Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.
Para David fue muy difícil llegar corriendo hasta esa esquina, desde la puerta de la secundaria más diez cuadras de camino. Él y Clara corrieron tomados de la mano huyendo de nadie: sólo por correr. Lo ahogaba la falta de aire: estaba más excitado que con cansancio. Nunca había sostenido la mano de una niña tanto tiempo en la suya.
Ella me hacía sentir algo que ni siquiera sabía que me gustaba sentir, sólo me dejaba llevar…
En la esquina Clara revisó las calles: no se veía que su mamá apareciese por ninguna de ellas de vuelta de algún mandado como siempre ocurría a esa hora. Hoy estaba decidida a que David la besara: ya llevaban una semana de novios.
David es guapo, fuerte y juega en la categoría peje de los Vaqueros, ¡acaban de ser campeones!: motivo más que obvio para que me guste.
La esquina estaba salva como todos los entrecruces en donde ocurren los conjuros, los milagros y los choques.
Ya te encaminé, me voy a agarrar la avenida. Te llamo al rato, después del entrenamiento, ¿va?
Clara sabía que algo iba a suceder. Las mujeres siempre lo saben. Ellos lo temen.
Si como quieras, yo estaré aquí después de la clase de inglés.
David se adelantó hacia Clara, como un niño que da sus primeros pasos. Terminó con todo su cuerpo incrustándose en el de ella, empujándola sin querer hacia la pared.
Clara quedó con el rostro pegado al de David, su labio superior encima del inferior de él.
¡Nos estamos besando por fin! Pero, ¡me orino!
Una erección nueva e implacable se posicionó en todo David. Sentía que las piernas…Temblaban. Jadeaba sobre una mejilla entibiada por el rubor de Clara. Jadeando. Ambos. Las bocas juntas y abiertas sin lenguas intrusas. Peces fuera del agua ajustándose al rigor de la sobrevivencia.
Me la tuve que jalar llegando a la casa, sentí que me moría, luego de nuevo y otra vez, porque me duele a veces, algo va a reventar, o reviento yo…
David se separó de Clara lentamente, los ojos cerrados de ambos, conservando la memoria de ese toque de labios, de la humedad en la parte interna de sus muslos, de la erección transmutada en agua, de la esquina y la tarde y la carrera desde la escuela…
Mensa, me besó David, o eso creo…cómo crees tengo trece ay…se acercó a mí, medio se cayó, y juntamos la boca…claro que fue un beso…lo más raro, es que cuando nos besamos o lo que sea, sentí que me hacía…Como si el tiempo hubiera quedado suspendido, quedó recostado sobre mi, después el besito y luego sentí que se me iba la fuerza y me volvía…
2008-11-11 04:30
fasinante!