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Jesús Salamanca Alonso
En la Ley Orgánica de Educación (LOE) propuesta por el Gobierno se ha perdido el valor del esfuerzo y la exigencia personal, contemplándose el derecho a la huelga de forma encubierta, así como un extraño “sistema asambleario” en los centros educativos. Si a ello unimos el peligro del igualitarismo, la falta de transparencia y la dosis de mediocridad que aporta la LOE, estaremos ante un rompecabezas de dudosa escena constructiva.
La nueva ley surge del negativismo que generó la Ley Orgánica de Calidad Educativa (LOCE) entre los sectores más regresivos de la sociedad y menos respetuosos con los derechos de la ciudadanía. Los vaivenes educativos que se han producido en el país en los últimos años son el ejemplo de lo que no se debe repetir. La irresponsabilidad de unos y la dejadez de otros han hecho que la escuela se haya convertido en un frontón dialéctico.
Hay tres factores que han de estar necesariamente presentes en la LOE: la calidad, la equidad y la libertad. No se puede seguir dividiendo a los españoles y debilitando los fundamentos de la convivencia. Es de sentido común potenciar la vertebración social y una convivencia basada en los valores y libertades presentes en la Constitución.
La LOE no contenta a casi nadie. Llega a destiempo y no ha encontrado más que oposición por parte de los diversos sectores comprometidos con el ámbito educativo, con independencia de su adscripción ideológica.
El Partido Socialista está demostrando reiterada incapacidad para llegar a un consenso en temas de calado, generando innecesarios problemas en cuantos temas afronta. Le falta equipo humano, perspectiva y un proyecto de trabajo claro. Hasta el momento ha defraudado al profesorado, a los padres, al alumnado y, si me apuran, a la sociedad en general. Se puede afirmar, sin riesgo de equivocación, que el partido del Gobierno está dando la espalda al sentir de la gran mayoría de la comunidad educativa, en contra de lo difundido y prometido en la última campaña electoral. El Ejecutivo central “no tiene el apoyo de la España comprometida”. Tan solo los partidos nacionalistas han votado con el PSOE la Ley Orgánica de Educación, al haberse abstenido Izquierda Unida.
El texto de ley del Gobierno supone, entre otros muchos defectos, un peligro para la fragmentación del sistema educativo en diferentes autonomías. En un momento tan delicado como el que se vive en España, los experimentos deben hacerse “en casa y con gaseosa”. La secretaria ejecutiva de Política Social del Partido Popular denunció que la LOE “va en contra de lo que necesita el sistema educativo español”. Incluso ha ido más allá al afirmar que la LOE en los términos en los que está planteada “puede provocar que se dé el caso de niños que en algunas regiones terminen su formación sin saber quién es Garcilaso, Cervantes o Góngora”. Lo más preocupante de la actuación del principal partido de la oposición es que se limita a repetir lo que venimos denunciando desde los medios de comunicación, sin aportar nada nuevo al debate.
La LOE no supondrá ningún avance de interés para el profesorado. Con la nueva reforma se regresa a un modelo educativo comprensivo que ha sido ya abandonado hace mucho tiempo por los países más avanzados de la Unión Europea. Se trata de un proyecto de Ley que no garantiza una educación plural y que intenta igualar a todos por abajo. “Cualquier sistema educativo que defienda el igualitarismo e intente dictar a todos lo mismo, supone un retroceso de considerables dimensiones y, en ocasiones, demuestra que es un sistema educativo muerto”, en palabras del máximo responsable del informe PISA.
Por otra parte, es preciso regular una carrera profesional para los docentes, normas que garanticen la disciplina y el orden, sin olvidar utilizar todos los ingredientes para crear un clima favorable al estudio; se trata, ante todo, de dar urgente respuesta a los retos del siglo XIX, a la sociedad del conocimiento y al principio de educación a lo largo de toda la vida.
No es necesario recordar que la LOGSE se aprobó de espaldas al profesorado, como está sucediendo con la LOE. El Gobierno socialista actualmente está sometido a oscuros intereses, sin comprender que la sumisión y la tolerancia no son el camino más adecuado, pero sí con frecuencia el más cómodo. No nos extrañemos, pues, si los niños acaban pensando, como alguien apuntó, que “una granja es un lugar donde los pollos caminan”, aunque será más grave si se confirman todos los pronósticos respecto a que la LOE demostrará “su absoluta incapacidad para preparar a toda una generación para enfrentarse a las exigencias técnicas y científicas del mercado de trabajo moderno”, como también se dijo de la reiteradamente denostada LOGSE.