Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.
No sé ni cómo llegué hasta aquí, pero tengo tres años sin fumar.
Ahora presumir un vicio en cualquier sociedad equivale a pertenecer a una cofradía: juntas nuestras adicciones se vuelven amigas y nos hermanan con quienes coincidimos en la misma dependencia.
Desde que dejé el tabaco siempre he dicho que lo estoy dejando más bien. Quiero darle un margen de debilidad a mi voluntad que hasta ahora se ha mantenido, sobre todo al ver ciertos resultados en la piel y en mi resistencia física.
El asunto es que abandonar el fumo no me resulta un reto, ni una manda, ni algo milagroso, porque todavía mis rodillas pueden ponerse a temblar y pedir la nicotina.
Aunque eso aún no sucede.
Mi asunto sobre dejar de fumar tiene implicaciones sociales que van más allá de si me siento bien o si la tos de este invierno no se ha eternizado como en anteriores años, en los años de la tagarnina maloliente.
Quien abandona un vicio es como el que abjura de la religión. El que está alejándose de una adicción es como el Judas de las fiestas: secretamente eres expulsado de un grupo de personas que antes se sentían a gusto contigo porque compartías su misma deliciosa compulsión.
Al principio la gente ni se daba cuenta que no estoy fumando, porque me resultaba demasiado jactancioso presumir que había dejado de fumar. Como si a los demás les importara lo que uno hace o deja de hacer.
Yo mortal débil a cualquier pasión no me siento capaz de anunciar con gran pompa que me alejé de un vicio que había tenido desde que entre a la secundaria.
Pero creo que ya sé por qué los que se han quedado en el viaje de la fumada odian a los que dejaron de hacerlo. Primero es un signo presuntuoso quien expone al público su voluntad de acero para abandonar un vicio. A la gente, y más en México, los que flaquean o pierden, incluso los reyes sin corona, son personajes sumamente apreciados. Es decir, a las personas no les gustan mucho las historias de éxito si no van acompañadas de una real tragedia que amerite la asignación de un triunfo merecido por tanto sufrimiento.
Otra cosa y quizás la razón más poderosa para que los exfumadores sean aborrecidos, es porque muchos de ellos se convierten en quisquillosos odiadores del humo, del olor a cigarro e incluso asumen una odiosa actitud hacia el vicio que en muchos casos como el mío, tuvieron disfrutaron y se marranearon en él por harto tiempo.
Muchos exfumadores se vuelven sensibles e irritables ante el vicio que anteriormente ejercían.
Lo he visto con muchos de mis amigos y amigas que han abandonado el tabaco. Se ponen muy intolerantes si alguien fuma delante de ellos, dicen que el humo les da náusea, usan parches de nicotina en lugares visibles de su cuerpo y generalmente le anuncian a todo el que los quiera escuchar sobre el complicado proceso que les ha resultado el dejar de fumar.
Y avalan su falta de cojones para abandonar el vicio en cada fiesta en donde sienten la necesidad de darle un toque a un cigarro argumentando que se les antojó, pero que no lo vuelven a hacer porque ya han dejado de fumar.
En los vicios como en las parejas nocivas para tu salud, quizás la consigna para abandonarlos es dejándolos atrás y enterrarlos para siempre. Quizás es demasiado radical, pero nada se sale de nuestras vidas del todo, si damos pie a que entre y salga de nuestras existencias algo que nos hace daño o que nos esta volviendo unos apestados sociales.
Ya dejé de fumar, pero todavía tengo que sacar demasiada basura de mis dentros.
2007-01-22 16:48
Te felicito por exponer tu vivencia y comparto contigo la mía. Soy una ex fumadora desde hace dos años. Aunque no ha sido fácil dejarlo, me siento sumamente orgullosa de haberlo hecho y para mí una de las claves para dejar de fumar, estuvo en descubrir como comenzó todo. Aparte de la seguridad social, me di cuenta de que el cigarrillo abría la comunicación con mi padre. Durante la adolescencia, tuve bastantes problemas de entendimiento con él, y el fumar juntos nos hacía compartir una tregua. Adoro a mi viejo, y en ese tiempo habría hecho cualquier cosa por ganar su aprecio. Después de muchos años de peleas y tristezas, hoy en día somos amigos y no necesito tener un pucho en la boca para conversar con él.
Te mando un gran abrazo y sigue sacando esa basura, que no es tanta como piensas.
2007-01-22 20:22
Natalie gracias por pasar. Es una anécdota muy linda la que refieres respecto a tu expriencia como ex fumadora, además tienes razón, el cigarro acerca a las personas de alguna forma.
Me encantó que me recordaras que existe la palabra pucho para referirse a un cigarro. Hace mucho no la escuchaba.
Un abrazo de vuelta para vos.
2007-02-14 18:37
Tu nota es muy buena Elia, con reflexiones muy interesantes. Te pongo el texto de otro comentario con una línea parecida a la tuya.
Saludos.
Historia con mi amigo Gris.
Publicado por Naunet N
Dicen por ahí que todo es empezar y en mi caso no fue distinto, recuerdo que me urgía crecer o verme grande para hacer cosas que en ese momento yo creía no podía hacer, veía que mis primas mayores fumaban y una de ellas me enseño a hacerlo…fue en una fiesta de graduación de secundaria de una de ellas, la mayor. Nos encontrábamos en el baño y me dice Alci, ¿quieres que te enseñé como?, ¡Claro! Le respondí…al poco tiempo me sentía con muchas ganas de vomitar, pero contenta de saber tener el “ticket de entrada al mundo de los mayores”.
De vez en vez fumaba a escondidas en mi casa, recuerdo que lo hacía sobretodo cuando me sentía muy sola, y siempre poco tiempo después tenía que vomitar…el cigarro me mareaba, me hacía sentir mal todo el día, y aún así nunca descarté la posibilidad de no hacerlo.
Crecí, ya en preparatoria fumaba solo con mis amigas, porque el novio que tenia en ese entonces no fumaba. Ya en la Universidad y con mis cuates y conocidos, junto con el cigarro formaban parte muy importante de mi existencia. El cigarro se fue haciendo muy importante pues con la “imagen de artista” que me gustaba estaban muy conectados emocional y físicamente, me iba pareciendo cada vez más a mi Papá, relación artistacigarro.
Poco a poco este gran amigo hizo lo que pudo por hacerse importante e indispensable para mi existencia. El amor que yo tenia por éste fue creciendo y creciendo a la medida de inflarlo tanto que Él ya creía tener su propia voluntad y la fue ejerciendo y le fui permitiendo, fue creciendo y le fui alimentando, fui siendo él y él tomaba cada vez mas espacio en mi.
Mi cuerpo que era el que a final de cuentas tenía que cargar con este habitante, empezó a hablarme con voz alta, por las noches se hacía más evidente, quería platicarme y lo que se escuchaba de esta conversación era un sonido que provenía de una tos muy intensa y profunda, era doloroso. Cuando me hablaba así creía que lo que tenía era una de esas gripes que se pasarían rápido con medicina…pero no, según yo lo curaba, pero aún así mi cuerpo seguía hablándome cada noche, por más de un mes. ¡Ja! ¿cómo? Al médico entonces.
Fui al medico, me sacó unas fotos de mis pulmones, me curó y seguí fumando. El doctor me recetó algo para ayudarme a dejar a mi gran amigo gris, pero no funcionó…nadie tenía que AYUDARME a dejar a mi amigo, ¿para qué?.
Mi cuerpo continúo de vez en vez a querer platicar y no solo lo hacía de noche, sino también empezó en lugares ¡públicos!…¡Ah NO! Eso si que no, odiaba sentir su conversación lastimosa: tos profunda y honesta. Y es así como empecé a reconocer que ya no estaba enferma de algún virus de gripa, tos o lo que sea curable con farmacia y a reconocer que esa tos eran las palabras honestas de un cuerpo dolido por un habitante abusador: Mi gran amigo Gris.
No era la primera vez que mi cuerpo y yo nos poníamos de acuerdo para sacar a esa bestia peluda de nuestra existencia, no era la primera vez que cuando mi gran amigo gris se sentía de verdad acordonado negociaba posibilidades que después no cumplía…ya lo conocíamos…cuando menos en sus negociaciones tramposas.
Decidimos que necesitábamos ayuda “profesional” pensé algo así como a una persona que nos exorcice de este ser, ¡ya pero rápido!..así pensaba, lo recuerdo.
Llegamos a la clínica y me enseñaron a conocer las argucias de este Amigo Gris, mi cuerpo y yo estábamos más juntos que nunca, nos necesitábamos para combatirlo y sacarlo de nuestra existencia…¿nuestra existencia?, si existencia. Nos dimos cuenta que:
Yo no existía sin prender un cigarro.
Yo no era creativa sin encender un cigarro.
Yo no podía resolver problemas sin prender un cigarro.
Yo no comía sin prender antes y después un cigarro.
La razón de tener una bolsa de mano era únicamente por contener cigarros.
Yo no podía leer, ni estudiar, ni concentrarme sin prender un cigarro.
Yo no podía dejar de fumar por más de una hora sin tener la urgencia de ir buscar a mi amigo que me proveía de existencia.
Yo no podía verme a mi misma sin fumar.
En mi imagen mental: la foto de mi misma con mi inseparable amigo.
¿Amigo?… llegué a la conclusión ¿amigo?…ahora lo empezaba a cuestionar.
Mi “amiguito” se empezó a descarar el primer domingo del “día D”, lo empecé a encarar sin miedo, recuerdo que me levanté y no lo fui a buscar. Al poco tiempo recuerdo haber sentido la URGENCIA de prender un cigarro: mi ¿amigo? Me gritaba y exigía: Yaaaa ES URGENTE Oh ¡te mato!.
Lo encaré sin miedo, por primera vez lo vi a los ojos y le dije: ¿Urgente?, quieres que te prenda, ¿verdad?, quieres volver a ser la luz que ilumina mi camino ¿verdad?…ok, pero esta vez a mi manera: Mastiqué un cuarto de chicle de nicotina y esperé pacientemente…a los pocos minutos……reconocí que mi amigo gris se había callado, se había disuelto y transformado en otro, mas tocable y tangible…:!Soy Adicta!
Ese domingo me puse mi parche y a partir de ahí, sentí mucha paz y tranquilidad, continúe yendo a mi clínica de aprendizaje en donde nos ayudábamos varios con este problema, escuchaba a otros y hablaba de mis experiencias con los otros. Me compré un osito pequeño de toallita que me acompañaba en mi bolsa todos los días por mas de un año, tomó el lugar de la cajetilla de cigarros.
Mi amigo Gris se empezó a hacerse chiquito cada vez, de vez en vez me llamaba por teléfono y me mandaba mensajes subliminales en mis sueños para hacerme creer que ya había vuelto, aún hoy lo sigue haciendo. Curiosamente aún ahora que lo recuerdo se me llena la boca de saliva…negociaciones falsas.
Ahora sé y lo conozco mejor, no puedo decir que del todo, tiene sus mañas; he aprendido a no tenerle miedo y a encararlo a verlo, sentirlo y a tomarlo en cuenta sin alimentarlo: Sé que si lo alimento por poco que sea, se aposentará y volverá a tomar el trono que ya perdió…con él no es posible negociar, o es todo o nada: Y la verdad prefiero ser algo en vez de convertirme como él en cenizas grises.
Además su pequeña existencia me ayuda a reconocer otros aspectos de mi, es como si hubiera hecho un contrato con un “hacker” para conocer mis “back doors” esta nueva relación me agrada más.
2007-07-19 19:35
mira yo fumo porque me gusta es un vicio que mata lo se pero todos los fumadores somos concientes de ello ademas en un paquete te dice lo malo que es para el organizmo mi papa odia que fume hasta me pego cuando me descubrio esta bien tenia 14 años ahora tengo 18 y mi mama sabe que fumo no le gusta pero no dice nada porque es mi vicio y sabe que lo quiero en cambio mi viejo si se entera me va a volver a pegar y lo peor de todo es que el fuma!! es una injusticia pero tenemos que ligar con ello por ser lo que somos…muchas gracias x escuchar ya aveces nose que hacer para poder sacarme esa carga..
2008-05-14 19:20
estoy en la misma situacion, gracias por este mensaje! hace apenas dos meses, pero estoy encantada cada dia que consigo mantenerme firme. un saludo
2009-06-15 07:06
El cigarro,el cigarro…el inocente cigarro tan incomprendido, fiel compañero de nuestras horas de angustia y soledad, de que manera tan sutil nos va atrapando en sus garras, hasta dejarnos en cama de hospital con los pulmones deshechos y cáncer por doquier.así en nuestra juventud por status aprendemos a fumar, quizá por ser más hombres, fingimos demencia cuando alguien se molesta por el humo y toxinas que exhalamos y las nuestras quizás sean peores…así es la vida, aprendemos a fumar más nunca a dejar el vicio. y que tarde comprendemos qué¨`` quien es esclavo de sus vicios jamás sera libre´´…bueno los dejo por ya me quemo por hechar un poco de humo.