Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.
Hay un momento en la película “En la cama con Madonna”, aquel documental en donde ella se deja filmar en una de sus giras, en donde confiesa que el actor Sean Penn es el amor de su vida.
Hace poco el hermano de Madonna, Christopher Ciccone, la descobijó en muchos sentidos al publicar la biografía no autorizada de la cantante. En su publicación refuerza el dicho de la cantante: Sean Penn fue su amor.
Cada vez que alguien utiliza la expresión “amor de su vida” está determinando a una persona. Cuando se nombra así a otr@ creo que le está otorgando una terrible responsabilidad que quizás dicha persona no quería cargar.
Sin embargo no deja de darme una enorme tristeza. Cuando uno dice el amor de mi vida, está negándole otras posibilidades a la vida misma, tómese esto sin ningún sesgo motivacional ni optimista: como te puedes encontrar al amor idóneo en una esquina envuelto en papel de regalo, puede darse la posibilidad de que nadie te rumbe un ladrido en lo que te queda de biografía. Así de perro es el destino a veces, a veces no.
El encanto de llamar a alguien como el amor de nuestras vidas radica en que sólo estamos enamorados de ese momento en que ésa persona transformó de alguna forma nuestra existencia. Y quizás ya ni enamorados: sólo guardamos en la bolsita de los recuerdos, ésa que rara vez exponemos a los ojos de los demás, la luminosidad de los días buenos, de mejores noches y muy seguramente todo el cúmulo de cosas que no vamos a ser y hacer ya nunca más. Es bien triste.
Triste por lo que se fue, por lo que no se quiso quedar, por la persona en la que nos hemos convertido sin darnos cuenta de cómo sucedió todo ello. Nosotros hemos construido nuestra historia sobre el cadáver del amor de nuestras vidas y lo mejor, hemos sobrevivido. Así en el amor, así en el odio y en todo lo que requiera suspiros, sangre y piel.
Pienso en el rostro que pone Madonna al recordar a Sean Penn en el documental: le cae una capa de tristeza densa sobre la frente y dice Sean como quien nombra a quien no pudo tener ni desea recuperar: como lo que un@ suelta al mar.
Ahora me entero que ya está recién divorciada de su marido Guy Ritchie, otra muesca más a la cacha de su pistola. Me pregunto cómo se referirá sobre él, qué dirá sobre Guy, cuando él se haya vuelto una amable memoria. Otro amor de su vida que se apaga.