Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Puestos a tener sueños violentos en los que matemos a muchísima gente es mucho más apropiado soñar que los matamos con nuestras propias manos o como mucho empleando los métodos rudimentarios que suelen emplear los cromañones que cometen los extrañamente llamados crímenes pasionales. Cuchillos y martillos, formones y machetes, se puede emplear casi cualquier cosa que salga en un episodio normal de bricomanía.
Me avisan por aquí que lo de bricomaná no son episodios, que son capítulos, y hay todavía otra voz dentro de mi cabeza que dice que son fascículos. Da lo mismo. Se trata de soñar, y como los sueños son nuestros podemos soñar lo que nos dé la gana. Es bastante frecuente, a pesar de esa aparente libertad el soñar que matamos al campeón mundial de Tetris, o que nos valemos de un palo largo y un manojo de espárragos trigueros para reducir a guano a algún cantautor ñoñazo.
No me acuerdo bien de qué iba el fascículo de hoy, pero no por eso voy a dejar de dar un consejo, que no será el más absurdo que os hayan dado porque, y eso lo tengo claro, no soy ni de lejos el más imbécil de las personas que os llevais a la boca cada día. Aunque me guste parecerlo.
Ah, el consejo. El consejo es que no pasa nada por matar mucha gente durante el sueño, que no es de gente anormal ni maleducada, que lo feo es matarla mientras estás despierto, porque a priori todo el mundo merece vivir y a los del tribunal no les sacarás de ahí, que son muy siesos ellos.
2007-10-19 10:43
No sé, Purranki. Yo ya había pensado que los que soñaban —soñábamos— con matar a miles o a uno, en ese minuto y medio del que hablabas en las Tropeliyas soñarreriles —me ha costao, me ha costao— lo podían llevar a cabo en la realidad, siesa o no siesa. Voy a pensarlo bien.
Y bien rápido, que mi marido ya lleva dos veces soñando con que alguien me mata (nunca ve quién).