quedemos magnetizados temiendo ver que quedan siete seis cinco cuatro minutos para la hora de levantarse, o temiendo ver que son las tres de la mañana y a partir de entonces no podemos dejar de mirar el reloj cada minuto y medio para ver si nos hemos dormido ya (?) hasta que queden siete seis cinco cuatro. Un día más.

Purranki Sandongui | 24 de diciembre de 2004

Comentarios

  1. jm
    2004-12-24 16:36 AZNAR PRESIDENTE
  2. Naama Rodríguez
    2005-01-08 18:43 Otra posibilidad que suelo practicar: miras el reloj para darte cuenta de que quedan siete seis cinco cuatro minutos, entonces cambias la hora a la que pusiste el despertador para dormir cinco minutos más, y asi ya son doce once diez nueve minutos. Al cabo de no se sabe cuanto tiempo, cuando piensas que no es posible que aún no hayan pasaso los doce once diez nueve minutos, te das cuenta de que lo que cambiaste es la hora en vez de la alarma, con lo que ya no queda otro remedio que recorrerte toda la casa persiguiento uno por uno todos los relojes para contrastarlos con la hora de tu despertador.
    Y de paso, despiertas del todo y te das cuenta de que Aznar no fue presidente, por suerte.

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