Martes, 3.- Parecía áspero y dogmático y lo era, pero también era amable y liberal. Tuve la suerte de conocerlo en Madrid pasando una semana aprendiendo de su buen juicio en un curso de verano de El Escorial y también en su casa de Nueva York junto a CarolynRichmond. Lo que más me llamaba la atención era su mirada y las manos. Y sobre todo su ironía. De todo lo que escribió yo me quedo con el cuento de San Juan de Dios que es un prodigio de precisión y de ternura. No sé si el haber vivido tanto tiempo le ha ayudado o le ha perjudicado. Después de tantos homenajes y premios, que a él le abrumaban un poco, ahora le ha llegado el tiempo de estar en el purgatorio. El tiempo dirá si sale de él y sube a la tierra o se queda para estudiosos. Ha muerto a los 103 años el mismo número que la encargada de identificar a los votantes, en esta hermosa tarde de otoño, me ha asignado a mí cuando he ido a votar, a la escuela del barrio, para elegir alcalde. Cerca de esta escuela, en este mismo barrio de Brooklyn, Francisco Ayala, perfil de águila devoradora, manos como garras, ideas como pedernales, pasó parte de su vida entre muertes de perros y cabezas de corderos enseñando literatura e iluminando a los clásicos mientras que España tardaba en amanecer.

[Entrada del diario de Hilario Barrero del martes 3 de noviembre de 2009][

El siguiente autógrafó había sido publicado en la sección Siete autógrafos