“El gobierno ha decidido cambiar la estrategia. Ahora estamos abiertos al diálogo” dice un representante del nuevo gabinete vestido burocráticamente y con unas gafas que parecen colocadas para resaltar su necedad irritante hasta en su físico. Cuando el ataque empieza, el presidente Obama es puesto a salvo enseguida. El gobierno no hizo nada y el ataque es brutal. A escala global. La batalla final será en Oriente Medio. No hicieron caso a los soldados, al alto mando acostumbrado a luchar y a proteger el planeta de la Amenaza destructora.

Por supuesto, no se trata de una especulación condensada en algun delicioso spot encubierto o en alguna fantasía protomilitar de Tom Clancy. Es parte del argumento de Transformers 2: La venganza de los caídos, la nueva película de Michael Bay que ya bate records de taquilla. Los hechos son claros: Barack Obama ha cambiado la estrategia frente a Irán. Los comentarios más duros del presidente de Estados Unidos han sido respecto a la reciente crisis y su represión abusiva a las protestas

Michael Bay, acostumbrado al Product Placement militar en sus películas para abaratar costos, ha firmado la colaboración con todo el servicio militar más feliz de su carrera: no hay ni una unidad (tierra, mar, aire) que no quede ampliamente descrita en los últimos sesenta minutos de la película. Los altos mandos admiten cierta propaganda Toman su percepción del ejército a través de los medios, así que nuestro deber es educar a los norteamericanos sobre quien somos” asegura el Coronel Greg Bishop Lorenzo Di Bonaventura apela a la lógica, asegurando que no se le ocurre con quien más iban a luchar estos robots gigantescos

El plan de retirada para Irak parece arece ser el objetivo del ejército de Estados Unidos y su mala imagen en la guerra, no ya en términos morales, sino en los estratégicos, con el fracaso con las guerrillas todavía patente en la conciencia de los medios. Ante el error, nada mejor que un lavado de imagen para demostrar que en caso de urgencia, nadie se coordina mejor. Y sobretodo, nada de diálogo. Hollywood ha condenado Irak y películas como En el valle de Elah, Syriana o Redacted se suman a la denuncia con menor (la de Haggis dibuja una corrupción felizmente resuelta por un militar) o mayor fuerza (el caso de DePalma).

Sin embargo, ninguna de ellas ha conseguido batir récords de público como Transformers 2 con más de 700 millones a nivel global El importante fracaso crítico y el relativo éxito de público están basados en un lenguaje casi extraterrestre: ¡son robots gigantes luchando! Se oye cada cierto comentario en Internet mientras que los críticos han llegado al consenso con el adjetivo “ruidoso”.

La próxima producción de Hasbro y DiBonavetura será GI Joe, cuyo tráiler parece indicar más una aventura con los tonos de locura pop de Los Vengadores que del juguete, un triunfo de la propaganda que sintetiza la política y furia macho alfa de Reagan contra la URSS.

En todo caso, el triunfo de la estética neocon ya está en cualquier multicines. El reproche del ejército parece dividirse entre el retiro desairado de Irak y los presumiblemente fallidos intentos de diálogo por parte de un gobierno, cuanto menos, cobarde. Resulta curioso que Spielberg apadrinara un film de estética contraria como Small Soldiers, en el que Joe Dante cargaba contra la propaganda bélica y destrozaba los juguetes que reafirman el sistema.

Lo sugerente es que si Godzilla fue el hijo de los perdedores los renacidos Transformers son una rentable máquina para simular el triunfo y predecir una guerra en la que todo estará bajo control. Goebbels tenía como uno de sus principios “Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.” Resulta particularmente estimulante que bajo el unitario nombre de Decepticons en esta película los tres enemigos tengan un diseñado prácticamente idéntico: Starscream, Megatron, y The Fallen.

Frente a esto, la variedad de colores de los Autobots: con Optimus Prime, IronHide y Bumblebee. El enemigo es unidad estética, con un color palteado y desgastado con la capacidad de resultar absolutamente uniforme y gris.