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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Papá sigue en el ático

...llegó cerca de la medianoche, hace un par de semanas exactamente. Sin tratar de hacer mucho ruido, papá subió hasta el cuarto del ático. Lo escuché mover muebles y después vinieron los pasos, de un lado al otro, como taconeos compulsivos. Después silencio…y más taconeos erráticos. Mamá como siempre no quiso darse por enterada. Fui a su cuarto y le pregunté que si le ayudaba a papá en el acomodo de lo que había traído a casa. Mamá estaba estrellada en medio de su cama matrimonial ocupando todo el espacio. Parecería como si papá jamás fuera a volver a dormir con ella. Sentenció: ya métete a tu cama, y me dio la espalda.

A la mañana siguiente encontré a papá en la cocina preparando en una charola un desayuno, pese a que él nunca comía nada a esa hora. Puso café, un par de conchas y un tarro de mermelada. Me saludó muy entusiasta: buen día mijo y desapareció con la charola.

Subió las escaleras en donde se cruzó con mamá que venía bajando. Ella ni siquiera hizo un movimiento para esquivarlo. Lo dejó pasar como si fuera el viento. Yo ya me había resignado a vivir con mis padres tolerando su extraña forma de de evadirse, como si el otro fuera un extranjero o hablara otro idioma. Volví a ver a papá en la noche y se encerró de nuevo en el ático. Fueron días y noches de taconazos, movimiento de muebles y de cosas, como si estuvieran construyendo algo. Papá bajando y subiendo comida. Papá salía de ahí por la mañana a trabajar, cerraba con llave el ático y en la noche regresaba: el trajín seguía…Hace seis días mamá entró al ático por la tarde. Una hora después bajó y me dio 200 pesos. Me ordenó que me fuera a donde yo quisiera, gastara el dinero y que me daba permiso de regresar a las once y media. Me fui al cine Niteroi a ver 300, la película de la guerra esa de Termópilas. Cuando regresé ella estaba en la sala viendo la televisión: la repetición de un partido de béisbol. Me anunció que papá se había ido de viaje a causa de su trabajo. El ático se mantuvo silencioso los días que siguieron. Cerrado con llave por órdenes de mi madre. Hoy regresé temprano de la escuela y la encontré en la calle, sacando la basura, trabajosamente, como si estuviera muy pesada. Me dijo que iba a ir a tirarla al contenedor afuera de la colonia porque hoy no tocaba que pasara el camión. No le he visto desde entonces. Por eso les llamé: tengo miedo de abrir la puerta con llave del ático. Creo que todavía queda algo de papá ahí.

Elia Martínez-Rodarte | 06 de mayo de 2008

Comentarios

  1. J.Damian
    2008-05-06 22:30

    muy buena entrada, me ha gustado especialmente la de Les luthiers tambien soy seguidor jaja

    un saludo
    www.0moving0.blogspot.com

  2. francisco
    2008-05-07 01:14

    Extraordinario cuento corto. Que fuerza!

    Saludos.

  3. Elia
    2008-05-07 01:32

    Claro que es una estupenda entrada la de Les Luthiers, ¡yo también soy fan de ellos!
    Me pasé casi todo el invierno viendo videos de ellos en you tube. Mi favorito es el de Ester Píscore.

    Paco, gracias por pasar y por dejar un comentario muy lindo. Un abrazo. Y gracias por la carta de la Cacho que me mandaste, ¿está cabrón no?

    Besos

    E.

  4. MARIA ELENA
    2008-05-07 15:39

    Guau…me encanta el relato corto y éste sin muchos detalles pero con fuerza de sentimiento, es impactante. Muy bueno
    Saludos


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