TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
He disfrutado la lectura de Once poetas críticos (coordinado por Enrique Falcón y publicado por Ediciones Baile del Sol en este 2007), y lo he hecho desde dos vertientes no siempre coincidentes: por un lado, sentí cercano el contenido, aprecié los temas, asentí a su dibujo del mundo y su percepción sangrante y agreste de la realidad; por otro, sentí con varios de los once poetas, estuve en sus manos mientras escribían, hervía en sus ojos cuando a ellos les hervían, me pasmaba con su pasmo y me erizaba cuando sus voces temblaban.
«Nuestras escrituras no carecen de memoria: ni la literatura es una estructura inocente ni en la actualidad existe posibilidad alguna de poner en marcha una práctica emancipatoria significativa si no es sobre la base de una simultánea transformación cultural. Tarea de transformación que exige, críticamente, por lo menos dos cosas: la primera, aprender a mirar de una forma nueva el espesor de un tiempo herido —el nuestro— con claves diferentes a las dominantes; la segunda, establecer a partir de esas nuevas claves un auténtico combate cultural, una confrontación de legitimaciones. Nuestras escrituras no carecen de memoria: sabemos que las transformaciones políticas del mundo se logran, retardan o fracasan, no a pulsos de literatura, sino en gran medida gracias al empeño de la acción social organizada.»
Enrique Falcón, Introducción a Once poetas críticos
Suscribo las palabras de Falcón, pero el problema es cómo llevarlas al papel. Los poemas de los Once poetas críticos tienen en común esa mirada a la llaga, pero difieren en cómo transmiten esa visión: unos, creo yo, se quedan en un lenguaje superficial que apenas supera un primer nivel de semiotización; entiéndaseme: es un lenguaje cuidado, selecto, pero unívoco y unidireccional: no estoy seguro de que sea poesía, o de que difiera sustancialmente de un artículo o un ensayo. Otros, sin embargo, crean en profundidad, inquieren, abren varios caminos que no terminan de cerrarse fácilmente.
«Entretanto se habla de un nuevo clasicismo y hasta de una poesía del intelecto. El intelecto no ha cantado jamás, no es su misión. Sirve, no obstante, a la poesía, señalándole el imperativo de su esencialidad. Porque tampoco hay poesía sin ideas, sin visiones de lo esencial. Pero las ideas del poeta no son categorías formales, cápsulas lógicas, sino directas intuiciones del ser que deviene, de su propio existir; son, pues, temporales, nunca elementos ácronos, puramente lógicos. El poeta profesa, más o menos conscientemente, una metafísica existencialista, en la cual el tiempo alcanza un valor absoluto. Inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza, impaciencia que el poeta canta, son signos del tiempo, y al par, revelaciones del ser en la conciencia humana.»
Antonio Machado, Prosas sueltas, 1932 #
Machado se refiere a la poesía pura, deshumanizada, que precedió a la Generación del 27, pero pienso que se puede aplicar esencialmente, invirtiendo los términos, a una poesía crítica que renuncie a una formalización vertical de los significados. Pienso más: sospecho que toda poesía, toda buena poesía es «comprometida», pues sólo desde el inconformismo, desde una lectura otra de la realidad, desde la irreverencia, se crea una obra luminosa y transformadora: transformadora en la diacronía o el devenir de una cultura, no en la sincronía de la sociedad en que se inscribe. Sospecho, por lo tanto, que toda buena poesía es crítica.
(El libro está introducido por Enrique Falcón, quién también cierra el volumen con el ensayo No doblar las rodillas, 1991-2006 (enlace a la versión inicial del texto, hasta el 2003) y con una invitación a trabajar en las aulas con Bomba, dinero y éter, una antología de viñetas y poemas que cuestionan las versiones oficiales que construyen el mundo. En medio, once poetas: Jorge Riechmann, Daniel Bellón, Isabel Pérez Montalbán, David González, Antonio Orihuela, Antonio Méndez Rubio, Enrique Falcón, Miguel Ángel García Argüez, David Franco Monthiel, David Eloy Rodríguez y José Mª Gómez Valero.)
2007-04-26 22:44
Gracias por traernos este libro y esa clara visión de la poesía, ilustrada con la poética de Machado.
¿Sabes que creo que se nota en Textos del cuervo que ya no carga con el peso que ahora lleva Teratología? O quizá sea sólo el del día de hoy, o una impresión mía.
Un saludo.
2007-04-27 16:50
Hola Marcos, gracias mil por tu reseña, que hemos enlazado desde el blog Once. Y, mira, resulta que tienes por ahí un imitador que no cita fuentes, no sé, nunca sabe uno que hacer en esos casos, si enfadarse (con toda razón) o hacerle gracia…
http://www.cadaminuto.com/once-poetas/
2007-04-27 16:52
Uy, corrijo, sí cita la fuente. Perdón…
2007-04-27 17:28
Normalmente hace gracia, daniel; aunque a veces pierde la gracia cuando la página que lo hace se las da de superchachi e hiperimportante. En fin, gracias a ti.
Y puede que sea cierto, Ana, lo que dices de que vuelque en Teratología ciertos modos o formas de las que TdC se vea liberado, pero también sucede que un tema similar ya lo traté anteriormente (I y 2) y no quería repetirme.
Saludos
2007-05-02 12:11
En lo que al texto se refiere, Marcos, perdona no haber entrado en él como corresponde (llevo unos días de curro y vida familiar un poco enloquecidos). La cita de Machado está muy bien traída. Para mí, una de las cosas más interesantes de “Once poetas…” es que creo que se comparte una actitud, pero no una estética, como bien indicas en tu reseña. Se comparte una actitud crítica, no conformista con la realidad que algunos tratan (mos), con qué exito otros deberán decirlo, de hacer llegar al propio lenguaje con el que afrontamos, entendemos y cantamos esa realidad. El cómo es, desde mi punto de vista, por fortuna, muy personal: no hay escuela… No hay “manual de instrucciones”.
2007-05-10 12:17
Una selección de poemas y poetas con riqueza y variedad en las formas, a los que convoca un mismo espíritu, un mismo empeño, una sincera afinidad voluntaria por la verdad del pobre, del apaleado, del engañado, del violado, del manipulado, del apresado, del excluido.
Es un libro antológico que incita a la relectura. Tiene poso, profundidad. También hay poeman que saltan como un lince sobre los ojos. Y hay otros que te dejan en el estupor o en la extrañeza.
Al venir las voces de muy diversas latitudes la memoria feraz que nos legan es un importante documento que ayuda a revisar lo vivido y lo intuido por otras fuentes de comunicación y expresión, desenmascarandose en muchos casos actritudes interesadas, acomodados discursos antagonistas con los poetas críticos y la sospecha de que no va todo tan bien como algunos influyentes medios nos quieren hacer ver. Estos poetas ahondan en lo que se ve y muy agudamemente intentan sumergirse en lo que apenas se entrevee: lo real.
Recorre esa nómina de audaces poetas complices desde Jorge Riechmann hasta Jose Mª Gómez voces de toda la geografia y de edades dispares. Ello tiene su aquel. Es un río, un caudal el que se mueve, que no se circunscribe a una “laridad” o a una “edad” sino al siempre vivo impetu de aunar justicia y belleza en lo poético asi como estilo de vida y compromiso social.
Y con todo, como lector de poesía, admiro la capacidad y los recursos de estos poetas, como Antonio Méndez, David Gonzalez o el propio Enrique Falcón que registran de manera muy personal su “presencia” en la república de las letras. Una presencia que apuesta por salir al encuentro del lector y compartir con él la inquietud, el gozo, la rabia, el afán que nos posibilitaria un mundo nuevo, a remodelar, a reconstruir entre todos los que ansian que las palabras sean sinceras, la poesía subversiva frente a los abusos del poder, la vida solidaria frente a una enloquecida sociedad de mercado.
Es un gustazo poder de vez en vez acudir a la cita de los poemas de David Franco, Isabel Perez, Antonio Orihuela, Miguel Angel García y resto de poetas críticos.
UN CORDIAL SALUDO
Viktor Gómez
Valencia