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Cambiando los axiomas

Tras largo tiempo de hype y espera, se ha producido el advenimiento de Windows 8. Los blogs de actualidad informática se están hinchando a hablar de sus bondades (o maldades) estéticas / tecnológicas, de la cantidad de aplicaciones de su AppStore o de cómo tenéis que apoyar los dedos sobre la pantalla para “catar” en condiciones la “experiencia” Metro (ay, no, Metro no, que ya no quieren que se llame así a su diseño).

Pero no he venido hasta aquí para hablaros de el nuevo juguete de Microsoft. Ni siquiera para meterme con él (o con “ellos”). No. Aquí hemos venido a hablar de algo que apenas se está tratando: De la rotura del paradigma. El cambio de actitud de Microsoft en cuanto a su estrategia comercial, y lo que esto puede suponer (aunque igual son sólo cosas mías).

Vaya por delante que soy un Linuxero converso, practicante y militante (pero creo y espero que no intolerante). Pero antes hagamos algo de memoria para poner las cosas en su contexto:

En el principio de los tiempos (de la informática personal), y por mucho que el cine haya ninguneado a la gran mayoría de los contendientes en películas como Piratas de Silicon Valley, allá por la edad de los 8 bits, el universo computacional / casero, no era cosa de dos. El mercado estaba fragmentado. Muy fragmentado y cada fabricante tenía su propia cartera de productos, de los que se encargaba de todas sus facetas; diseño, fabricación y venta de hardware y software.

Podían tener componentes de terceros comunes (es más, había componentes de terceros que compartían varios ordenadores de diferentes fabricantes), y el Sistema Operativo (por llamarlo de alguna manera, ya que eran meros intérpretes de BASIC) se lo había hecho a todos ellos la misma casa: Microsoft. Pero cada sistema era un nicho cerrado sobre el que reinaba de manera autoritaria quien ponía la marca, y que se negaba a que sus máquinas fueran compatibles en la menor medida con los de la competencia.

Sí. Existía un Sistema Operativo que podía correr en alguna de aquellas máquinas: CP/M. Pero al no venir de manera nativa en ninguna de ellas, era complicado que el usuarios domésticos llegase a saber de su existencia (o a entender su función), pero tampoco me detendré, en esta ocasión en la criatura de Gary Kildall, el hombre que pudo ser Bill Gates.

La cuestión es que IBM entró, como quien no quiere la cosa, y sin demasiada confianza en el asunto, en el juego de la informática “pequeña”. Microsoft lograría subirse al carro y las cosas llegaron hasta el punto en el que se encuentran ahora.

Ante esto deberíamos hacernos dos preguntas: ¿Cual es ese punto en el que nos encontramos? ¿Cómo hemos llegado hasta él?

Empezaré respondiendo a la segunda: MSDOS.

Más allá de acusaciones de plagio, oportunismo, truco de trilero o similares, el hecho objetivo es que el sistema operativo MSDOS lo cambió todo. Su éxito no se debió a que se tratase, o no, del mejor sistema, el más bonito o el más versátil, sino que llegó por una serie de factores ajenos a la propia calidad del producto, como una estrategia comercial que nadie vio venir, o que nadie se atrevió, o fue capaz de repetir o intentar.

Cuando Bill Gates ofreció su creación a IBM para que se vendiera junto a su nueva gama de ordenadores, Microsoft conservó la propiedad del SO y la capacidad para venderlo también a otros fabricantes de hardware.

Esto, que puede parecer una tontería (y que fue lo que debió pasar por de la mente de las cabezas pesantes de IBM) fue aprovechado por Bill y sus chicos para ofrecer su creación a todo aquel que quisiera venderlo con sus máquinas. Máquinas, por otro lado, que debían tener unas características similares a las del IBM PC.

El éxito no fue inmediato pero, cubiertos bajo el paraguas económico de IBM, Microsoft fue capaz de esperar y perseverar hasta que, bajo su propio amparo, se creo un ecosistema nuevo de máquinas llamadas Compatibles con el IBM PC pero, realmente, compatibles con MSDOS.

Los fabricantes de hardware (y componentes en general) ya no sólo no necesitaban inventar o copiar sus propios sistemas operativos sino que, en estos dos gigantes, tenían una guía de hacia donde orientar sus siguientes creaciones.

Ante la mayor oferta de productos similares, la competencia se volvió feroz, y eso permitió que los precios pudieran ir normalizándose con el paso del tiempo. Mientras tanto, los fabricantes que continuaban con sus aparatos “cerrados” no veían este binomio como un rival. Apple, Commodore o Atari tenían máquinas con más “músculo” tecnológico, más bonitas y más versátiles. Ellos eran su única competencia y, al fin y al cabo, los ordenadores “Compatibles con el IBM PC” venían a cubrir un nicho de negocio diferente al suyo; el de la administración empresas (aunque Apple ya tenía un pie metido en ese ámbito, su viraje hacia el diseño estaba haciendo que lo desatendiera bastante).

A esto debemos sumar también que, de cara a estas empresas, sus competidores eran quienes creaban las plataformas físicas, mientras que, Microsoft, con sus diferentes productos y suites ofimáticas, era un proveedor de servicios para ellos.

Además de todo esto, desde un principio Microsoft no trató de ganarse las simpatías de los fabricantes de hardware, sino que también dio facilidades (y documentación) a los desarrolladores de software para que programasen para su plataforma, y mantuvo una política muy laxa en cuanto a la copia y distribución de sus productos. Copiar está mal, decía con la boca grande (pero mirad que fácil que es hacerlo, matizaba por lo bajini).

Ha sido, principalmente, esta política de doble rasero (bueno, sin olvidarnos de internet, y el lograr acercar la informática tanto en su manejo como en su precio a la gente a la que ni le interesa ni cree necesitar la informática), la que logró que sus productos se hayan ido expandiendo de manera casi viral a lo largo de las décadas, hasta convertirlo en un estándar de facto. Casi un “Robin Hood” de la edad moderna (metiendo purazos a las empresas que no tenían sus productos de manera legal, pero haciendo la vista gorda con los usuarios domésticos).

Para el 90% de los usuarios, “ordenador” significa “armatoste con el que mando correos y navego por internet”, para otro 10% “cacharro con windows”, para otro 5% “lo de antes, pero me suena que hay una panda de rojeras que hablan de una cosa llamada Linux, pero no tengo ni idea de lo que me hablan, y cuando empiezan su perorata mi cabeza empieza a decir lalalala”, un 1% sabemos lo que es un ordenador, y eso incluye las diferentes opciones de las que disponemos (algunos somos unos rojeras, y otros no) y el 1% final son los rojeras que hacen Linux y la gente que hace otros sistemas como Windows, MacOS / BSD, Haiku y otros tantos (y, sí, lo sé, esto me da un 107% de usuarios de informática).

Pero con esta última versión las cosas han cambiado.

Por un lado, se han sacado de la manga su propia tienda de aplicaciones. Esto de por sí y de cara a los usuarios no es malo, ya que les facilita la compra e instalación de programas, ahorrándoles instaladores rarunos, dlls que se pegan entre sí, y parches o frameworks que puedan hacer falta para que funcionen las aplicaciones. Pero de cara a los desarrolladores (y por mucho que el señor Ballmer nos diese para horas de diversión con sus loas hacia ellos) les ha tocada mucho las narices a algunos desarrolladores.

Primero porque de base (o así se ha anunciado) la opción por defecto y única para instalar aplicaciones va a ser esta “Tienda en línea” de Microsoft. Sí, se puede desactivar para permitir otros métodos de instalación, pero eso el primer 90% que he mencionado no va a tener ni idea de lo que es.

Segundo, porque todo lo que se venda en esa tienda va a suponer un ingreso para la propia Microsoft que no irá a parar a las arcas de los propios estudios de desarrollo. Para alguien que está empezando, le puede venir muy bien, para estudios consolidados supone un pago más (aparte de lo que puedan estar pagando también por las herramientas de desarrollo que proporciona Microsoft, licencias de algún otro tipo, o programas de certificación) que muchos no estarán dispuestos a ceder (quizás me equivoque, pero no veo yo los programas de Autodesk o Adobe en la tienda de Microsoft) y ya hay gente declarada en rebeldía contra este sistema, como Gabe Newell o Markus Persson que se han negado a certificar sus aplicaciones para este nuevo sistema.

Por otro lado, tenemos el Surface.

Los fabricantes de hardware, hasta el momento, no habían visto a Microsoft como la competencia, pero esa percepción puede cambiar con este paso. Por el momento “sólo” un aparato pero claro, la X-Box “sólo” era una consola (aunque en un ecosistema mucho más cerrado) y con el advenimiento de la “Era Post-PC” (palabra de Steve) la cosa está un poco sensible.

Porque lo que es claro es que, para satisfacer las necesidades del gran grupo de usuarios, los ordenadores de hoy en día, o de hace cinco o seis años, son más que suficientes, y los fabricantes de ordenadores lo saben y son conscientes de que tienen que crear una nueva “necesidad” para que las ventas de sus productos (sean estos cuales sean) no decaigan. Si no vamos a vender tantos ordenadores, tendremos que venderles otra cosa, en este caso, ya sean Netbooks, Transformers o Tablets.

De cara a los fabricantes puros (Intel, AMD o Kingston) esto no termina de ser importante. Ellos desarrollarán los chips que necesite el mercado. De cara a los “empaquetadores” (HP, Compaq, ASUS, Lenovo, etc…) la cosa es distinta. El mercado del PC ya estaba muy bien definido, este nuevo mercado es aún un misterio (y gente como HP ya se pegó su primer batacazo tratando de crear su propio aparato).

El problema es que Windows está muy establecido en la mente del comprador (y del desarrollador, y en la del empaquetador) y es difícil sacarlos de ahí, y que Linux, como plataforma, está demasiado fragmentada en todos los sentidos. Ni siquiera las “dos grandes”, Red Hat y Ubuntu / Debian, se ponen de acuerdo en la manera de instalar los programas, o el mismo entorno gráfico que va a usar (gráfica de distribuciones de Linux).

Así pues, se acercan tiempos interesantes, que dirían los chinos. Si ha habido alguna vez un momento en el que las tornas pueden cambiar, yo diría que es este.

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Artículo de Forbes sobre Windows 8

Javier Albizu | 16 de noviembre de 2012

Comentarios

  1. luis
    2012-11-16 12:08

    Interesante, sobre todo la parte histórica. Pero creo que obvias demasiado la presencia de iOS en la actualidad. Hace tiempo que la informática de consumo doméstico ya no es un Windows vs Linux.

    En estos momentos Apple compite de tú a tú en Estados Unidos y, de hecho, ese “cambio de axioma” de MS es influencia directa de la AppStore. No se les ha ocurrido a ellos solitos. Más aún, en un entorno en el que las tablets y smartphones cada vez tienen más que decir, creo que Android y su Play, jugando a lo mismo que Apple, han sido otro “elemento tractor” hacia la estrategia de MS.

    En este caso, no llevan la voz cantante. Sólo tratan de no quedarse atrás.

  2. Javier Albizu
    2012-11-16 12:55

    El tema del repositorio único lo lleva usando Linux desde hace años y tampoco lo he mencionado.
    No quería meterme demasiado a fondo con ese tipo de temas y hablaba, principalmente, sobre el cambio de actitud de Microsoft, y que podría ser un momento idóneo para un cambio en el ecosistema de los sistemas de escritorio, donde windows es el rey a nivel de parque (pero que no creo que se de porque ya está demasiado establecido)

  3. Fran García
    2012-11-17 01:59

    Quizá vea la situación actual de la informática más revolucionaria que los demás, pero creo que el movimiento que ha hecho Microsoft es, a grandes rasgos, para seguir teniendo un nombre en la industria. Los ordenadores, en tan solo unos años, se usarán para desarrollar las aplicaciones que se usarán en el dispositivo en el que, de forma común, accederemos a la red y a los contenidos digitales: las tablets, los smartphones o el próximo dispositivo que aparezca para hacer más “cómoda” la experiencia del usuario. Por eso, no pueden competir contra Apple y Google (las grandes en esto, de momento) con un sistema abierto y dedicado casi en exclusiva para ordenadores.


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