En Opinión & Divulgación se publican artículos de colaboradores esporádicos y de temática variada.
Manuel Bragado
Editor de Brétemas
Despacio, sin excesivas estridencias, acompasado al nuevo tiempo político que en Galicia se está viviendo con el gobierno del PSOE y BNG, se está consolidando en la TVG (televisión pública gallega) un esperanzador cambio en su programación y en su tipo de gestión empresarial. Después de veinte años de funcionamiento, la más poderosa y costosa herramienta con la que Galicia se dotó en el período autonómico para dinamizar, defender y normalizar su lengua y cultura, recupera su proyecto de servicio público y medio de información plural, de entretenimiento y educación para todos los ciudadanos gallegos.
En el marco actual de la selva televisiva comercial, donde, a pesar de la importante ampliación de la oferta de canales, se homogeneizó el discurso informativo y se intensificó la chabacanería más grosera, no es fácil ofrecer un producto televisivo público de calidad que consiga mantener, al mismo tiempo, unos índices de audiencia competitivos y unas cuentas saneadas. La baja calidad de la mayoría de los programas de las cadenas de televisión europeas y estadounidenses, hecho en el que coinciden todos los observadores, se debe a que durante la última década la televisión transformó radicalmente su finalidad, pasando de ser un espacio de información y entretenimiento al más poderoso soporte publicitario con el que cuenta el mercado globalizado. Patrick Le Lay, presidente de la TF1 (una de las emisoras privadas francesas líderes) expresó esta pretensión de forma tan abrupta como contundente: “El oficio de TF1 consiste en ayudar a Coca Cola a vender su producto. Ahora bien, para que un mensaje publicitario sea percibido, es necesario que el cerebro del telespectador esté disponible. Nuestras emisiones tienen por vocación, la tarea de hacerlo disponible. Lo que vendemos a Coca Cola es tiempo de cerebro humano disponible”. Más claro, agua; hoy las primeras finalidades de las televisiónes son vender publicidad (entre quince e diecisiete minutos de cada hora de programación en los EE.UU.) y obtener los mayores beneficios para sus propietarios (así fue como Berlusconi comentó su imperio). Lo demás serían engañifas.
En un contexto comunicacional internacional tan desfavorable y desalentador como el descrito y arrastrando una herencia de gestión viciada, tras dieciséis anos de férreo control informativo y de programación intencionadamente aldeanizante, reconducir con criterios de calidad e independencia la programación y gestionar con excelencia las cuentas de la TVG parecería una empresa muy difícilmente exitosa. Sin embargo, este es el proyecto regenerador de los actuales responsables empresariales de la CRTVG, determinados con valentía a desarrollar la fantasía de que otra TVG es posible. Reinventar la programación para conectar, también, con los sectores urbanos (prácticamente expulsados de la pantalla gallega en la etapa anterior), aumentar sensiblemente la programación cultural e infantil (rutinaria y empobrecida hasta ahora) y potenciar la producción propia (lo que supondrá importantes ahorros) se presentan como los primeros cambios en el ambicioso viraje de la nueva TVG dirigida por Suso Iglesias.
Especialmente significativos son los cambios introducidos en la programación cultural, que aumentó desde el mes de enero ya en un cuarenta por ciento, organizada en base a siete programas semanales que abarcan desde la actualidad cultural (“Miraxes”, dos programas en el fin de semana), literaria (el magnífico “Libro aberto”), cinematográfica (“Planeta cine” y “Onda curta”) a la musical (“Sempre clásica” y “Alalá”, dedicado a la música tradicional). Otrosí puede decirse de la programación dedicada a los niños y niñas, duplicada en el tiempo de emisión, potenciada con nuevos espacios (“Planeta fantasía”, una original apuesta de promoción de la lectura en gallego entre los niños de cuatro a ocho años) y dignificada en la ubicación en la parrilla, con un horario más sensato para el veterano “Xabarín”. Programación enriquecida, también, sensiblemente con espacios tan interesantes como “Hai debate” (la pluralidad y la libertad de expresión como algo revolucionario en Galicia), “Cifras e letras”, “Galicia documental” o “Rec Cámara” que demuestran que hacer otra televisión en gallego es posible y compatible con alcanzar índices de audiencia y contratación publicitaria más que dignos.
Cambios esperanzadores que sin duda deberán ser intensificadas con la puesta en marcha modestamente de un segundo canal (cultural y deportivo) en el cuarto trimestre de este año. Los cambios en la TVG son lentos y difíciles, muy difíciles; las resistencias y las inercias de parte de la propia plantilla y los intereses de las empresas del sector audiovisual muy poderosos; pero el nuevo camino emprendido parece, contra viento y marea, non tener vuelta. Somos muchos los gallegos los que en estos últimos meses hemos vuelto a conectar con más frecuencia la TVG, reconciliándonos con nuestra mejor pantalla de futuro.
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Este artículo fue publicado originalmente en Faro de Vigo, en gallego, y traducido para Libro de notas por el autor.
2006-06-10 12:10
Realmente creeis que existe alguna posibilidad de cambio en la crtvg. Visitad mi blog y os dareis una idea de lo que alli ocurre.
www.crtvg.blogspot.com
2006-06-10 16:39
Bueno, tu bitácora se centra en el funcionamiento de la página web, realmente mala, pero hay que tener en cuenta que casi todas las webs de las televisiones son malas (en realidad, casi todas las webs de orgnanismos oficiales.
Quiero decir que es muy probable que los encargados de la programación de la TVG sí tengan ideas, pero no sepan nada de internet. Insisto, sólo es probable.
Saludos.