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Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

Yo albedro tú albedras él albedra

Con los sueños y con los deseos más íntimos pasa como con todo lo demás que hacemos o decimos: siempre decimos y pretendemos hacer lo que otros esperan de nosotros. Sin excepción. Nos gustan los discos que le gustan a todo el mundo, o las películas que le gustan a todo el mundo. O al menos tenemos profundamente asumido que nos tiene que gustar la música o las películas.

Si uno mira los SMS que se mandan a las televisiones locales de madrugada, esos que salen chicas buscando pareja y chicos buscando cualquier cosa, casi todo el mundo se describe a sí mismo diciendo en el mejor de los casos que le gusta pasear, la playa, el cine y la naturaleza. Es inconcebible que alguien odie el cine o pasear o la naturaleza. Formar parte de una cultura supone transigir con unos cuantos absurdos como esnifar rapé o adornar su virilidad con un calabacín.

Nuestros deseos tienden a estar en armonía con lo que se espera de nosotros. Seguramente al pequeño Hans le darían miedo los quads. A mí ciertamente me dan miedo. Y seguramente ya no está tan de moda querer tirarse a la madre o matar al padre de Freud. Hay otros sex symbol que pueden poblar nuestros sueños eróticos. Para eso está el cine y las fotonovelas. Para que elijamos entre una amplia oferta y unifiquemos nuestros deseos individuales dentro de la colectividad.

Si alguien anunciase a título individual y en un SMS que le encanta adornar su virilidad con un calabacín y esnifar rapé y que le encanta comer líquenes y odia a muerte a las vicuchas seguramente no triunfaría mucho. Aunque el éxito, en todo, es relativo.

El único problema para tener éxito social es estar suficientemente enterados de lo que otros esperan para poder hacerlo con la mayor diligencia. En verdad sólo hay un goce mayor que el de responder ciegamente a todos los impulsos que nos gobiernan sin que podamos hacer verdaderamente nada por evitarlo: el placer de persuadirse de que lo hacemos gozando de libre albedrío.

Purranki

Purranki Sandongui | 13 de abril de 2007

Comentarios

  1. María Lucrecia de Encarnación Méndez Ayala
    2007-04-14 23:56

    Esnifar rapé es una costumbre de lo más normal. Lo del calabacín ya no sé, pero suena lógico.
    Algo verdaderamente inefectivo (por llamarlo de alguna manera) sería enviar un SMS diciéndo: -me dedico a descubrir sistemas políticos y económicos infalibles aplicables a cualquier planeta, pero ajustados, en especial a Venus. O, -me han regalado un masajeador de pies chino al que no le doy uso.

    El libre albedrío de estas épocas es made in Corea. El comando es endeble, se le salen los botonitos, los integrados se mancuernan y en general, cuando querés poner la señal 7, te aparece una emisión de un evangelista que vende agua santa en frasquitos. Agua que saca de una pileta de lona.
    Además es brasileño. Como si todo esto fuera poco.

    Lo que quiero decir es que hay que buscar alternativas diferentes porque ell éxito social es, o de segundamano o de descarte.

  2. Bart
    2007-04-16 13:30

    De los SMS televisivos cabe destacar los malamente disimulados: Joven fogoso y dotado de una polla enorme busca rubia calentorra con grandes tetas. Para amor y lo que surja.

  3. Ana Lorenzo
    2007-04-18 00:10

    El libre albedrío debe de andar requetemal en la red, Purranki, en la rae.es no pueden conjugar albedriar, yo creo que simplemente no pueden albedriar o no albedramo; vamos, que yo no albedro, tú no albedras, él no albedra… Y a mí me encantó lo de enviar un mensaje proclamando mi odio a las vicuchas, así que pensé, voy y me entero de qué odio tanto; pues no sé qué es, no sé que son las vicuchas.
    ¿Dónde se me quedó mi libre albedrío? No recuerdo bien si lo traje para leer este artículo.


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