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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Coja recto y siga…

Estoy segura que el cerebro humano entra en su fase Homero Simpson meets el país del chocolate diferente para cada persona. (Homero durante un capítulo divaga durante diez minutos en su imaginación a través de la tierra del chocolate evadiéndose dulcemente de una conversación con los alemanes que compraron la planta nuclear y que estaban evaluando, as usual pero a la alemana, su nivel de estupidismo..

Así cada uno de nosotros deja la sesera en standby, la mayoría de las veces porque nos es conveniente la oeva mental y en otras ocasiones porque algunas personas ya no poseen la decencia de ocultar que son estúpidas.

Mi cerebro entra en receso de inmediato y sin falta cuando alguien me da direcciones para llegar a un sitio. Cuando el diálogo empieza con un “te vas por…” en ese momento ya no estoy escuchando nada. Mi mente empieza a generar un blurring encima de las palabras, me inquieto, le cambio a la televisión, hasta que le paso el teléfono a Joe para que le digan cómo llegar a él.

Es que no asunto cuando me indican cómo arribar. Me parece bien mi viejo método de déjalos hablar y al final vuelvo a preguntar cómo, y así dos veces hasta que me encamino hacia el objetivo desconociendo casi absolutamente hacia dónde voy. Sé que el algún momento volveré a llamar a quien me dio las direcciones desde mi celular.

Por lo general en mi cabeza sólo quedan indicaciones difusas: el último Oxxo a la izquierda, por ese paso a desnivel no, ése es el Siesta no el Albergue, hasta la segunda caseta de vigilancia…
Además usualmente las personas que ofrecen las direcciones dejan las buenas noticias hasta el final.

Cuando ya nos han detallado con morbosidad marcopoliana cada punto por el que atravesaremos hasta arribar a nuestro destino anuncian triunfales: pero está a un lado del Carl´s Junior de Garza Sada así que no hay pierde. O: ¿para qué quieres saber si ya vamos por ti?. O: es donde antes vivía equis…

Pero ahora que centro el tafanario en el diván de las memorias enquistadas, siempre me dio flojera pedir direcciones. Una y mil veces mi papá, correctísimo él, se orilló a la orilla en nuestro coche familiar a preguntar cómo llegar: se pegaba despacito a la banqueta, saludaba a un posible informante con cara de más o menos un par de luces prendidas en la azotea y entonces…

Invariablemente el informante se acercaba a la ventanilla del coche, miraba hacia el horizonte como localizando para qué lado estaba venteando. Como ubicando en su mapa mental la Avenida No Reelección.

Y empieza a narrar su laberinto con todo y pasos a desniveles, puentes, cruces, semáforos, gaseras, lecherías, ocho expendios de Corona, vuelta en el quinto Oxxo y vuelta en el siguiente próximo a la derecha, indicaciones que el informante ofrece con una coreografía de manos.

Para decir vaya derecho: el informante extenderá la mano dirigidora como una saeta, cual nariz de un perro cazador que señala hacia dónde está la presa.

Para indicar pasa una cuadra (pasa dos, tres y hasta cuatro. A la quinta cambia el movimiento de la mano): el informante moverá la manito en el aire remarcando circularmente con una palma enfática: y pasa una cuadra (mueve manito) pasa la otra (manito) y así para remarcar el número.

Para decir más allá de una quinta cuadra es: el informante pone su mano en la boca para ayudarse a pensar y contar mentalmente cuántas cuadras hay que agarrar. Sus ojitos se pierden en la introspección del conteo.

Con la mano derecha o izquierda señalará las vueltas, curvas, saltos, pasos a desnivel. Cada paso que ilustra irá acompañado de una coreografía de manos…

Tras este enorme prefación creo que puedo ya soltar la tesis: me da oeva que me den direcciones. Ya vi demasiadas personas gesticular intentando decirnos cómo llegar todos lados quizás, y ahora nada más no presto atención. Levito en la bruma de mi inconsciencia con ingravidez adolescente: no importa nada porque como sea llegaré.

Post scriptum: En la Sierra Huichola Huasteca: se va derecho por la terracería y va a encontrar un portón, ahí va a estar Don Simón, le dice que le abra, luego se va derecho bordeando la sierra…Agarra pa´rriba. No vaya a agarrar pa´bajo porque a mí ya se me quedó atorado el mueble en el cascajo…

Elia Martínez-Rodarte | 06 de agosto de 2008

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