Manuel Bragado
Editor de Brétemas
¿Sabemos qué está pasando
en ese barco? ¿Es la situación
más grave de lo que se nos
está contando? ¿No había un protocolo sobre zonas de abrigo para
una situación como esta? Me llevo haciendo estas preguntas a lo largo de la tarde y no encuentro muchas respuestas razonables. Aunque no estamos por el momento frente a una catástrofe ecológica, la situación errática del Ostedijk va teniendo
demasiadas semejanzas con la pesadilla del Prestige; razón por la que no seré yo quien proponga qué se debe hacer con el barco, ya que para eso están los
responsables técnicos y los
especialistas para determinarlo.
Sea como fuere, algunas conclusiones de las informaciones recabadas ya se pueden ir sacando:
- El mercante holandés no estaba, según algunos técnicos, a pesar de contar sólo con un año de vida, suficientemente preparado para transportar esa carga peligrosa. Ya había sido retenido en Francia durante siete días por treinta y una deficiencias.
- El acidente se produjo por un error humano ya que después de agotado el gasóleo, los responsables del barco pusieron en funcionamiento el abastecimiento de fuel (que es necesario calentar), razón por la que las tuberías (que no estaban a aisladas térmicamente) calentaron las chapas y provocaron que el fertilizante comenzase a descomponerse.
- Es evidente que después de cuatro años y medio de la crisis del Prestige, no estamos aun preparados para gestionar otra catástrofe marítima. Es cierto que contamos con un buque potente de salvamento marítimo y de lucha anticontaminación, pero no poseemos un protocolo sobre puertos-refugio y zonas de abrigo. Los responsables del comité de crisis, ¿saben lo que tienen que hacer?
- El problema principal de la costa gallega es el tráfico intenso de barcos peligrosos por la autopista del mar que conforma nuestra fachada atlántica. La legislación europea aun es muy permisiva (a diferencia de la estadounidense) con este tipo de embarcaciones, auténticas bombas en el mar.
- La política informativa (a pesar de contar el comite de crisis con una única portavoz, lo que supone un avance) no está siendo lo suficientemente puntual, transparente y comprensible para la ciudadanía. La utilización de generalizaciones y eufemismos (“los gases no son tóxicos, sino irritantes”, lo que quiere decir que son inflamables; “el rumbo no fue errático, sino que la dirección del mercante sufrió variaciones”...) no es mejor modo de evitar la alarma social y la conmoción que un acontecimiento de este tipo provoca.
- ¿Es necesario esperar a que amaine el temporal y confiar en el buen hacer de los técnicos (la situación puede alargarse varias semanas?
Confiemos en que la del Ostedijk sólo sea una pesadilla de carnaval y la inevitable dosis de catástrofe en nuestra costa que, mientras no cambie la legislación sobre transporte maríticmo, nos toca sufrir cada cierto tiempo.
Artículo publicado originalmente en gallego. Traducción de LdN.