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¿Y si le preguntas a mi hermano?
Allá por 2006 le lancé esta sugerencia a Marcos Taracido, que en aquel momento estaba reorganizando Libro de Notas, por entonces ya una de las páginas “veteranas” de la internet española. Marcos necesitaba apoyo para las exigentes tareas de edición y subida de contenidos, requeridas para mantener viva y como referencia la web. No era consciente de que con esa frase iba a desencadenar la constitución de uno de los equipos editoriales más enérgicos, ricos y fructíferos que han ocupado la red durante los últimos siete años.
Tanto tiempo ha pasado, sí, y aquella web que nació como Diario de los mejores contenidos de la red en español (una declaración de intenciones arriesgada y por la que cosechó no pocas críticas) fue evolucionando con rapidez inusitada, multiplicando el número de temas y columnistas de cosecha propia, creando una editorial para aquellos textos que desbordaban el espacio marcado por los límites de la pantalla, desarrollando una web hermana destinado al público infantil y juvenil que alcanzó rápidamente un éxito que sorprendió a sus propios creadores. Marcos y Alberto han conseguido que la marca Libro de Notas se asocie inmediatamente a calidad en la escritura y en lo escrito, y bajo ese sello el lector es consciente de que nunca se va a encontrar algo que le deje indiferente. Tanto es así que en innumerables ocasiones ha bastado una recomendación en la web para que otro espacio en internet adquiera un impulso desmedido.
Por Libro de Notas ha pasado gente que ya triunfaba o que luego ha triunfado en su campo y es algo que sus editores (y yo también, como mirón corrector) enarbolan con excesiva discreción y, a la vez, con indisimulado orgullo. Científicos, musicólogos, lingüistas, psicólogos, gastrónomos, ilustradores, fotógrafos, divulgadores y, por supuesto, poetas y narradores han ocupado estas páginas (¿pantallas?) con diligencia y respeto exquisitos por el formato de la web y su periodicidad, que eran las únicas condiciones que se les pedía, pues en LdN nunca se ha censurado ni recortado un texto, y los ha habido muy polémicos. Hemos tenido articulistas invitados y traducciones de otros medios que amablemente nos autorizaron para poder difundir en nuestro idioma material que creíamos que merecía la pena que traspasara sus fronteras. Libro de Notas ha crecido también con las redes sociales, encontrando en ellas una prolongación de sus tareas por difundir aquello que consideran digno de visitarse, digno de leerse, simplemente interesante; ya fuera una web de cortos, el blog de un cuentacuentos o la labor callada y poco conocida de mentes pensantes, que en el laberinto internauta español abundan y merecen difundirse. Y todo esto día a día, sin faltar ninguno desde lustro y medio; en el caso de Marcos, más de una década. Sin cobrar y sin pedir nada a cambio.
Y lo mismo que ha habido editores fieles y diligentes, también se ha formado detrás y delante una base de lectores creciente en número y en entrega. Las reacciones recibidas ante el anuncio de su cierre sobrepasan día a día a Marcos y Alberto. Lo sé porque los conozco muy bien, incluso excepcionalmente bien, y esa química crepitante entre la poética serenidad de Taracido y el carácter cuasivolcánico de Haj-Saleh ha cuajado de forma tan impecable que me resulta imposible creer que no vayan a inventarse algo dentro de poco tiempo donde dar salida a ese imparable impulso creativo. Porque, además, la realimentación proveniente de sus lectores y seguidores agita esas mentes hasta niveles no mensurables y, con toda seguridad, pondrán en marcha nuevos proyectos o recuperarán algunos que se habían quedado en meras ideas, en algún caso por falta de viabilidad o, simplemente, de tiempo para llevar a cabo.
Libro de Notas cierra por cansancio de sus creadores; no hay más, no hay menos, no hay razones ocultas ni segundas intenciones. Simplemente se decidió que el proyecto había alcanzado su final, lo cuál puede ser discutible por todos los ángulos que uno quiera pero, al final, es una decisión que ha de comprenderse y aceptarse. Yo les entiendo muy bien: ya he perdido la cuenta de cuántas veces me propusieron tener una sección fija y lo rechacé porque no iba a ser capaz de garantizarles la periodicidad (traducción: vago redomado, pero sólo en mis ratos libres) y, aunque colaboré en tantas cosas como pude, era perfectamente consciente de todo el trabajo que palpitaba detrás de la web. Porque ahí funcionan corazón y cerebro con una sincronía que ya quisiera para sí un atleta olímpico, y los mimbres del éxito continuo y creciente del organismo vivo que acabó conformando Libro de Notas parten, fundamentalmente, de ello.
Siempre me he sentido parte de Libro de Notas y disfruto como pocos (excepto Marcos y Alberto) los éxitos que ha obtenido. Por eso también me es muy difícil escribir este texto, más bien flojito, que no puede en ningún caso reflejar los sentimientos que me atraviesan ante el final de este proyecto. Hoy, a la hora del cierre, miro a Marcos y Alberto —virtualmente, pues en internet cercanía y distancia son conceptos confundibles— y la tristeza se combina con una sonrisa ladeada preguntándome qué se estará cociendo ya bajo sus cráneos. Sea lo que sea, espero que me dejen formar parte, aunque sea como ahora, como la falange del dedo meñique de otro nuevo proyecto que busca, y encuentra, la excelencia dentro de la red.
2013-12-20 10:36
Ya no recuerdo lo que le dije a Alberto (podría rebuscar en el correo), pero supongo que más o menos lo que a todos, nada del otro mundo: mi habilidad creo que se reduce a saber encontrar a locos.
Gracias.
2013-12-20 10:40
Precioso, Manuel.
2013-12-20 15:13
Muy cierto todo. Y yo pido lo mismo: que cuando inventen algo no me dejen afuera.