Libro de notas

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En Opinión & Divulgación se publican artículos de colaboradores esporádicos y de temática variada.

La Economía del No

Orietta Mascaro
De rerum invasiva

Hay un problema. Yo tengo un problema. Ya no creo en las palabras. Dicho así parece una afirmación propia de una heroína griega con los cabellos despeinados que se asoma desde un balcón en llamas, me doy cuenta de ello. Así que metamos una apostilla: ya no creo en la palabra escrita. Las palabras que me llegan de viva voz, las que vienen envueltas siempre en un papel tornasolado, por mucho que esté arrugado, las que tienen su propio sello y mirada, en esas sí que creo.

Pensaba sobre ello hace algunos días, mientras veía una película sobre Howard Hughes. Después de dos años de rodaje, su “Hell’s Angels” todavía no estaba listo. Todo por culpa del perfeccionismo de Hughes, que llegó a gastar veinticinco mil dólares al día para rodar una película que no quería terminar. Una película inconclusa, impresentable. Mientras en la pantalla se libraba esta pequeña batalla entre el arte y las finanzas yo pensaba: vale, de acuerdo, hoy día si hubiese una película que dos años después del comienzo del rodaje no estuviese ya terminada y siguiera gastando millonadas, si hubiese una película así una agencia de marketing construiría una campaña promocional que anularía cualquier necesidad de definición del producto convirtiendo, en otras palabras, su no-acabado en un valor añadido. Primero lo he pensado y luego he sentido asco. A medias por mí y a medias por lo demás.

A partir de aquí he hecho una reflexión más amplia sobre el verdadero significado del marketing, el menos presentable y al mismo tiempo el más provechoso. Sobre la promoción del producto y de la persona, de lo más pequeño y de lo más grande. Una reflexión sobre el poder de la palabra, sobre el abuso de la palabra, sobre la mendacidad de la palabra. Y he comprendido por qué en los últimos tiempos he tenido un feliz regreso a los gestos, a las miradas y a los olores, que últimamente vuelven a vestir el valor primitivo de mi verdad. Y he comprendido por qué prefiero creer en las novelas, en la poesía, en la honestidad de las palabras fingidas, que son más auténticas que las palabras reales, más sinceras que cualquier sermón, artículo, entrevista, declaración.

No es demasiado importante este problema de si creer o no en las palabras escritas. Por ejemplo, bastaría con no leer o no escuchar. Pero ¿y si me pierdo algo importante, me digo, y si me juego perderme esa única palabra auténtica en medio de un mar de palabras fatuas, si me arriesgo, me puedo dar el lujo de querer quedarme fuera? Un problema poco importante, sí, pero que se presenta con tanta frecuencia que no me queda otra que llegar a un acuerdo. Requiere un esfuerzo mínimo pero constante.

Hace falta un cierto entrenamiento, técnica y una dosis de buena voluntad para tamizar la cantidad de información que cae encima a diario y que, entre otras cosas, tú ni siquiera habías pedido. Esto vale tanto para lo que lees en el periódico como lo que se ve en televisión o incluso lo que puedes leer en los blogs. Cada vez más en los blogs. En este sentido la blogosfera parece que cada vez más gira hacia las dinámicas propias de los medios tradicionales: autopromoción, marketing agresivo, supervisores y promotores más o menos ocultos, informaciones guiadas, construcción de una realidad ad hoc… Todo aquello que se encastra en un cuadro más amplio, que es el de una información que, como es gratis, parece inofensiva. Como la contaminación, que no la ves, no la tocas, parece que no tiene que ver contigo y mientras tanto te envenena los pulmones.

Dicho lo cual, yo lo que puedo evitar lo evito, intento economizar mis molestias. Por lo demás, la palabra NO fue pensada precisamente para obtener el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo, ¿no?

(Una pregunta completamente casual: ¿Al niño aquel que se puso a agitar las manos para señalar que el rey estaba desnudo… luego le han cortado el dedo?)

________________
Traducción del artículo en italiano de Alberto Haj-Saleh

Orietta Mascaro | 30 de marzo de 2007

Comentarios

  1. Cayetano
    2007-03-30 12:42

    Gracias por la traducción. Respecto a la autopromoción, marketing agresivo, supervisores y promotores más o menos ocultos, informaciones guiadas, construcción de una realidad ad hoc ... de los blogs, en el fondo simples páginas webs, es cierto que ciertos individuos, legitimamente codiciosos, han visto un posible filón bajo el epígrafe publicidad viral infectando las redes sociales. Curiosa perversión de lo que en principio se vendía como contrainformación. La pelea por la atención (y el tiempo) del espectador es algo antiguo, en la red muestra toda su crudeza. Daría algunos ejemplos pero no tengo ganas de perder las buenas relaciones que tengo con muchos de ellos. En todo caso, ejercicio de cinismo, si la mayoría es manipulable (con las palabras y la imagen) ¿porqué no obtener un beneficio?

  2. Cayetano
    2007-03-30 12:49

    Dos ejemplos: Novell y Linux. No pongo enlace para evitar dar de comer más a la bestia. En otro sentido Messenger Blogs Twitter versus Usenet …

  3. Cayetano
    2007-03-30 15:23

    Otro ejemplo www(punto)hazruido(punto)com

  4. Cayetano
    2007-03-30 15:47

    No tengo especial interés en el asunto, pero me interesa comprobar (emplearé otros métodos) la capacidad de ciertas personas para soportar la provocación del mensaje viral. (Es diferente, Es gracioso, Es cínico, Es espectacular).

    Empecemos, la cosa está en organizar una Red Social para venderles CocaMola (o cualquier otra banalidad) y meterles el cuello de la botella por tracto rectal. Es curioso que en el proyecto participen gente como Miguel Cuesta (google.dirson.com), Antonio Delgado (Caspa.tv), Víctor Domingo (Asociación de Internautas), José Luis Orihuela (eCuaderno.com), Bel Llodrá (Fundación IBIT), Gabriel Sáenz de Buruaga (Media Contacts/Havas Media), Javier Moya (Javimoya.com), Carlos Blanco (carlosblanco.com), Javier Martín (Loogic), Javier Casares (OjoBuscador.com), Mauro Entrialgo (Interneteo y Aparatuquis), Sonia Blanco (Blogs ‘Espacio Fílmica’), Javier Guardiola (markarina.com), Rosa Jiménez (ociocritico.com), Juan Varela (Periodistas 21) etc. Una especie Apología del Spam con técnicas cahi-piruli dirigidas a un segmento de la ciudadanía internetera entre 20 y 35 años, hombre, soltero y con estudios universitarios.

    Al parecer, hay personas incapaces de crear un producto lo suficientemente rentable como para pagar las ideas de marketing a un precio justo. Para eso se hacen ciertos concursos, ideas gratis a muy bajo costo. Avisados quedan

  5. Fainberg
    2007-04-03 00:17

    “es cierto que ciertos individuos, legitimamente codiciosos, han visto un posible filón bajo el epígrafe publicidad viral infectando las redes sociales. Curiosa perversión de lo que en principio se vendía como contrainformación.”
    Cayetano, me parece que lo hayas sintetizado muy bien.

    “si la mayoría es manipulable (con las palabras y la imagen) ¿porqué no obtener un beneficio?”
    Y dónde estaría la novedad? Los blogs se habían manifestado al principio como algo de revolucionario desde un punto de vista de la comunicación, de la información. La edad de oro ya se ha terminado? Tan de pronto?

  6. Marcos
    2007-04-03 00:28

    La Edad de Oro. A veces pienso que estamos demasiado “dentro” como para ver con cierta claridad. Quizás dentro de un siglo ni siquiera se hable de “blogs” ni se los diferencie de otras formas de la web; estamos hablando de un fenómeno de poco más de un lustro de vida y señalamos transformaciones inmensas, metamorfosis profundas… no sé, a lo mejor todo depende de la altura desde que se mire todo esto.

    Saludos.

  7. Fainberg
    2007-04-03 00:54

    No puedo que estar de acuerdo contigo, Marcos, cuando haces referencia a la brevidad (pásame el término quizás imperfecto, mi español está un poco oxidado) del fenómeno blog y consiguiente escasa estadística y perceción de su globalidad. Cuando hablo de Edad de Oro quiero referirme a un estado de ánimo, sobre todo, lo que sigue cualquier novedad de relieve que parezca contener en sí una potencialidad inagotable. Es como si se empezara a vislumbrar los límites de un medium que hasta hace poco parecía sin perímetro. Un ausencia que no siempre es positiva, por supuesto, pero contiene en sí misma características buenas, como el entusiasmo de la inconciencia, aquel perfume de otro-mundo-es-posible que suele ser un elemento propulsor de cada cambio significativo. No sé si logro explicarme (lo dudo).
    Lo que yo me pregunto es si la presencia en los blog de las mismas lógicas presentes en los media tradicionales sea un síntoma positivo, además de una atestación de buena salud.

  8. Cayetano
    2007-04-03 01:27

    Buenas noches,

    En mi opinión nunca ha existido una edad de oro de los blogs, en rigor se trata de una puesta en escena que oculta la verdadera revolución. ¿Acaso no fue una revolución Usenet?, Red de Usuarios que puso en contacto a toda una generación de científicos de todo el mundo y con intereses comunes. Usenet o los blogs son palabras que designan básicamente lo mismo, se trata de una herramienta de comunicación. El éxito de algo llamado blog no es algo que haya que despreciar, es un arma de doble filo. Al popularizarse los spammers, de diferente condición, ven en la herramienta un medio de promoción comercial. Si de Usenet desaparecen los usuarios más concienciados y se llena de spammer y chalados de diverso pelaje, dejará de ser interesante. En Usenet sobreviven los grupos donde los usuarios defienden con uñas y dientes a los intrusos. Con los blogs, en realidad páginas web, ocurrirá otro tanto. Sobreviven aquellos que defienden con uñas y dientes su personalidad. Tendrán forma de blog, de portal, etc. Los llamados CMS son herramientas que facilitan la publicación y el intercambio de ideas. La revolución no son los blogs, sino un conjunto de herramientas que han posibilitado la comunicación, intercambnio de ideas, noticias de primera mano, ponerse en contacto personas de diferentes disciplinas, culturas, nivel económico, etc. Esa ha sido la verdadera revolución.

    Por último apuntar mi experiencia personal, los revolucionarios, la comunidad científica, los investigadores, etc. hace tiempo que están migrando hacia redes sociales donde el ruido del marketing (en realidad puro spam) es practicamente inexistente.

  9. Jose
    2007-04-03 01:46

    Estoy absolutamente de acuerdo con Orietta Mascaro

  10. DEBARRA
    2009-02-02 23:46

    genial articulo! sabias palabras! no?


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