Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.
Si me pusiera a contar las morbosas veces que me le quedo viendo a una persona observándole una cicatriz en su cuerpo o su rostro, oficialmente quedaría como una enferma.
Además en el colmo de la morbosidad, siempre pregunto cómo se la hicieron. Si puedo tocar, toco. (Sin mala intención) Debo decir que es una de mis filias. Tampoco crean que me lujureo toda con una cicatriz y pongo ojos en blanco.
Es increíble que nuestras pieles tengan la capacidad de contar una historia, y más aún, una que es fácil de comprender a primera vista. Las cicatrices más grandes y feas son la consecuencia de algo tremendo y doloroso, que marca para siempre a una persona. Las cicatrices menos ostentosas, son producto de esos pequeños accidentes. Los que nos laceran por distraídos o torpes: los vidrios rotos de la botella que llevaba el niño al que se le dijo: no corras. El cuchillo malo que nos rajó el dedo. La lumbre voraz o el agua hirviente sobre alguna parte de la piel. El bisturí al chile y la herida mal bordada que ejecutan en algunas instituciones de salud pública (habló de operaciones pequeñas o descalabradas).
Hace poco vi una fotografía muy hermosa del actor mexicano Roberto Sosa: aparecía él, de niño, cuando sufrió una herida en la cara, la que le ha dado esa cicatriz que tiene en el rostro.
El niño que se ve ahí posee una mirada que seguramente surgió a la par de la cicatriz. Los ojos miran algo extraviado dentro de la misma criatura, con una carita de herida fresca, recién curada. Al lado de la cabeza del niño, un paño empapado de sangre.
Alguien le hubiese dicho a ese nene doliente, que tarde o temprano la cicatriz de esa lesión, haría que las viejas se le tiraran encima.
Tenía un compadre que a la menor provocación les enseñaba a las nenas una cicatriz, bastante bien surcida, de una operación de apendicitis. Cuántas alegrías le ha dado esa raya a mi querido. El poder de la cicatriz ha obrado una y otra vez su milagro encamador.
Otro de por allá, de aquellas diversas eras, andaba por el mundo con una cicatriz de casi 30 centímetros, que hasta le rodeaba el ombligo y bajaba hasta el pubis. ¡Qué cosa de cicatriz! Parecía una enorme víbora en reposo. Lisa y larga. Todo eso le abrieron para sacarle el intestino y revisarle que no se lo hubiesen perforado. La aparatosidad de esa vieja lesión siempre rinde efecto. Siempre habrá una incauta que se quede más de media hora baboseando ahí y, será cuando el dueño de la cicatriz, ataque.
Pero ya basta de nostalgias inecesarias, porque ahora es el momento en que cite a Hannibal Lecter, quien dice que las cicatrices son la prueba de que hemos vivido. Huelga decir que es mi frase favorita sobre el tema, y más aún viniendo de alguien como un caníbal: sabe apreciar la piel. (Horror…)
Quien enseña una cicatriz al mundo, no sólo muestra un retrato de su biografía, sino que es una persona que ha sobrevivido con mucha clase. Básicamente lo mismo que todos nosotr@s a diario, con la salvedad de que ellos pueden enseñarnos sobre el dolor y la dignidad en todo momento.
Por ejemplo, todas las que tenemos cicatrices de cesárea nos paniqueamos ante la idea de que ésta no sea sexosa o que se vea fea. Ésta es una de las que más nos debe dar gusto. Y más aún si el cirujano te hizo una buena chamba. Mi costura está muy bien hecha. Más le valía al doc…
Pese a lo bizarro que suena clavarse en las cicatrices de las personas, enterarse de sus historias, es una forma de asomarnos en el alma de quien las lleva y sin duda, tocar una parte sensible de su ser. Nunca mejor dicho.
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2011-03-21 19:28
Uff, que tema: “ Cicatrices del Alma” es cierto que toda cicatriz cuenta algo de nosotros y nada mejor dicho: …“Pese a lo bizarro que suena clavarse en las cicatrices de las personas, enterarse de sus historias, es una forma de asomarnos en el alma de quien las lleva y sin duda, tocar una parte sensible de su ser….” Buena nota! ;-)