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Román Paladino por Miguel A. Román

Miguel A. Román pretende aquí, el vigésimo octavo día de cada mes, levantar capas de piel al idioma castellano para mostrarlo como semblante revelador de las grandezas y miserias de la sociedad a la que sirve. Pueden seguirse sus artículos en Román Paladino.

Coñazo (Palabrotas II)

Tenía un servidor de ustedes esta página mensual medio montada, segunda parte dedicada a una aproximación gramatical a las zafiedades del castellano, cuando un encumbrado personaje político va y dice en privado –o eso creía él- la palabra “coñazo”. “Coñazo”, repite, esta vez en público, una miembro del punto opuesto del semicírculo político para afearle su conducta. “Coñazo”, entona casi al unísono el corifeo periodístico para dar veraz información al ciudadano.

“Eso te lo preparas antes”, me contaba uno de los profesionales de la locución que, por deformación profesional, sienten horror a pronunciar estas cosas ante los micrófonos. “Te pones frente a un espejo y repites ‘coñazo, coñazo, coñazo’, hasta que no hay inflexión alguna ni atisbo de emoción en el rostro y al final dices ‘coñazo’ como quien dice ‘patata’”.

Al fin y al cabo, “coñazo” viene en el diccionario de la Academia, con el significado muy cualificado de “persona o cosa latosa, insoportable”1. Como también figuran en el mismo catálogo “putada”, “cabronada”, “cojonudo”, “descojonarse”, “escoñar”, “cachondeo” y otros muchos vocablos que, tras las etiquetas “vulgarismo”, “malsonante” o “coloquial”2, comparten una característica diferencial.

Y es que los términos antedichos no son en ningún caso interjecciones bramadas en un momento de obcecación ni obscenidades de referencia sexual implícita. Ni siquiera son muletillas emotivas o expletivas. Son palabras “normales”, adjetivos, sustantivos y verbos con significado propio y específico, desligados ya de su innoble etimología.

Así, “estar acojonado” refiere a una situación anímica con matices que no son necesariamente idénticos a “tener miedo” o “estar angustiado”. Como tampoco nos extraña que una fémina manifieste con naturalidad que “está acojonada”, mostrando sin género de dudas que la expresión se ha desmarcado claramente de la genitalidad del sujeto, estableciéndose como variante léxica independiente.

Constituyen, por tanto, una vuelta más de espiral del lenguaje procaz, alejándose de la fuerte emotividad y gratuidad lingüística que implica la palabrota en sí, atenuación de grado que les permite instalarse al menos en el entorno de la conversación privada en grado de confianza pero sin limitación por el nivel socioeducativo de los intervinientes.

La voz “cachondeo” es buen ejemplo de esta evolución desde el habla indecorosa a ser aceptada en lo cotidiano, pues si hace poco más de un siglo designaba inequívocamente la calentura sexual (del latín catulus, cachorro, por el celo de la perra), hoy aparece comúnmente como un “inocente” sinónimo de guasa y jolgorio y ya es extenso su uso para designar un estado de irresponsabilidad: esto es un cachondeo.

Pero no seamos inocentes. El lenguaje no mueve a la sociedad, sino al revés. Me debo reafirmar en que el idioma no es más que el reflejo del pensamiento hecho palabra, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Y a esta tolerancia a un lenguaje ligeramente irrespetuoso no es ajena la laxitud de las normas sociales del nuevo milenio ni la idiosincrasia de los hispanohablantes, con una cierta tendencia a la desmesura oral, que hemos concedido a esas expresiones una nueva posición semántica que nos permiten indicar un grado superlativo extremo que, tal parece, no fuera posible realizar en el lenguaje formal.

Ya hace años me contaban un chascarrillo que caricaturizaba a un gramático foráneo que estudiara el castellano sin mejor referencia que sus hablantes en la calle, y cuyas conclusiones serían las siguientes:
En el idioma español no existe el modo superlativo regular, sino que se construye con locuciones que expresan el grado máximo del calificativo:
- Bueno, muy bueno, de puta madre
- Rápido, muy rápido, cagando leches
- Valiente, muy valiente, con dos cojones
- Lejos, muy lejos, a tomar por culo

Pero, mofas aparte, de alguna forma me tengo que solidarizar con ese supuesto filólogo, ya que observo que el sufijo “-ísimo” (que heredamos del latín) viene cayendo en una cierta obsolescencia y parece propia de un lenguaje afectado e inverosímil, evitándose su reiteración. Ciertamente, hablar con profusión de “rapidísimo”, “valentísimo” o “lejísimos” queda incomodísimo, fastidiosísimo, insoportabilísimo, es decir, un coñazo.

1 Coñazo es aumentativo de coña, que, a mediados del siglo XX, se registra como cosa molesta además de burla o guasa. Al final quedó, por cosas del idioma, el aumentativo como única fórmula para indicar fastidio. En cualquier caso no es aumentativo de coño como erróneamente creen algunos.

2 La RAE abandona en su próxima edición del diccionario la etiqueta “vulgarismo”, sustituyéndola en la mayor parte de los casos por “coloquial”, en lo que supongo una aceptación implícita de que estos vocablos forman parte de un idioma todoterreno y que su uso depende más del protocolo aceptado entre los hablantes que del nivel cultural de éstos.

Miguel A. Román | 28 de octubre de 2008

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2008-10-28 21:47

    ¿O sea que todas las feministas cabreadas están en un profundo error?

  2. Miguel A. Román
    2008-10-28 23:14

    Me temo que en la controversia coñazo/cojonudo, sí. Aún más, es probable que “coña” ni siquiera provenga del vulgarismo común para la vulva, sino de “colla”, comparsa o murga carnavalesca de los paises catalanes.

    De todas formas, el varón estaría compensado en estas lides, pues si bien cojonudo tiene matices positivos, acojonar los tiene negativos.

    Descojonarse es algo supuestamente bueno, pero a costa de perder los atributos (¿?). Su homólogo femenino, escoñarse, es malsano.

    Todo esto, claro, por abundar en un anecdotario poco serio en su fondo. Creo que la mujeres tienen a su disposición argumentos mucho menos peregrinos para justificar sus legítimas aspiraciones.

  3. Francisco
    2008-10-30 23:46

    Estas ‘palabrotas’ son, en su mayoria, del hablar espanol, en latinoamerica casi no se usan; pero no es porque seamos mejor hablados que los peninsulares, no, se debe a que tenemos otras.

    En Mexico ‘estar cachondeando’ todavia nos significa estar manoseando y algo mas a una nena y viceversa. Pero “ cojonudo, descojonarse, esconar, conazo” no se usan normalmente; aunque personalmente creo que ‘conazo’ es muy descriptiva palabra que define cosas o corporaciones como la RAE, la cual es malisima, fastidiosisima, conazisima y sin calicatensia.

    Saludos.

  4. Miguel A. Román
    2008-10-31 12:42

    Cierto, cada país tiene sus palabrotas como tiene sus ritmos y bailes o sus comidas.

    En los mexicanos siempre me ha llamado la atención la profusión de chingares, chingadas y chingados. Octavio Paz, en El laberinto de la Soledad hace un exaltante análisis de este verbo y su profunda impronta mexicana:
    En México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos. Se puede ser un chingón, un Gran Chingón (en los negocios, en la política, en el crimen, con las mujeres), un chingaquedito (silencioso, disimulado, urdiendo tramas en la sombra, avanzando cauto para dar el mazazo), un chingoncito. Pero la pluralidad de significaciones no impide que la idea de agresión —en todos sus grados, desde el simple de incomodar, picar, zaherir, hasta el de violar, desgarrar y matar— se presente siempre como significado último. El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro. Y también, herir, rasgar, violar —cuerpos, almas, objetos—, destruir. Cuando algo se rompe, decimos: “se chingó”

    Y Carlos Fuentes, en La Muerte de Artemio Cruz lo enarbola y ondea hasta la saciedad:
    la chingada, hijos de la chingada, la chingada que envenena el amor, disuelve la amistad, aplasta la ternura, la chingada que divide, la chingada que separa, la chingada que destruye, la chingada que emponzoña: el coño erizado de serpientes y metal de la madre de piedra, la chingada: el eructo borracho del sacerdote en la pirámide, del señor en el trono, del jerarca en la catedral: humo, España y Anáhuac, humo, abonos de la chingada, excrementos de la chingada, mesetas de la chingada, sacrificios de la chingada, honores de la chingada, esclavitudes de la chingada, templos de la chingada, lenguas de la chingada: ¿a quién chingarás hoy, para existir?, ¿a quién mañana? ¿a quién chingarás: a quién usarás?: los hijos de la chingada son estos objetos, estos seres que tú convertirás en objetos de tu uso, tu placer, tu dominación, tu desprecio, tu victoria, tu vida: el hijo de la chingada es una cosa que tú usas: peor es nada

    Los españoles no chingamos sino que jodemos, que para el caso es lo mismo. Pero, aún así, no es nuestro taco predilecto, que por algo en algunos parajes de América nos llaman “coños”, a lo que rinde tributo este texto de Goytisolo:
    del Coño del Coño, sí, del Coño
    no lo creen ustedes?
    mírenlo bien
    del Coño
    emblema nacional del país de la coña
    de todos los coñones que se encoñan con el coñesco país de la coñifera coña donde todo se escoña y descoña y se va para siempre al sacroñísimo Coño
    del Coño
    ??símbolo de vuestra encoñante y encoñecedora coñadura coñisecular
    de la coñihonda y coñisabidilla coñeríade la archicóñica y coñijunta coñición coñipresente??
    del Coño, coño!

  5. Francisco
    2008-10-31 19:43

    “ Los espanoles no chingamos sino que jodemos”, dice Roman, usando impecablemente la segunda acepcion.

    Saludos.

  6. haplo
    2008-11-04 12:13

    Precisamente estaba yo pensando el otro día en el desuso del superlativo, pero más bien en favor del “súper”. Por lo menos entre la juventud de la zona donde yo vivo. Y la verdad es que no me gusta como suena, pro habrá que acostumbrarse.

  7. eris
    2011-11-09 19:17

    pues yo tenia entendido que coñazo procedia de CONATUs, esfuerzo, empeño, etimologia mas que plausible

  8. Miguel A. Román
    2011-11-09 21:46

    Podría ser, eris. Paternidades más extrañas se han visto en esto de las etimologías.

    Sin embargo, como dije, “coña” es bien conocido como broma pesada, documentado en la literatura desde principios del siglo XX, mientras que “coñazo”, de muy similar significado, aparece en la lengua posteriormente (la primera ocurrencia que he podido registrar es en el “Diccionario Cheli” de Umbral, 1983).

    Esto sería cosa insólita en un vocablo de ascendencia latina, pues es difícil que se hubiera mantenido oculto en el idioma durante siglos, así como que tampoco hubiera dado similares en otras lenguas romance y además no es usual esa mutación a “ñ”: lo normal es “nn”“ “gn” o “ni”: caña (canna), piña (pinna), empeño (in pignus), España (Hispania), etcétera.

    Sea como fuere, es improbable que venga de “coño”, lo que no obsta para que sea tenido por palabra gruesa y vulgar por analogía con esta.

  9. israel pozos
    2011-11-12 14:31

    Cada pais en materia de palabrotas tiene lo suyo, pero el campeon es USA que alberga migrantes de 180 paises y que cada uno ha llevado de sus origenes lo suyo con lo que se han escrito tratados de malidicencias, palabrotas y frases insultantes (El Apatrida), con la natural aportacion latina Mexicano/hispana que de tener 16 miilones de mexicanos residentes y 35 millones de latinos actualmente aunque los estan expulsando por groseros y por indocumentados.Estoy con Miguel A. Romàn es cierto lo que dice y yo solo recalco :en españa lo mas comun en las 17 autonomias se oye el COÑO, (hoy en las españas quedan 37 lenguas vivas 37) ,lo malo es el tono y el motivo, en mexico se hace en todos sus modos la conjugacion de un verbo inexistente Chingar (originalmente shingare andaluz-arabe) y se transforma maravillosamente en chingadera, chingoneria y mil lindezas que con el toque del “albur” nadie entiende frases mexicanas con la influencia de 25,000 mexicanismos procedentes de las 62 lenguas indigenas vigentes que hacen de :“VAMOS A CHINGARNOS UN PULQUITO” algo coloquial que solo entiende el que es de por aca, porque hay que añadir que en el castellano que se habla en Mèxico domina el diminutivo cariñoso en todo y obliga a los niños desde pequeños a hablar dos idiomas a base de : leche y lechita, pan y pancito, etc. Finalmente agregare : A las fèminas de españa y de todos lados que no se les olvide que hay de tres categorias :1.Damas, 2. Mujeres y 3.- Mujerzuelas : la diferncia la hace la forma de hablar y no por educacion sino por sentido comun y por decencia en la calidad del habla, la consecuencia es que alla y en todos lados por eso hay : Hijoeputas.Saludos


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