TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
«En un mundo en que el conocimiento factual existente se crea, se distribuye y se puede acceder a él de forma rápida, la necesidad de que las personas lo memoricen es cada vez menor. En su lugar, necesitan los instrumentos apropiados para seleccionar, procesar y aplicar el conocimiento requerido con el fin de hacer frente a los modelos cambiantes de empleo, ocio y familia. Esto explica la tendencia creciente en la enseñanza por desarrollar competencias en vez de enseñar conocimientos de hechos.» [Red Europea de Información en Educación, Eurydice, 2002:12]
Podría, quizás sin demasiadas reticencias, estarse de acuerdo con esta cita, siempre que una razonable moderación la situase entre la lista de los Reyes Godos y el actual intento de erradicación de los contenidos: esa es la tendencia de pedagogos y administraciones, que nos repiten una y otra vez que ya no estamos para transmitir conocimientos. Sabiendo, pues, el espíritu que sustenta el fragmento y, sobre todo, cómo se utiliza, no queda sino destrozar su jerga tan pomposa como vacua.
¿Qué es el «conocimiento factual existente»? Pues una mezcla de redundancia pleonástica (¿conocimiento de hecho? ¿cuál es el que no es de hecho?) y jitanjáfora, sobre todo al sumar al sintagma “se crea”: o existe ya o no, y si existe no se puede crear. En fin, un absurdo, pero nada más. El problema viene cuando se postula la sustitución de la memoria por los instrumentos para hacer frente «a los modelos cambiantes de empleo, ocio y familia». Esto conlleva, en primer lugar, dar por hecho que sólo en el momento actual cambian las cosas, y no lo hicieron en todas las épocas a lo largo de la historia: dinamismo, siempre y en cada momento, devenir, y ante eso la educación puede y debe adaptar sus métodos, aprovechándose de esos cambios, mejoras y avances, pero no su fondo. En segundo lugar, supone asignarle a la educación básica unas tareas que no le corresponden o que, al menos, no deberían ser la base de su estructura: el empleo es labor de los estudios superiores o ciclos formativos el ocio es asunto privado o familiar, y la familia es, permítaseme la tautología, la familia.
El resto, la frase final, es otra de esas invenciones pedagógicas de términos o traslaciones de significados que justifiquen libros, sueldos y años de estudio: las competencias siempre existieron y en nada están reñidas con los conocimientos, sino al contrario: uno adquiere competencias porque adquiere conocimientos: un leñador es competente cortando árboles porque conoce el hacha y conoce la madera y conoce los efectos de la interacción de ambos elementos; un médico es competente si, entre otras cosas, tiene profundos conocimientos del cuerpo humano. La Educación básica no tiene que generar médicos ni leñadores, sino personas capacitadas para ser una y otra cosa, personas cuyo cerebro haya adquirido estructuras de conocimiento que le permitan afrontar la sociedad: el aprendizaje de un empleo, la adquisición de conocimientos superiores y la entrada en la vida social y personal de los adultos. Y para eso son imprescindibles los conocimientos, contenidos que sustenten una estructura intelectual suficientemente sólida como para soportar la formación posterior. Sí, usted, yo y los autores de la cita desarrollamos competencias cuando estudiamos el antiguo Bachillerato de 6 años o la EGB y el BUP; si ellos no se acuerdan no será porque no hayan ejercitado la memoria, parte esencial, por cierto, de la inteligencia.
[Sobre esto y otras cosas escribe Ricardo Moreno Castillo en De la buena y la mala educación (los libros del lince, 2008), libro que rebate punto por punto las teorías de los nuevos pedagogos, argumentando sencilla y claramente, y en el que el sentido común deja en evidencia el artificio y la lejanía de la realidad de estos nuevo teóricos de la educación. Aquí al lado puede leer el capítulo Educación, autoridad y diálogo]
[Por cierto, la cita inicial pertenece al libro Competencia en comunicación lingüística (Alianza Editorial), de Pilar Pérez Esteve y Felipe Zayas Hernando, tan bien intencionado como lleno de obviedades y, en muchas ocasiones, dándole otros nombres a métodos que se vienen haciendo desde siempre.]
2009-01-29 10:13
Hoy en día es inútil aprender las cosas de memoria. ¿De qué me sirve saber que volar se escribe con ‘v’? Ahora mismo, como he tenido que usarlo, lo he mirado en rae.es.
2009-01-29 11:00
Creo que se ridiculiza una situación llevándola al extremo, sin permitir grados. A menudo las discusiones se plantean en términos de conmigo-o-contra-mí, y no creo que sea así. Cuando se habla de renovar la enseñanza (al menos en mí caso) no es destruyendo todo lo que hay, sino abriéndose más a nuevos retos. El alumnado debe aprender a seguir una charla en silencio, y comprender su contenido incluso disfrutando (es una competencia exigible a una persona culta como la que queremos), pero igualmente, debe aprender a dar él mismo la charla y además a buscar la información, estructurarla, etc. La clase magistral y de gran grupo no debe desaparecer, pero no parece oportuno que sea la única forma de transmisión del conocimiento, ni la que prevalezca. La memoria es una habilidad fundamental para cualquier enseñanza, pero debería compartir el tiempo con la crítica o la creatividad, por poner algunos ejemplos.
Efectivamente, nada es nuevo, pero sí es nuevo el grado, porque podemos comprobar que la mayoría del alumnado recibe todavía hoy una enseñanza poco variada, muy centrada en conceptos como se demuestra por el hecho de que sin educación explícita no sabe la mayoría navegar por internet para manejar información. Cuando se hace una enseñanza de situaciones variadas, se observa rápidamente que algunos de los alumnos y alumnas de magníficos resultados académicos en pruebas conceptuales, evidencian lagunas en el manejo de destrezas elementales como redacción, creación, crítica; y al revés: alumnado de pésimos resultados conceptuales aflora como muy capaz.
2009-01-29 18:27
Sergio, es sencillo: te pasó con la “v” y acudiste al RAE; yo también lo hago; pero ambos lo hacemos puntualmente, porque nos entra la duda… ¿imaginas la cantidad de tiempo que perderías si te pasase eso con cada palabra mínimamente complicada?
Miguel, creo que coincidimos en casi todo; comencé el artículo diciendo precisamente que el problema era la falta de moderación, la renuncia a buscar el medio: por desgracia los que están decidiendo la forma de educar están radicalizando esas propuestas y proponiendo la desaparición de la memoria y de los conocimientos. En cuanto a tu último párrafo, por un lado, me temo que la segunda parte de tu argumenentación no es del todo cierta: los alumnos de pésimos resultados conceptuales es muy complicado que redacten, creen y critiquen bien porque carecen de las herramientas para ello.
Saludos
2009-01-29 23:04
Además que manía de considerarnos sólo desde un punto de vista laboral, la memoria es una capacidad humana tan buena como cualquier otra y renunciara a ella es estúpido, como renunciar a andar porque existen los coches.
2009-01-30 00:06
En absoluto hablo por hablar. Hablo de mi experiencia de muchos años. Podría citarte decenas de casos con nombres y apellidos que certifican que lo que digo es completa y rigurosamente cierto. Naturalmente, dije “algunos”. Y me reafirmo de nuevo recordando “algunos” de los alumnos que tengo este mismo año o recientes: nunca han aprobado una evaluación o llegan sólo a niveles muy bajos, pero han escrito la mejor novela del curso, han hecho las mejores recitaciones o redactado los mejores resúmenes para el blog o demostraron el mayor dominio de la narración oral.
2009-01-30 19:48
Creo que en los currículos de las diferentes asignaturas están los distintos contenidos que se deben de enseñar en clase: conceptos, procedimientos, actitudes. A partir de la última ley tenemos, también, las “competencias básicas” que entiendo será lo fundamental.
Sabiendo que debemos de adaptar los mismos a los “Intereses y motivaciones” de los alumnos y al “contexto sociocultural” del entorno sólo nos hacen falta los “criterios de evaluación” y los “contenidos mínimos” para saber el nivel a exigir a los alumnos.
2009-02-01 23:34
Marcos, juraria que Sergio pretendia ser irónico, corrígeme si me equivoco.