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Durante una proyección de Salo o los ciento Veinte Días de Sodoma, una pareja de novios que estaba a mi lado se besaba, ignorando en aquellos momentos lo que discurría en la pantalla. Gracias a mi soledad y disposición para entrometerme en lo que no me incumbe, me trastorné tanto por las escenas de la película, como las que presenciaba en la sala de cine.
Con la novela El Pasado escrita por el argentino Alan Pauls me sucedió algo similar. Rímini, su protagonista, se masturbaba leyendo Las Once mil Vergas de Guillaume Apollinaire. En la obra del poeta francés herido en la primera guerra mundial, aparecen episodios como el de un tren en donde dos mujeres y dos hombres copulan hasta que todo se torna en una tormenta de vómito, sangre y necrofilia, de manera que cuando leí el episodio en El Pasado, se abrió un abismo a través de la sugerencia que un tipo aparentemente normal como Rímini se excitara con las escabrosas aventuras sexuales de Mony Vibescu, el personaje central de Las once mil vergas.
Así mismo, Rímini sentía una admiración especial por el pintor Jeremy Riltse, el fundador del sick art y artífice de obras en las que por ejemplo se taja parte de un muslo para pegarlo a una placa (Placa), o Agujero postizo, que por los avatares del contrabando, culminó en la casa de un adinerado de Buenos Aires. La afición de Rímini por Riltse creció junto a Sofía, la novia con la que convivió durante más de una década y cuyo rompimiento y vida subsiguiente es el periodo en el que se concentra la historia de El Pasado. Es esa mujer la que persigue a Rímini como un espectro al acecho —otro nombre que Pauls había pensado para esta historia era La mujer zombie— , dándole cauce a cada una de las relaciones de su ex como si él fuera una pelota con la que ella jugara, como si ella fuera una diosa a la cual Rimini no opusiera la menor resistencia, resguardándose en el mutismo mientras el dolor y el fracaso lo abrasan.
Esta novela contó con el prestigio de ser galardonada con el premio Herralde de novela del año 2000 y Pauls ha sido avalado por uno de los escritores más influyentes en el mundo iberoamericano, Roberto Bolaño, quien a modo de mecenas, de esos que él tanto defenestró, afirmó categóricamente que “es lo mejor que podría haberle pasado a la literatura argentina desde la estrella de Manuel Puig”.
Ahora estamos a la expectativa de la película El pasado, dirigida por Héctor Babenco (Carandirú y El beso de la mujer araña), en la cual Rímini es interpretado por Gael García y Sofía por Analía Couceyro. Habrá que esperar si el Rímini de la película estará sometido a los hados de Sofía y será esa medianía preñada de momentos oscuros que aparece cuando se masturba leyendo Las once ml vergas. Habrá que esperar si alguna adolescente se emocionará con la hipotética escena onanista del protagonista y por lo mismo, tendré que esperar si mi medianía oscura brotará como cuando me detuve a observar a la pareja que se besó a mi lado durante una función de Salo o los ciento veinte días de Sodoma.