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Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

De muy mal rollo

Igual que uno no puede decidir qué tipo de lunes le espera, uno no puede decidir, a decir verdad, ninguna otra cosa. Sería completamente inútil a la humanidad la eliminación del lunes, porque seguramente sería sustituido por un día igual de malo, con los mismos efectos adversos para la salud.

Una de las razones por las que los lunes son tan terribles y deprimentes es porque dividimos nuestro tiempo de ocio en dos actividades igualmente nocivas para el ciclo circadiano: remolonear y pendonear.

El remoloneo, (o relomoneo, como también es correcto decir) consiste en constatar de forma insistente y repetida “lo bien que se está en la cama”. Esto es un hecho notable, porque durante el sueño somos incapaces de percibir las ventajas de nuestro acomodo, sino tan sólo sus deficiencias. Y durante la vigilia que precede al sueño tampoco podemos glosar con adecuado ahinco la excelencia de nuestro tálamo debido a que falta el factor fundamental del relomoneo: “que la cama este calentita”.

Frecuentemente la imposibilidad de relomonear adecuadamente durante la semana, a causa de las prisas y tal, se traduce en un remoloneo excesivo durante los fines de semana. Al no haber obligaciones, la gente se resiste a vivir si no la obligan, dejando en muy mal lugar a la vida en cuanto a tal: la gente decide quedarse en la propia cama llegando al extremo de realizar en ella todas sus necesidades y algunas que eran de otros, y aún así aguantar a pie firme hasta el lunes cuando dejan la cochiquera.

Lo otro, lo del pendoneo, es mucho más normal y socialmente aceptado. No hay ningún tipo de transgresión en salir a hacer un poco el hortera el sábado por la noche, ni en lo de quedarse hasta altas horas de la madrugada consumiendo drogas y bailando “ritmos enloquecidos”. Este tipo de cosas son como las cosas exclusivas que anuncian por televisión: si está anunciado por televisión es que no será tan exclusivo.

La combinación de levantarse tarde y con dronga en el cuerpo y luego acostarse otra vez a la hora que ponen la película de Errol Flynn lleva inevitablemente a que tengamos el mismo jet lag que podría tener un recién llegado de Corea del Norte, y que aparezcamos el lunes por la mañana con la misma descomposición corporal, con la misma añoranza por nuestros verdes campos de arroz o lo que quiera que hagan por ahí.

Purranki

Purranki Sandongui | 16 de febrero de 2007

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