Miguel A. Román pretende aquí, el vigésimo octavo día de cada mes, levantar capas de piel al idioma castellano para mostrarlo como semblante revelador de las grandezas y miserias de la sociedad a la que sirve. Pueden seguirse sus artículos en Román Paladino.
Como viene siendo tradicional, permítanme emplear la columna de este día de los Santos Inocentes para traer a esta picota virtual algunos de los cotidianos desmanes que se le hacen al idioma, particularmente desde la prensa tecleada.
Y no es que crea yo que el periodismo sea la primera trinchera contra la corrección gramatical y ortográfica; pero, por un lado es fácil y rápido localizar desafueros (gracias, Google®) en estas fechas en las que entre compromisos familiares, laborales y ociosos me queda poco tiempo para rellenar el folio y pico acostumbrado como ustedes se merecen. En segundo lugar, la prensa digital es fuente ubérrima de deslices, dislates, atropellos y pedorretas a nuestro idioma (en buena parte porque ya hace mucho que no existe la figura humana del corrector) y esa abundancia facilita la ejemplificación. Y, en definitiva, porque considero que el periodista es un profesional, que cobra por su trabajo (poco y mal, pero eso es otra cuestión), y al que habría que exigirle la debida profesionalidad, recordándole que su oficio no solo consiste en encontrar la noticia, sino también en saber contarla, manejando con destreza esa herramienta de la comunicación humana que es la lengua escrita.
Y hoy vamos a tratar de tildes. Pero no de aquellas que se escamotean, que esas ya las tenemos por aquí más que trilladas, sino de las que sobran, de las que no van, de las sembradas a voleo tal vez por un acto reflejo o inconsciente, pero siempre trasluciendo un desconocimiento de la norma.
Y no hablo de lapsus o errores mecanográficos, y prueba de esto es que los casos anómalos se repiten insistentemente como siguiendo una inexistente norma disléxica. Habría que destacar, además, que reiteradamente aparecen estos desafueros en los mismos medios periodísticos y muy especialmente en las secciones de deportes y (¡oh, sorpresa!) cultura.
Comenzamos:
De nuevo nos encontramos con más monosílabos tónicos que no tienen que diferenciarse de ningún homógrafo átono. Y no es tan difícil: los monosílabos no se tildan, y la lista de excepciones diacríticas es tan breve que cabe en un pósit pegado al borde del monitor: tú, él, mí, sí, té, dé, sé y más.
Sí, ya sabemos que este, ese, aquel, sus femeninos y plurales quedan excluidos de tilde diacrítica según la última norma académica, y que aun así algunos la mantienen voluntaria o inconscientemente. Pero las formas neutras esto, eso y aquello, nunca portaron el rasgo distintivo, simplemente porque no existen como adjetivo y, por tanto, no hay razón para marcar diferencia alguna.
El adjetivo “continuo/continua” es palabra llana, puesto que las dos vocales finales forman diptongo y constituyen sílaba única. Precisamente por eso, cuando el diptongo se disocia en hiato, se marca con tilde la tónica, como en las formas del verbo “continuar”: “continúo” y “continúa”.
Ya se sabe que las paroxítonas o graves terminada en consonante llevan tilde, pero la norma exceptúa a la “n” y la “s”. Puede que se trate de un reflejo condicionado: la mayoría de palabras del castellano que terminan en “-n” son agudas. Pero “joven” es claramente llana; de hecho, los transgresores le colocan la tilde en la sílaba tónica, aunque sea contrario a la norma. Este tic compulsivo afecta, claro, a otras palabras llanas terminadas en “-en” o “-in”:
Y, como se trata de un acto irreflexivo, incluye también las terminadas en “-s”, especialmente cuando no es un plural:
Y, para finalizar por hoy, un clásico
En fin, que uno se pregunta si tanto problema, económico o técnico, supondría instalar un software corrector ortográfico en las redacciones digitales (hasta el más simple detecta estos casos) y evitarse este deslucimiento de su labor. Aunque no sé yo si habría que empezar por los centros donde se forman los profesionales del reporterismo.
Feliz año 2013 a mis lectores.
N.del A.: Los ejemplos citados han sido copiados literalmente de la publicación digital indicada en cada caso. Pueden existir diferencias respecto de la edición en papel, así como que podrían haber sido corregidas en la versión web con posterioridad a su captura.
COES, corrector GNU desarrollado por la UPM y U.Carlos III
Corrector ortográfico de notas, un sencillo editor de texto gratuito con corrector ortográfico (no incluye las normas ortográficas de la RAE 2010).
2012-12-29 17:03
Caro Miguel:
Es interesantísima tu nota. Al fin y al cabo vemos en la prensa todos los días esos errores que apuntas, que a veces dudamos si lo correcto es escribirlos de otra manera. Ni que hablar de las ocurrencias existentes en el buscador más famoso de la red mundial, siempre con la historia de que la voz del pueblo no es, definitivamente, la voz de dios.
Me atrevería a corregirte, porque has puesto una tilde de más, en el caso de la expresión ‘aun así’, en la cual el ‘aun’ es una conjunción y no un adverbio, por lo tanto no lleva tilde.
¡Ojo con los correctores ortográficos!
Saludos,
Isac Nunes
2012-12-29 17:18
Touché, que se dice en estos casos. Lo he corregido en el texto. Gracias por tu visita y por la atinada corrección.