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Orgullosos de la sanidad pública, o una rotura de menisco

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Cuando en el año 2006 me convertí en profesor-funcionario tuve pegada a mi espalda, los tres últimos meses del año, a una tan agradable como insistente comercial de un seguro privado para que optase por ellos: los funcionarios de educación nos regimos por un sistema algo distinto, asignados a MUFACE, y desde ahí podemos escoger como seguro a la Sanidad Publica o a una entidad privada. Es cierto que la chica hacía bien su trabajo y me vendía maravillosamente las bondades de su empresa, pero no hacía demasiada falta ese empeño porque yo ya había tenido alguna experiencia al respecto y sabía de las ventajas de la ausencia de listas de espera o de no tener que esperar semanas por el resultado de un análisis. También las desventajas, claro, siendo la principal la mejor equipación tecnológica de los servicio públicos: si tienes algo grave, tardas mucho más en morirte en un hospital del Estado.

Bien, el caso es que tuve serias dudas sobre qué opción elegir, y el dilema se resolvió de una manera que ahora se me antoja bastante estúpida: por principios. Pensé que siendo yo un funcionario público, convencido defensor de los servicios públicos e incluso beligerante a la hora de exigir su mejora, mayor dotación y dedicación por parte de los Gobiernos, debía ser coherente y seguir sufriendo en carne propia la medicina que pedía para los demás.

En agosto del 2008, tras volver de correr por los alrededores de mi casa, noté un leve dolor en la rodilla derecha, dolor que fue acrecentándose con el paso de los días y que un mes después me impedía doblarla más que ligeramente y me hacía cojear ostentosamente cuando reanudaba su actividad después de un rato en reposo. Acudí a mi médico de cabecera a mediados de septiembre, y salí de su consulta con un volante urgente para solicitar cita para la realización de una placa que determinase el origen del dolor y poder así iniciar el tratamiento. Urgente. Una amable funcionaria tecleó en el ordenador los datos necesarios y sacó un papel de la impresora: tenía que presentarme en el hospital para hacerme la placa un día (ya no recuerdo la fecha exacta, por suerte en ocasiones la mente hace bien su trabajo) de mediados de noviembre, dos meses después. Mi cara de sorpresa fue suficiente para que la servidora pública me diese un consejo sencillo: vete por Urgencias. Le contesté, y ya estarán entendiendo ustedes hasta que punto puedo llegar a ser lerdo, que Urgencias no estaba para eso, y que así se entendía que siempre estuviese colapsado, pero ella estaba de vuelta de todo, se cruzó de hombros y me dijo que era el único modo de que me hiciesen la placa antes de la fecha oficial. Salí de allí con mis convicciones intactas y decidido a esperar hasta noviembre… hasta que al día siguiente el dolor me hizo comprender que no podía esperar dos meses: me armé con dos libros y la Nintendo DS y me dispuse a pasar el día en Urgencias. Varias horas después salí de allí con un diagnóstico claro: la placa no revelaba nada, con lo que necesitaba una resonancia, que debía solicitar a mi médico de cabecera.

Mi médica me receta antiinflamatorios y me da cita urgente (u-r-g-e-n-t-e) para el traumatólogo, que es el que tiene que solicitar la resonancia. Febrero. Estábamos en noviembre. Febrero. F-e-b-r-e-r-o.

Me dispongo a la espera. Sigo la recomendación de un amigo y voy a un fisioterapeuta, que doscientos euros después me dice con honestidad que lo deje, que no me puede ayudar, que tengo que hacerme una resonancia. Los antiinflamatorios son los únicos fieles compañeros en esta travesía, pero está contraindicado tomarlos más de un mes seguido. Pienso neuróticamente que si los hubiese comprado sin receta igual podría tomarlos más tiempo.

Mientras tanto, y por recomendación de un familiar optimista, voy al Servicio de Atención al Paciente (sí, sí, con libros, nintendo y todo, esperé mi turno durante dos horas y media). Y no digo más.

Llega febrero y me presento en el traumatólogo (bueno, me presento en la sala de espera, pertrechado con libros y periódicos y paciencia, ya saben); me dobla la rodilla y cuando grito me dice que necesito una resonancia. Me voy a la ventanilla de citas; me harán la resonancia en marzo, apenas 20 días después, en un sanatorio privado al que están derivando casos desde la sanidad pública. Al mismo tiempo, me dan cita para volver al traumatólogo para que evalúe el resultado de la resonancia: en noviembre. Resonancia en marzo, traumatólogo en noviembre. Marzo, noviembre.

Me hago la resonancia. Constato que las batas son igual de ridículas en los sanatorios privados que en los centros públicos. Y espero. Abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre. El dolor se ha atenuado, obviamente por la quietud y porque ya evito inconscientemente las posturas que me causaban dolor.

El traumatólogo es un cachondo. Al entrar me dice que tengo rotura severa del menisco interno. Es un cachondo sádico, porque vuelve a doblarme la rodilla hasta que grito. Me pregunta si quiero operarme. Le digo que espero que sea él el que me diga si me opero o no. Me dice que él lleva con el menisco roto quince años y no se opera, claro que no puede correr ni jugar en la playa con sus hijos. Le digo que tengo hijos y que quiero correr.

En la ventanilla de citas me dicen que me incluyen en la lista de espera de operaciones quirúrgicas. ¿Una estimación? No hay estimaciones.

Espero. Diciembre, enero, febrero, marzo. Recibo una llamada del Servicio Galego de Saúde (ya saben, competencias transferidas). Que si quiero operarme por la privada me intervienen en abril; pregunto cuándo será si escojo la pública: no antes de diciembre. El 30 de abril entraba en el quirófano. El día que fui al sanatorio a que me reconociese el traumatólogo que me iba a operar todos los que estábamos en la sala de espera éramos derivados de la sanidad pública.

Yo no sacaré conclusiones. Juzguen ustedes en qué se está invirtiendo el dinero de los ciudadanos españoles. Juzguen cuáles son los problemas de la Sanidad Pública y cómo se están solucionando. El caso es que yo, como su Majestad el Rey de España, puedo decir que estoy muy satisfecho con el servicio público de salud de este país, y especialmente, como en el caso de don Juan Carlos, con su sección privada. Todo muy limpio, y las enfermeras majísimas.

Marcos Taracido | 17 de mayo de 2010

Comentarios

  1. Cayetano
    2010-05-17 14:02

    Mi experiencia personal con la sanidad pública (Osakidetza) es, en general, positiva. Desafortunadamente observo que se ha ido degradando.

    Tambien he tenido contacto con la privada (Clínica Universidad Navarra ). En mi opinión la relación calidad/precio es correcta, aunque para ser sincero está orientada a “capturar” al paciente en una dinámica tipicamente capitalista. Me temo que no apta para todos los bolsillos.

    Saludos

  2. Oscar
    2010-05-17 14:07

    En efecto, me tengo por otra persona de principios que cree en la sanidad pública y rechaza la privada.
    En efecto, 6 meses es lo que hube de esperar para revisar una mancha extraña en la espalda (por suerte, tiré 1d20 y superé el Tiro de Salvación).

    Pero esta situación no es sino el resultado de una política (más o menos disimulada) de disuasuón del uso de servicios públicos. Sanidad, educación… todo es parte de un plan bien diseñado hacia la privatización total.

    ¿Porqué últimamente tengo la sensación de que siempre ganan los malos?

  3. gerineldo
    2010-05-17 14:14

    Bueno: para bien o para mal, esto es lo que hay en la sanidad ‘pública’. Soy médico de familia. Mi recomendación: quejarnos a nosotros mismos, porque todos nosotros somos responsables, para bien o para mal, de la sanidad pública que tenemos. ¿Queremos ser más eficientes? Tarea de todos: instituciones, usuarios, profesionales sanitarios… y a lo mejor toca rascarse más los bolsillos vía impuestos, o aguantar listas de espera.

  4. Cayetano
    2010-05-17 14:15

    Por cierto aquí un caso (punta del iceberg) de privatización de la sanidad con tintes de corrupción: Bengoa confirma todas las irregularidades cometidas en el ‘caso Margüello’

    Hay más (potenciar lo privado, la clínica Quirón, Osatek, Clinica de Gipuzkoa, etc.) pero sirva de muestra de lo que ganan los “malos”. :-(

  5. Alf
    2010-05-17 17:39

    El problema no está entre público/privado sino entre gestión chapucera y no chapucera. Contribuir a mantener esta discusión en el marco del privado/no privado es dar fuelle a quienes pretenden convertir los derechos fundamentales de cualquier ciudadano en un negocio.

  6. J.A.C.
    2010-05-17 17:47

    Cosas como ésta hacen que los médicos extrahospitalarios no logremos entender por qué los compañeros del hospital no hacen una huelga “a la japonesa”, con el gasto consecuente para la comunidad autónoma.

    A lo mejor, así, tocándoles el bolsillo (y el presupuesto; en definitiva, aumentando la deuda), hacen “algo”… aunque no lo creo. Siempre hay bancos y entidades privadas que compran/financian la deuda y/o absorben la demanda generada por la masificación de los servicios públicos. Es un negocio excelente. Para las privadas, claro.

    De todas formas, permíteme felicitarte por declararte un fiel defensor de lo público pese a las malas experiencias vividas.

  7. Marcos
    2010-05-17 17:55

    Lo siento Alf, pero no entiendo. La gestión chapucera puede afectar a las listas de espera, la tardanza entre una prueba médica y que el médico vea el resultado, etc…. pero que la sanidad pública derive a sus afiliados a la sanidad privada es un caso evidente de choque entre público/privado. Es decir: que en lugar de invertir el dinero del dinero público en sanidad pública, se paga a intereses privados. Si eso entonces sí, contribuyo a mantener esa discusión.

    Saludos

  8. Alf
    2010-05-17 21:26

    Entiendo el planteamiento y estoy contigo. Ahora bien, mis recelos vienen por lo siguiente.

    De este episodio que narras uno de los desarrollos lógicos, la munición o punto de partida que se da a, por ejemplo, Esperanza Aguirre es que esto corrobora que la sanidad pública es un pitorreo, que se sostiene gracias a la privada y al despilfarro y la falta de eficiencia, y que para que tú estés pagando al estado y éste pague a la privada, pues mejor pagas tú a la privada de manera eficiente en un mar de opciones y ofertas y nos deshacemos del agujero negro financiero de la sanidad pública.

    Sí, ni tú ni yo estaremos de acuerdo con ese argumento, pero lo hacemos posible por mantener activo el antagonismo de marras que es simplemente síntoma de otra cosa más grave y más nociva: que detrás de eso que llamamos “sanidad pública” y detrás de eso que llamamos “sanidad privada” está la misma figura: el interés financiero, tirando de ambos hilos en sentidos opuestos para crear un efecto de conjunto. Por eso, esto no es, en realidad, ningún choque sino más bien perfecta simbiosis: empleo de la sanidad pública para ensalzar las ventajas de la sanidad privada.

    Hablar del tema como venturas y desventuras de lo privado y lo público no es que sea falso, es que equivale a salir corriendo detrás del humo en lugar de buscar el fuego.

  9. Diego Alejandro Muñoz
    2010-05-18 04:57

    Casi no puedo creer lo que leo, ¡un sitio donde los comentaristas saben y quieren escribir correctamente!

    Y ya para opinar del tema en sí, en Colombia sufrimos una situación similar gracias a la Ley 100 de 1993 y la crisis que está sufriendo el sistema de salud en estos momentos.

  10. pau
    2010-05-18 19:18

    Podría contarte… pero deberíamos saber de qué pública hablas, que con eso de las comunidades no hay una de igual.
    Yo tengo un seguro privado, de no ser así, mi compañera sería paralítica, pero para la medicina de calidad utilizamos la pública, y eso que es médico, en caso contrario ya estaría muerta o suicidada.
    Lo cierto es que la pública barcelonesa ha mejorado mucho, desde que los de CIU no mangonean, roban o como quieras decirlo. Las listas de espera se han reducido, los salarios médicos aumentado y la calidad del servicio es bastante superior al de sus hermanos europeos.

  11. aeonphyxius
    2010-05-20 18:19

    Problema:
    empiezo a notar que pierdo el olfato y siempre estoy con mocos.

    Proceso: pido cita en el medico, y a los 3 dias acudo a la cita(lunes). Este me dice que tengo sinusitis cronica, pero que me envia a hacerme una TC. Me dan cita el miercoles de la misma semana. En menos de 1 hora, me han hecho la prueba, una radiografia de un pulgar(por otra cosa) y me han visto 2 especialistas para comentarme los resultados(solo eso, me dan el informe, y vuelvo al medico de cabecera). Estamos a miercoles, teniendo en cuenta que jueves y viernes eran festivos, me dan cita para el lunes siguiente. Voy a ver al medico, me comenta que tengo que ir al especialista, que probablemente me tendran que operar. Pido cita en el especialista. Me la dan para el jueves de la siguiente semana(1 semana y media).
    Como continua, ya os lo contare.

    Donde y como: En alemania, en la sanidad, pagando un 15,5 % de mi sueldo bruto en impuesto de Seguridad social y no un 4,9% como en España. Hablo de porcentajes, ni de numeros, ni sueldos ni nada. Solo porcentajes. Los servicios cuestan dinero, y si queremos mejor sanidad, como ha comentado algun otro, hay que pagarlo. No hay mas.

    saludos y suerte con esa operacion.


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