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Máquina de perspectiva por Julio Tovar

El 11 de cada mes es la cita con la historia, o mejor, con sus máscaras. Tal como Jorge III observa al pequeño Napoleón en la ilustración de la cabecera, Julio Tovar —cuya única religión es el culto a Clío— , cogerá su microscopio para radiografiar el pasado, capa por capa, y diagnosticar los cambios en esos bichillos tan entrañables llamados hombres.

El espíritu de la colmena

“[La sociedad pretende], impedir la aparición de cualquier individualidad que no esté en armonía con ella, para, de este modo, moldear los caracteres según el modelo por ella preconizado.”
John Stuart Mill, Sobre la Libertad (1859), Madrid, Edaf, 2004, pág. 44

La arcilla y los torneros

En 1947 Theodor Adorno y Max Horkheimer, horrorizados por el nazismo, publican la obra fundamental de la Escuela de Frankfurt, y la primera pieza de científicos sociales, en oposición a los pensadores exógenos de la Academia (Nietzsche o Freud), donde se cuestiona la modernidad: Dialéctica de la ilustración. En ella afirma sobre ésta:

“…se relaciona con las cosas como el dictador con los hombres. Éste los conoce en la medida en que puede manipularlos.”

En teoría política la construcción de esta arcilla primigenia, el hombre, en oposición a las viejas teorías teológicas —religiosas—, se concreta del siglo XVII al XVIII, con autores como Locke o Montesquieu. Este último escribe:

“La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes lo permitan, y si un ciudadano pudiera hacer lo que quiera, él tendría más libertad, porque los demás todavía tienen ese poder.”

El desplazamiento es evidente: la libertad depende de los otros. Ya no proviene de la divinidad. Los hombres, como articularán los tratadistas franceses hasta la revolución, harán del Estado el garante de sus libertades… y de su despotismo.

Con la arcilla preparada, los “torneros sociales” van poner las manos en este barro sin moldear a lo largo del siglo XIX. La revolución francesa, primer gran ejemplo de la dialéctica de la ilustración y sus costos sociales, va a hacer la utopía política, “la felicidad como idea nueva en Europa” según escribió Saint-Just, algo posible. En este texto nos vamos a centrar en las pequeñas utopías, los pequeños ensayos, que son un ejemplo “de juguete” y una constante del tratadismo del siglo. Como dice Marx:

“Buscan, pues, y en eso son consecuentes, embotar la lucha de clases y conciliar los antagonismos. Continúan soñando con la experimentación de sus utopías sociales; con establecer falansterios aislados…”

El paraíso son los otros

En el libro propagandístico que escribió Mathieu Briancourt sobre la obra de Charles Fourier, el falansterio, se resumen sus beneficios de este modo:

“Las maravillas que hace la organización del Falansterio serán debidas a tres instituciones socialmente. A saber: asociación integral, la organización jerárquica y libre de los trabajadores, y la alterna de los trabajos.”

Es una definición precisa que se concreta en el último ideal de la divisa francesa: fraternidad. Fourier, gran conocedor de las disensiones de la revolución de 1789 —fue perseguido en la Lyon girondina de 1793— busca el equilibrio y renuncia a cualquier tipo de lucha social. Se opondrá al capitalismo, que establece al mercader como nueva autoridad religiosa:

“Érase una vez que la gente hablaba de la infabilidad del papa; ahora es la del mercader la que ellos desean establecer.”

¿Su solución? La teoría de los cuatro movimientos. Reclama a Newton y, anticipando a Comte, busca anticipar una teoría social que establezca las leyes sociales propias de las leyes naturales:

«¿No es una fuerza semejante, una especie de atracción, la única destinada a afirmar la armonía de las voluntades humanas, el concierto social? ¿No hay alguna relación entre esta atracción humana, y esta atracción pasional, y la atracción material descubierta por Newton entre las leyes de la una y de la otra?»

Crea toda una filosofía con nociones científicas donde busca historiar el planeta. En ese pasado glorioso, su particular edad de los poetas, los hombres medirían casi dos metros, y llegarían a los cuarenta y cinco años de longevidad. Establece el máximo ideal de población terrestre: los tres mil millones de habitantes. Una cosmogonía repleta de imágenes neoclásicas, en lo que no dejaba de ser otro vástago díscolo de Rousseau.

Pero, ¿habría de explicar sólo una religión alguien que había sido tratante comercial durante años? Evidentemente, su proyecto armónico tenía que tener una perspectiva racional y un plan de acción. Esto no es otra cosa que el falansterio: comunidades de autogestión basadas en la numeración y usos de las falanges clásicas. Ahora bien, es una asociación socioeconómica distinta a los viejos sistemas feudales, y utiliza el bien industrial en un sentido societario, ajeno a una división en clases contrapuestas. Se quería obtener un sistema graduado de riqueza, una paz eterna y una invocada libertad práctica.

Son comunidades en equilibrio interclasista, con 400 familias y cerca de 1600 a 1800 individuos según los cálculos de Fourier. En las bases se la asociación se incluían la propiedad comunal de los bienes, un cambio justo de las aportaciones, y una pertenencia en las acciones de la propia comuna. Hay, también, un pensamiento feminista en Fourier que intenta igualar en sus acciones a las mujeres en el trabajo común, siendo de los más efectivos pioneros del siglo XIX.

La teoría económica, basada en la triada “capital, trabajo y talento” (que sería criticada duramente por Marx como “sentimentalista”), es acompañada por un plan arquitectónico que enlaza los elementos del campo y la ciudad. Cada falansterio estaría compuesto por tres partes: dos alas destinadas a actividades diversas y una central. Cada ala representaría actividades, ruidosas en una y silenciosas en otra, buscando el equilibrio total de cada una de las secciones. Los apartamentos serían privados, pero las aulas serían sociales: una especie de hotel comunitario en la absoluta fraternidad. Tendría talleres propios, pero su fundamentación sería la agricultura, lo que permitiría una autonomía total gracias a sus propios recursos.

Fourier llegó a ver en vida un proyecto de sus ideas: el falansterio de Condé-sur-Vesgre. Era necesario probar el cientifismo de estas teorías, en oposición a Saint-Simon y como respuesta a Owen, sus rivales en estos tiempos de comunismo primigenio. La correspondencia entre Fourier y sus acólitos nos ofrecen un desencanto creciente del autor con el proyecto, y presentan los evidentes errores económicos de la teoría (centrados casi todos en la industria y agricultura).

Al poco tiempo, existirán problemas con el suelo de la región francesa en Condé y rumores en los salones parisinos sobre el “amor libre” entre los miembros del falansterio. La falta de capital hará que su inauguración, para mayo de 1833, no sea tan perfecta como el modelo previsto en la teoría por Fourier. A ello se añadía la ausencia de cualquier tipo de dirección en el falansterio. Con la dirección renovada, comandada por Baudet-Dulary, llegarán las acusaciones de dictadura por parte de Fourier. En 1836 la sociedad establecida en Condé-sur-Vesgre será disuelta.

Este falansterio inicial, cerca de París y que habría sido modelo, fracasó. A éste le siguieron otros en la propia Francia, el resto de Europa y Estados Unidos, finalizando casi todos gracias a las disensiones y errores productivos.

Balzac hará un juicio muy agudo sobre la teoría de este tratante filantrópico:

“Ha concebido la tarea colosal de adaptar el medio de las pasiones, de destruir los obstáculos, para prevenir los conflictos. Pero controlar el juego de las pasiones, emparejarlas al vagón de la sociedad, no es para dar reino a los deseos brutales. ¿No es, acaso, promover la inteligencia en lugar de la sensualidad?”

Dios salve al progreso

Esta iniciativa de Fourier, pre científica en el sentido que desconocía los grandes principios económicos de la economía neoclásica con la que Marx fundará el socialismo moderno, tendrá escasas repercusiones, pero los escritores políticos seguirán hasta el siglo XX intentando racionalizar las deficiencias del nuevo estado liberal.

En este sentido, Comte es el fundador padre de los monstruos estatales del siglo XX que habrán de “promover la inteligencia en lugar de la sensualidad.” El positivismo, la necesidad de jerarquizar las ciencias sociales y adaptar a las naturales, traerá consigo la ley de los tres estados: teológico, metafísico y positivo. Son elementos temporales que van de la sociedad que desconoce las leyes naturales, el estado teológico, al positivo o final, donde se puede adecuar las leyes sociales a las naturales con prácticamente concordancia plena.

La consecuencia inmediata será, claro, la invención de la sociología junto a Marx: el estudio estadístico y socioeconómico de la sociedad. Pero también los fundamentos del estado orgánico absoluto: el despotismo estatal como fundamental para construir el futuro. Si la función hace el órgano, los estados acabarán deslegitimando el asambleísmo como método de gobierno, y las consecuencias de este fervor en el progreso serán los totalitarismos del siglo XX, como vieron Adorno y Horkheimer.

En nuestro pequeño viaje temporal, alargado en el tiempo, encontramos otro pequeño ejemplo de sujeción social contemporáneo y cuyo éxito es más prolongado que el ideal humanista de Fourier: las condiciones del nuevo capitalismo chino en las fábricas de Foxconn.

Un mundo infeliz

Cuando Le Corbusier realizó su teoría de habitabilidad eligió como número máximo de obreros 1600. El número es conocido para los lectores del artículo, pero fue Von Mises el más agudo al ver la influencia de Fourier en este arquitecto. Le Corbusier creará lo que Mises llamará de manera aguda “contenedor urbano” ¿Dónde podía desarrollarse un régimen de control que llevara a tal nivel de interdependencia social y al triunfo del “contenedor urbano”? Ni el Reino Unido keynesiano y clasista de Wilson y Heath, ni siquiera la URSS de los comités y las aldeas alejadas de cualquier control social. El modelo, la colmena, se completó en China, bajo un régimen comunista y en sus zonas de “estatus económico especial”. El triunfo de lo ecléctico en una paradoja histórica que habrá que estudiar en un futuro: la ciudad Foxconn.

Conocemos por cientos de tratadistas el grado de control social que llegaron a alcanzar los estados totalitarios en el siglo XX. Fourier habría soñado con esa endoculturación anónima y que evitara las deserciones de su falansterio; en la posmodernidad esto es posible y permite la anulación por completo del individuo en base a una estructura económica funcional. En palabras claras: se une lo funcional del socialismo real —la aniquilación del individuo en base al colectivo— con lo útil del capitalismo —el funcionamiento lógico de la economía—.

Foxconn procede de un holding con el nombre Hon Hai fundado para 1974 en Hong Kong. En principio fue un nombre de cara al exterior, y luego se convirtió en una subsidiaria de pleno derecho. A finales de los 80 ampliará su negocio en la China continental, acompañando sus medidas de apertura económica y creando la primera piedra de la ciudad Foxconn en Shenzhen. Es una compañía de servicios, y su éxito se ha basado en la capacidad de Terry Gou, su actual CEO, en adelantarse a las piezas que demanda la industria y gracias a su modelo integrado.

La ciudad Foxconn es un modelo urbanístico total, un “contenedor urbano”, con una cifra de trabajadores de 200.000 a 300.000, que incluye fábricas, hogares y zonas recreativas. Todo está dominado por la presencia constante de una televisión llamada Foxconn TV: más de 500 monitores alrededor de la ciudad muestran y adoctrinan para mantener la seguridad de la empresa, recomendar ejercicios físicos de mantenimiento y ofrecer las noticias del día. El trabajo desarrolla con eficiencia productos a costes reducidos. Es el llamado e-CMMS: enabled, components, module, move, service. Fue llamada agudamente por el Wall Street Journal como “La ciudad prohibida de Terry Gou”, y se calcula que la empresa cuenta con más de 43 billones de dólares de capitalización en el mercado.

Más de 150 comidas se ofrecen en cada uno de los 10 restaurantes de la ciudad. La ley queda representada por más de 1000 guardias que protegen este paraíso capitalista bajo las leyes comunistas de cualquier visita de extraños. Buscando la uniformidad, la mayoría de obreros en esta colmena suelen tener ropa de un color asociado a su departamento laboral. Gou afirma:

“Siempre les digo a los empleados: el beneficio del grupo es más importante que tu beneficio personal.”

¿Quién querría trabajar allí? Pues la masa laboral de campesinos migrantes que ejercen de mano de obra luego de décadas de miseria económica en el campo chino. Con sueldos competentes para el país, cada abandono queda compensado por las largas colas de los que quieren obtener un empleo allí. ¿Una utopía social? Más bien, un régimen de control social permitido por una dictadura cuyo programa económico fracasó en los 70.

Pero, ¿qué hombre podría resistir ser sólo una pieza en este engranaje del capitalismo tardío? La respuesta son los suicidios de Foxconn, con 16 muertes para 2010. Gou, alertado, fue a la fábrica a evitar que se extendiera la plaga, y contrató trabajadores para trabajar en “redes” entre los edificios para evitar las defenestraciones. Afirma: “Es una solución torpe, pero podría salvar vidas.”

¿Cuál es, entonces, el problema en este nuevo mundo feliz y en equilibrio? Simplemente, la mentalidad colectiva implícita a estos estados colmena. Según cuenta Zhu Guangbing, un antiguo jefe de planta, al Daily Telegraph, se llega a prohibir la conversación entre los obreros en el trabajo, con técnicas represivas y afectando negativamente el expediente laboral del trabajador.

En definitiva, son piezas de una maquinaria, y a través de la absoluta aniquilación de los rasgos individuales consiguen que aquellos que no pueden seguir la lógica del proceso, de sus normas explicitas y especialmente el pensamiento implícito se auto aniquilen para que la maquinaria pueda seguir funcionando. Los hombres, claro, como piezas reemplazables.

Hizo lo correcto, hizo lo racional

En la pionera novela distópica de Yeguevni Zamyatin Nosotros se describe un Estado único establecido en el control social del trabajo y la vida privada. La ausencia de vida privada, con edificios de cristal, anula la individualidad por completo y se considera por todos los ciudadanos algo insignificante por un bien común. Como es evidente, la digresión narrativa versará específicamente sobre una relación de pareja no permitida, y cómo ésta llevará al protagonista a su perdición en esta utopía.

Pero la gran intuición de Zamyatin se concreta en la lobotomía que vuelve a la razón al protagonista, el número D-503: la extirpación de la fantasía. ¿Y, siguiendo a Lacan, qué mayor fantasía que el yo? Este proceso, descrito siempre quirúrgicamente en la ciencia ficción, es el resultado final de cualquier estado totalitario. En el mundo de Nosotros el hecho ya está explícito con la conversión de los nombres en números y sus relaciones en lógica geométrica. Ése y no otro es el espíritu de la colmena: el sacrificio de un individuo por el bienestar colectivo.

Pero nuestro Gran hermano, Terry Gou, conoce todavía el límite del hombre: en 2011 Foxconn anunció que quiere reemplazar gran parte de los trabajadores por robots.
“La razón siempre vencerá” decía D-503.

Bibliografía

ADORNO, T. , HORKHEIMER, M. , Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Akal, 2007

BRIANCOURT, M. , Visite au Phalanstère, París, Libraire Phalanstérienne, 1848

BEECHER, J. , Charles Fourier: The Visionary and His World, Londres, University of California Press, 1986

BONNINGTON, C. , “IPhone Maker Foxconn Employs 1M Robots to Do Grunt Work” en Wired, 1 – 8 – 2011

CAMPANELLA, T. J. , The concrete dragon: China’s urban revolution and what it means for the world, Nueva York, Princeton Architectural Press, 2008

CARLSON, N. , “Life inside A Chinese Gadget Factory” en Business Insider, 27 – 7 – 2009

COMTE, A. , _The Positive Philosophy of Aguste Comté- (Editado por Harriet Martineau), Londres, John Chapman Ed, 1858

DEAN, J. , “The Forbidden City of Terry Gou” en Wall Street Journal, 11 – 8 – 2007

MARX, K. , ENGELS, F. , Manifiesto Comunista, Barcelona, El Viejo Topo, 2005

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MOORE, M. “Inside Foxconn’s suicide factory” en The Telegraph, 27 – 5 – 2010

MONTESQUIEU, De l’esprit des lois, París, Ed. Pourrat, 1831

NGAI, P. , “La proletización incompleta: una visión de China a partir de los suicidios en Foxconn” en Transversales, número 20, otoño de 2010

STUART MILL, J. , Sobre la libertad, Madrid, Edaf, 2004

VVAA, A guide to the top 100 companies in China, Singapore, World Scientific Publishing Co, 2010

VVAA, Historia y doctrina de la cooperación, Bogotá, Editorial Universidad Cooperativa de Colombia, 2004

VVAA, Sociología, capitalismo y democracia, Madrid, Ediciones Morata, 2004

VON MOS, S, Le Corbusier: Elements of a Synthesis, Rotterdam, 010 Publishers, 2009
ZAMYATIN, Y. , We, Londres, Penguin Books, 1993

Julio Tovar | 11 de octubre de 2011

Comentarios

  1. Troppi
    2011-10-13 17:53

    El artículo me parece un poco bobo, con la intención de decir, “eh, mirad que malos son en Foxconn”, en base a testimonios sesgados de ex empleados enfadados con la empresa (si es una corporación tan malvada, por qué no los ha hecho matar?), todo ello adornado con comentarios históricos pomposos.

  2. Alberto
    2011-10-13 18:03

    No me hagas mucho caso, Troppi, pero es que igual matar gente es algo más jodido de hacer así por las bravas. Digo yo.

  3. Julio Tovar
    2011-10-13 18:12

    Pues, precisamente, he intentado que no sea sesgado: “Con sueldos competentes para el país…” Ni en los textos que cito de “críticos” dominan como fuente; quedan compensados con otros que tienen a Terry Gou como genio empresarial.

    Lo importante no es, creo, la demostración de una explotación eso no me interesaba sino como la “endoculturación masiva” (la alienación que llaman los marxistas) lleva a que aquellos que no puedan seguir las normas se suiciden.

    Porque algunos suicidios tenían como objeto no “la explotación”…sino algo más terrorífico: la sensación de haber traicionado las “normas” de la utopía perfecta.

    Esto es Orwell, Koestler, Zamyatin: por eso me gustó mucho la noticia cuando la leí hará dos años en la prensa.

  4. Troppi
    2011-10-13 18:15

    Lo ponía como ejemplo llevado al extremo… Aun así, si en China es posible hacer esa supuesta ciudad-colmena medio esclavistas, y los disidentes al régimen reciben ese trato tan particular del que de vez en cuando se hacen eco los medios, no parece descabellado pensar eso.

    Simplemente creo que el artículo da como cierto un hecho que solo se apoya en unos pocos testimonios, adornado con muchas referencias históricas y literarias que, por muy bonitas que sean, no dicen nada. Es decir, que el artículo no dice nada en concreto, simplemente se aprovecha de la fama de una empresa y en base a ella monta un castillo de naipes eso sí, un bonito castillo.

    Aparte, lo veo un poco falto de rigor, ya que se afirma que la compañía tiene un valor en bolsa de 43 millones de dólares, y eso es muy poco. He hecho una búsqueda rápida en google, y al parecer no vale 43 millones de dólares, sino… 117.200 millones de dólares, es decir, unas 2.500 veces más. Con esta falta de rigor y asombroso desconocimiento del mundo real (cualquiera con dos dedos de frente sabe que una empresa de más de 300 mil empleados no puede valer eso) no resulta muy creíble el artículo.

  5. Julio Tovar
    2011-10-13 18:35

    http://online.wsj.com/article/SB118677584137994489.html

    Sí, eso es una errata, se refiere a billones, en un texto de 2007…con lo cual, conociendo la capitalización de los últimos años debido a la tecnología, la cifra debía haber sido más precisa. Estaba leyendo varias fuentes a la vez, y se me fue una letra, lo siento.

    Pero, recuerda, al citar cuatro fuentes a la vez es muy difícil decir que el texto es parcial: podría haber hecho demagogia con el artículo de Transversales…pero preferí compensar con Wall Street Journal, el libro de compañías chinas, etc.

    “Aun así, si en China es posible hacer esa supuesta ciudad-colmena medio esclavistas, y los disidentes al régimen reciben ese trato tan particular del que de vez en cuando se hacen eco los medios, no parece descabellado pensar eso.”

    La clave esencial es la siguiente: un régimen comunista permitiendo un sistema de explotación que en el error fabril lleva al suicidio por un sistema de endoculturación (televisores, prensa, control laboral…)

    Me fascina, porque en cualquier país de capitalismo tardío “este régimen” sería denunciado cada día en los medios. Y, en China (que es una dictadura), las presiones serán mínimas dado el control de los medios de un sistema así.

    Es un caso de sistema ecléctico que fascina, sobre todo si tienes conciencia de lo que eran los sistemas totalitarios en su tiempo.

    Nada más. Gracias por citar la errata.

  6. Troppi
    2011-10-13 18:43

    Yo no estoy diciendo que el artículo sea parcial, estoy diciendo que el artículo no tiene base. El artículo pretende transmitir eso que dices, esa fábula moderna del hombre, la colmena y el totalitarismo orwelliano, pero el problema, repito, es que se basa en hechos que no están demostrados. Como ocurre en muchos casos en el periodismo actual, la veracidad de los hechos es secundario porque el objetivo es darle al lector una fábula bonita.

    Por otra parte, entiendo que haya sido una errata lo de los 47 millones/billones. Pero hay otro error. En Estados Unidos, un billón equivale a mil millones. En España, un billón equivale a un millón de millones. Si antes dividíais por mil el valor de Foxconn, ahora lo estáis multiplicando por mil.

    Me remito al comentario anterior. El artículo está bien, está muy bien redactado y es muy bonito, pero la persona que lo ha escrito parece no tener ningún conocimiento sobre el mundo empresarial y financiero.

    Y, por favor, dejad de llamarme troll en vuestros Twitters. Solo estoy dando mi opinión, que no coincide con la vuestra por los motivos que he expresado, pero eso no me convierte en nada.

  7. Alberto
    2011-10-13 19:40

    A partir del segundo comentario sí. Antes has usado términos insultantes como “bobo” y “pomposo”. Que también hay que decirlo todo.


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