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El agujero de nuestra memoria colectiva: cómo el copyright hizo desaparecer los libros de mediados de siglo

Rebecca J. Rosen

Traducción de Manuel Haj-Saleh del artículo The Hole in Our Collective Memory: How Copyright Made Mid-Century Books Vanish, The Atlantic (30/06/2013).

Un libro publicado durante la presidencia de Chester A. Arthur tiene más posibilidades de editarse hoy que uno publicado durante la era Reagan.

Nuevas ediciones de Amazon por décadas

El año pasado escribí acerca de una investigación muy interesante llevada a cabo por Paul J. Heald en la Universidad de Illinois, basada en software que rastreaba una selección al azar de libros en Amazon. En aquel momento sus resultados eran sólo preliminares, sin embargo eran a pesar de todo alarmantes: Había tantos libros disponibles de la década de 1910 como de la de 2000. El número de libros de la década de 1850 era el doble de los de la de 1950. ¿Por qué? La protección del copyright (que abarca a los títulos publicados de 1923 en adelante) había arrollado a los libros de mediados del siglo XX, sacándolos de las estanterías y alejándolos del público lector.

Heald ha concluido ahora su estudio y la foto, si bien más detallada, es esencialmente la misma: “El copyright se correlaciona de forma significativa con la desaparición de obras antes que con su disponibilidad”, escribe Heald. “Poco después de que las obras se crean y se forma una propiedad sobre ellas1, tienden a desaparecer de la vista sólo para reaparecer en cantidades significativamente mayores cuando entran en el dominio público y dejan a sus dueños”.

El gráfico superior muestra la interpretación más simple de los datos. Revela, sorprendentemente, que existen considerablemente más ediciones nuevas disponibles de libros de la década de 1910 que de la de 2000. Ediciones de libros que entran en copyright se encuentran disponibles en más o menos la misma cantidad que los de la primera mitad del siglo XIX. Los editores simplemente no publican títulos bajo copyright excepto si son muy recientes.

Pero éste no es un retrato completamente veraz de cuántos libros diferentes están disponibles, porque para los libros que están en el dominio público, a menudo existen muchas ediciones distintas, y la muestra aleatoria probablemente los sobrerrepresenta. “Después de todo,” explica Heald “si se mete un ISBN al azar [en] Amazon es más probable que se obtenga Los paraísos perdidos de Milton (con 401 ediciones y 401 números de ISBN) que Una Mujer de Egipto de Lorimer (una edición y un ISBN)”. Encontró que, de media, los títulos en dominio público tenían una mediana de cuatro ediciones por título (la media era de 16, pero muy distorsionada por la presencia de un pequeño número de libros con cientos de ediciones. Por esta razón, los estadísticos consultados por Heald recomendaron utilizar la mediana). Heald dividió el número de ediciones en el dominio público por cuatro, obteniendo un gráfico que compara el número de títulos disponibles.

Número estimado de títulos disponibles en Amazon por décadas

Heald afirma que la foto sigue siendo “bastante impresionante”. La década más reciente parece mejor, en comparación, pero la depresión del siglo XX aún resulta notable, seguida de un ligero “boom” durante las décadas más recientes, cuando las obras entran en el dominio público. Presumiblemente, como escribe Heald, en un mercado sin la distorsión del copyright estas gráficas mostrarían “una curva en descenso bastante suave desde la década de 2000-2010 hasta la década de 1800-1810, basándose en el supuesto de que las obras se vuelven menos populares según envejecen (y, por tanto, menos deseables para comerciar)”. Pero eso no es todo lo que vemos. “En vez de eso” prosigue, “la curva cae abrupta y rápidamente, y luego rebota significativamente para libros que actualmente están en el dominio público y se editaron inicialmente antes de 1923”. ¿La conclusión de Heald? El copyright “hace desaparecer a los libros”; su caducidad los devuelve a la vida.2

Los libros a los que esto afecta de forma más grave son los de las décadas más o menos recientes, como los 80 o los 90, que supuestamente tienen el hueco más grande entre lo que satisfaría una cierta noción abstracta de lo que interesa al público y lo que en realidad está disponible. Heald escribe:

¡Ésta no es una curva que caiga suavemente! Los editores no parecen tener voluntad de vender sus libros en Amazon durante más allá de unos pocos años tras su publicación inicial. Los datos sugieren que los modelos de negocio de la edición hacen desaparecer a los libros bastante poco después de su publicación y mucho antes de su entrada prevista en el dominio público. Las leyes de copyright, entonces, retrasan su reaparición mientras tengan dueño. En el lado izquierdo de la gráfica, antes de 1920, la caída presenta una curva decreciente más suave en relación con el tiempo.

Pero incluso esta gráfica puede subestimar los efectos del copyright, puesto que la comparación asume que se ha publicado la misma cantidad de libros en cada década. Por supuesto, éste no es el caso: la creciente alfabetización, sumada a los adelantos tecnológicos, implican que se editan muchos más libros por año en el siglo XXI que en el XIX. El número exacto por año durante los últimos 200 se desconoce, pero Heald y sus ayudantes pudieron alcanzar una aproximación bastante buena apoyándose en el número de títulos disponibles para cada año en WorldCat, un catálogo bibliotecario que contiene el listado completo de 72.000 bibliotecas en todo el mundo. Después normalizó su gráfica con la década de 1990, que es la que vio el mayor número de títulos publicados.

Estimación de títulos ajustada al número total de libros publicados por década

Con estos cálculos, los efectos del copyright parecen extremos. Heald afirma que el estudio sobre el WorldCat mostraba, por ejemplo, que se habían publicado ocho veces más libros en la década de 1980 que en la de 1880, pero que hay grosso modo los mismos títulos disponibles en Amazon para las dos décadas. Un libro que se publicara durante la presidencia de Chester A. Arthur tiene más probabilidades de encontrarse disponible hoy que uno publicado durante la era Reagan.3

Los defensores del copyright han sostenido durante mucho tiempo (con éxito) que mantener el copyright en los libros asegura a sus dueños un beneficio sobre su propiedad intelectual, y que ese beneficio es un incentivo que “asegura la disponibilidad y una distribución adecuada [de los libros]”. Los indicios, por lo visto, dicen lo contrario.

—-

Notas de traducción:

1 En el original, “proprietize”, palabro que no encuentro recogido ni en el Oxford.

2 En el original es un juego de palabras con “expiration”, que significa expiración (muerte) y caducidad.

3 Chester A. Arthur fue presidente de los EEUU entre 1881 y 1885. Ronald Reagan fue presidente entre 1981 y 1989.

Rebecca J. Rosen | 19 de agosto de 2013

Comentarios

  1. Pedro Jiménez
    2013-08-19 12:37

    Gracias por la traducción. Sería taaaan interesante tener un análisis solo con los datos en Español con sus todopoderosas burbuja editorial.. ;)

  2. Cayetano
    2013-08-20 15:04

    Hola, en primer lugar muchísimas gracias a Manuel Haj-Saleh por la traducción y a LdN por la publicación.

    Tenía preparadas una serie de notas para incluir en este comentario, releídas ahora las percibo absolutamente inútiles, mejor que contar y discutir prefiero actuar sin dar mayores explicaciones. Pero algo si quiero apuntar.

    Hay aspectos legales del copyright que no me gustan nada, en especial aquellos que favorecen a la industria (editoriales, galerías, museos, etc.) y esclavizan/humillan/explotan al autor. Sin embargo:

    El público (ay el público), mayoritariamente, desprecia y minusvalora el trabajo de los autores y salvo aquellos que han decidido ofrecer su obra bajo una licencia libre se ven sometidos al robo descarado para mayor gloria y enriquecimiento de los proveedores de acceso a internet, Google, Amazon, etc. mientras la mayoría se ahogan en la indigencia.

    Indigencia o sobrevivir con trabajos alienantes. Se habla aquí de libros, pero la situación de los artistas plásticos, fotógrafos, guionistas, diseñadores etc. es demencial.

    Los autores (se presupone el talento) tienen derecho a recibir una paga digna por su trabajo. ¿Quien paga?… Los grandes beneficiarios del asalto, a pesar de sus ganancias millonarias, son incapaces de crear un fondo de asilos para viejos autores que acabarán viviendo bajo los puentes de nuestras ciudades. Eso u obligarles a pagar mayores impuestos

    Más o menos, pero da igual. Sálvese quien pueda es el nuevo signo de los tiempos

    Saludos


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