TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Creo con vehemencia en una poesía corporal, física, una poesía que huela como el cuerpo que la exuda, que participe de la composición de sus neuronas, que crezca con la memoria del poeta, que se derrame como sus fluidos, que sea no confesión pero excreción o rastrojos. Por eso no creo en las artes poéticas preceptivas, en las corrientes a las que uno se lanza o en las riadas que te arrastran, sino que confío en aquellos cursos que uno crea, aunque sólo sean hilillos apenas perceptibles entre los amplios caudales.
No tiene sentido cuestionar las causas y razones de la marea de la poesía social que inundó las letras castellanas en la década de los años cincuenta, pero sí el señalar sus consecuencias. Conversando, Antonio Gamoneda me decía que para la lucha están los periódicos, los ensayos, ahora la televisión… pero la poesía es otra cosa; entonces se confundieron la inmensa mayoría de poetas, y fueron pocos los poemas que hoy podemos leer y estimar como tales. Poetas inmensos cayeron en bobadas impensables y otros (pienso en Neruda como paradigma) partieron su obra en dos mitades (ahí tienen el Canto General, genial o patético según la página por la que se abra). Algo arregló la ironía en el simplismo (Ángel González, Gil de Biedma, Costafreda… compárese frente al humor, ese modo en que en Latinoamérica muchos —verbi gracia Roque Dalton— optaron por no tomarse en serio a sí mismos), pero el realismo mal entendido y plano de la poesía social barrió con tanta fuerza que llega hasta aquí y ahora. Es cierto, viajó subterráneamente durante un par de décadas para evitar chocar en la superficie con esos novísimos que se pasaron por reacción, pero emergió crecida y amparada en los nuevos aires de libertad postfranquista. Entonces la poesía social se disfrazó de experiencia y se elevó sobre los preceptos de la sencillez y prosaísmo que sostenía a aquella, y copó editoriales, premios y telediarios (recomiendo el artículo de Ximo Ferrando Recuperemos la experiencia de la poesía. Pero hay otra herencia de aquella visión social de la poesía, mucho más sencilla, humilde, discreta, pero mucho más poderosa y potente, mucho más poética: una poesía en resistencia, que utilizando todas las armas del lenguaje sensible sin renunciar a ninguna, enfrente el mundo desde una postura política —de polis—, interpretativa, creativa, al margen y alejada de silencios oficiales, siempre más cerca de la ortopedia o el mutilado que de la servidumbre y la cosmética, siempre más cercano al alarido que al gemido mudo y complaciente de los entregados a la hipnósis.
2006-11-16 13:36
Podríamos decir, entonces, que algunas armas que en el pasado se cargaron de futuro, en el presente quedaron descargadas de pasado, ¿no?
Me agrada ese número (I) al lado del título, promete una serie: avanti.
2006-11-17 22:43
Yo diría más bien que eran armas que tenía ya desde el principio la pólvora mojada.
Y será miniserie, mini, que con otra entrega ya se acaba.
Saludos.
2006-11-19 20:51
Hay algunos riesgos evidentes en seguir ciegamente las preceptivas y abundantes peligros en creer que se pueden eludir. Ninguno viajamos sólo, y el poeta menos que los demás. Ni la compañía, ni la tradición, ni la relación con otros son eludibles. La idea del poeta solitario, sin relación con nada ni nadie, que exuda poemas es impracticable. Nadie escribe desde fuera de una tradición, ni en el vacío, ni en la ausencia de contacto con otros escritores y ciertas reglas. Para empezar, porque “poesía” es el nombre de un género literario que tiene su historia y sus convenciones. Para finalizar, porque Taracido no hace más que reproducir (hiperbólicamente, si acaso), con absoluta fidelidad, el ideario romántico sobre el poeta y la poesía. Marcos Taracido cree no seguir unos preceptos, pero lo hace.
En cualquier caso, ya dijo Machado aquello:
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.
Un saludo,
Pedro.
2006-11-19 21:26
Gracias, Pedro, por tu lectura y tu comentario; pero creo que no me has entendido, o no me he explicado bien.
Lo único que sostengo en el primer párrafo es que cualquier expresión poética tiene que ser individual, tiene que responder a la propia configuración, tiene que “salir” de dentro de uno; fíjate que utilizo, quizás torpemente, la metáfora de la corriente: que arrastra o a la que uno se suma sin más.
La prueba de que no niego lo positivo de las corrientes literarias es el hecho de que después de mostrar mi falta de interés por los resultados de una de ellas (la poesía social de los 50), hablo positivamente de otra, la poesía de la resistencia.
Es claro y obvio que todo el que escriba usa y utiliza y se empapa de todo lo anterior y lo cohetáneo, pero de ahí a reproducir sin personalidad los preceptos de una u otra moda poética hay un abismo.
Saludos.
2006-11-28 16:41
De acuerdo con tu última intervención, Marcos. Si lo que se expresa en un poema no sale de uno (esto es, no lo cree y lo vive íntimamente) el poema es un simple ejercicio verbal más o menos ingenioso (que está bien y es divertido u ocrrente y tal) o, peor, una mera repetición de consignas. Habría que exigirnos que no escribamos poemas “sobre” sino “desde” o “con” , o si no mejor callarnos.