Marcos Taracido

En estos momentos, millones de personas se están manifestando en toda España &madshy en Bruselas, Nueva York...&mash; en una muestra de solidaridad y repulsa a la violencia sin precedentes. Conmueve ver todas las tiendas cerradas, las ciudades paralizadas y las leyendas en contra de la violencia y de aliento a las víctimas. Esta mañana, entre las doce y las doce y cuarto calló todo el país en un silencio emocionante que era el mayor grito posible de dolor, de angustia y de apoyo a las familias afectadas. Y es justamente este movimiento de unión, este aire de espanto que une todos los puntos cardinales de España, el que hace más inquietante lo que está pasando. ¿Está jugando el gobierno con el dolor de las víctimas? ¿Apela al silencio y el respeto a los afectados para salvar el domingo electoral? ¿Por qué las informaciones oficiales son tan desconcertantes, tan lentas y tan decididas en una sóla dirección? Es obvio que al Gobierno no le interesa que el atentado haya sido cometido por Alcaeda, porque sería la confirmación de que la guerra en la que España fue involucrada empieza a obtener sus frutos en forma de castigo indiscriminado; si la matanza brutal es obra de Alcaeda, significa que no sólo ETA seguirá matando, sino que ahora tenemos otro enemigo más dentro del país, y mucho más sanguinario y atroz. A esta alturas es prematuro afirmar con rotundidad nada. Por eso asusta la seguridad de Zaplana o Acebes a la hora de atribuírlo a ETA o de ningunear a Otegi. No sólo Alcaeda lo ha reivindicado sino que ETA acaba de negar toda vinculación con el atentado. Además, los explosivos y los detonadores no son los que habitualmente usa la banda, también en contra de lo que se afirmó en un principio. Y todavía más: la furgoneta con detonadores y la cinta con versículos del Corán se encontró a las nueve y media de la mañana, y se anunció en la última comparecencia oficial de la tarde-noche del 11 de marzo. Todo es prematuro y todo está demasiado caliente. ETA no se caracteriza precisamente por su juego limpio y bien podríamos estar ante una maniobra de despiste y creación de caos, pero en estos momentos todo apunta a Alcaeda. Que el Gobierno siga negándolo e intentando distraer la atención hacia el terrorismo etarra es preocupante. Queremos, exigimos, necesitamos, la verdad. No se trata de aventurar hipótesis poco claras, sino de aclarar hipótesis posibles, abierta, objetiva y lealmente: por respeto a las víctimas y por respetos a todos los españoles.