Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.
Lo cotidiano es lo único cierto en la vida: nuestras ocupaciones nimias llenan nuestras existencias, lo cual es de una tristeza inmensa. Dentro de esa cotidianeidad hay cosas absolutamente despreciables que se integran a nuestro entorno y se vuelven parte del escenario que vemos ya sin ver.
No puedo ni quiero dejar de sentir una enorme pena por Britney Spears. Me asusta que la gente apueste por la fecha y hora en que ella finalmente morirá de una sobredosis o por suicidio. Me impresiona que se haya casado y reproducido con ese pobre diablo, aunque ninguna de las presentes podamos decir de esta agua no he bebido: a todas nos llega la hora del patán (y a los hombres la de la perra del mal destroza vidas). Me entristece su poca pasión por la vida al menos lo que se conoce como tal en la sobriedad. Y aunque no juzgo los vicios de nadie, porque una persona que sin enviciamientos no puede ser tan confiable, sé que en sus dentros sólo hay basura acumulada como si fuera una casa abandonada.
Si el espíritu de Susan Sontag se apoderara de mí en este momento, quizás yo escribiría que Britney es un reflejo de su propia patria: pocos la toleran, pero aún le guardan el lugar que todavía merece o se ganó en algún tiempo, sólo por estar viva, por existir; pese a que está rota, todavía se le mantiene un leve respeto por la figura que fue: si no a santo de qué tanta cobertura seguimiento, fotografía, abogados, juicios y paparazzi; está hundida hasta las orejas en vicios irremediables que la carcomen por dentro y la mantienen en un estado perenne de podredumbre; pese a que cuenta con todos los medios para rehabilitarse, mas no la voluntad, existe alrededor de ella una sociedad, amigos, star system y hasta una familia que al parecer la hunden más; es un gran animal bello, pero difunto que se pudre encima de todo lo bueno que alguna vez pudo conseguir.
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(Nota tomada del sistema informativo MSN Prodigy)
Tema de musical
El escenario londinense estrena un ballet moderno sobre la vida de Britney Spears, representado por jóvenes artistas.
“Meltdown” o Derretirse, de la Rambert Dance Company, tuvo su primera noche de gala el viernes pasado en el Queen Elizabeth’s Hall.
En la obra, donde se puede ver a Britney defendiéndose de los paparazzi, la protagonista se afeita la cabeza y luego es trasladada en camilla.
El coreógrafo Hubert Essakow describió la historia de la cantante como “una tragedia moderna”.
“Me fascinó el hecho de que estemos fascinados con ella”, explica.
“No puedes abrir un periódico sin toparte con ella. Te obsesionas con cada detalle de su vida”, agregó.
La música está a cargo del compositor Richard Thomas, quien ayudó a crear un musical sobre la vida de Jerry Springer, el animador de programas de entrevistas con el público.
El papel de Britney lo desempeña Gemma Nixon, quien muestra cómo el personaje se hunde cada vez más en la desesperación a medida que la prensa la acosa más y más.
“Es todo un desafío; lo más difícil ha sido reproducir a esta creación de MTV”, dijo Nixon.
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Ningún placer dura lo suficiente, diría el buen Propercio, quizás encandilado por Ovidio, quien a su vez establecía que los placeres seguros eran los menos placenteros. A las efímeras celebrités todo les pasa rápido y mucho porque la vida así les va atropellando. No bien se rehabilitan de las drogas, cuando ya se casan y están embarazad@s o tomando pastillas para dormir que originan pasones para la eternidad. Y todo eso lo vemos en directo y sin cortes en oportunos videos que llegan hasta la comodidad de nuestro correo electrónico: las starlets cogiendo frenéticamente, los galanes de moda esnifando, los padres de unos y de otros perdiendo el control y a sus hijos e hijas de paso.
No es temerario lo que hacen, porque la autodestrucción es a la humanidad como los fenómenos naturales violentos a la madre tierra: son necesarios para transitar hacia otro estadio de evolución.
Lo verdaderamente aterrador es la conciencia de vacío, lo que hace tan tentador ese camino hacia el infierno.
El doctor Borwin Bandelow del Hospital de la alemana Universidad de Gotinga publicó una investigación en el libro titulado Celebrieties, vom schwierigen gluck, berühmt zu sein (cuya traducción más acertada podría ser Celebridades: de la difícil y peligrosa felicidad de ser famoso) y en ella dio su diagnóstico.
“En los mil casos de famosos analizados, que no llegaron a cumplir los 35 años y en su mayoría fallecieron por sobredosis de drogas o suicidio, los patrones de conducta eran los mismos: narcisismo exacerbado, impulsividad, tendencias autodestructivas, despilfarro de dinero, relaciones inestables y un terrible miedo al abandono. Las personas que padecen este trastorno tienden a sentir mucho más curiosidad por las drogas, se ven envueltos en escándalos sexuales, poseen una desmedida necesidad de atención y sufren torturantes periodos depresivos; además intentan compensar el vacío emocional con experiencias extremas. A este cuadro el doctor Bordelow lo llama trastorno borderline (límite).”
Herr Doktor Bandelow al menos nos da esperanzas: si los afectados por las luces de la fama llegan a los 45, poseen altas probabilidades de sobrevivir. Ya para qué...