En Opinión & Divulgación se publican artículos de colaboradores esporádicos y de temática variada.
por Antoni Gutiérrez-Rubí
El autor (@antonigr) acaba de publicar La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks. Este artículo expone las ideas que lo estructuran.
En una sociedad decepcionada, crítica y muy informada, la política democrática está cada vez más vigilada por los ciudadanos. Se está produciendo un cambio radical en la comprensión y aceptación de una determinada praxis en la gestión política e institucional.
Este libro pretende explorar el fenómeno creciente de la política vigilada, así como hacer un recorrido por los principales conceptos que la sustentan y explican, mostrando un buen número de iniciativas que, sin ánimo excluyente ni compilatorio, nos enseñan cómo la ciudadanía digital y los nuevos actores sociales irrumpen en el panorama mediático y en la construcción de la agenda pública con una inusitada fuerza, legitimidad y visibilidad.
Esta nueva realidad, con sus límites, retos y riesgos, apunta directamente a la credibilidad de los actores protagonistas de la política democrática: los partidos y los políticos. También a nuestro sistema de representación. La política vigilada debe ser un acicate para la renovación y un contrapunto para romper la fuerza y la exclusividad (y con ella, sus posibles déficits) de los partidos en el sistema democrático.
Como señala Daniel Innerarity en el prólogo, “como es propio de toda situación crítica, de cambio o al menos de agitación, hay un elemento de ambivalencia que dificulta la tarea de los futurólogos. ¿Estamos a las puertas de una radicalización democrática o en la antesala de nuevos populismos? ¿Debemos esperar de las redes sociales la utopía de un mundo sin autoridad o haríamos mejor en entender y protegernos frente a las nuevas distribuciones del poder? ¿Desestabilizará esto nuestros sistemas políticos o contribuirá a mejorarlos? Mientras resolvemos esos interrogantes, tal vez haríamos bien en abandonar la retórica de los grandes cambios que acontecen porque se hubieran desatado ciertas fuerzas imparables y sustituirla por la indagación de las posibilidades de aprendizaje colectivo que todo esto nos ofrece.
Ahora que parecen haberse puesto de moda los escritos que exhortan a otros a hacer algo en política –a indignarse o comprometerse–yo propondría –pese a que casi nunca he sabido lo que deben hacer los demás– un eslogan alternativo: ¡Comprended! Tomo la palabra comprensión en el doble sentido de, por un lado, hacerse cargo de la complejidad del mundo y las constricciones que nos impone nuestra condición política y, por otro lado, ser comprensivo con estas dificultades. Toda crítica que no parta de ambas actitudes –respeto a la dificultad de la política y benevolencia hacia los que se dedican a ella– no será todo lo radical que podría ser para impugnar con buenas razones sus evidentes deficiencias”.
Existe un pálpito de exigencia nueva. Impaciente. Ya hemos esperado demasiado. A menos transparencia, más vigilancia. A menos participación, más control. A menos rendición de cuentas, más fiscalización. A menos comunicación e información,más visualización y geolocalización. A menos democratización… más democracia. No hay vuelta atrás. La política debe ser rescatada de su deriva. Y no sobran brazos, dentro y fuera de las organizaciones políticas. Y, quizás, también necesitaremos nuevos instrumentos. Exploremos. Juntos. Inaplazablemente. Urgentemente.