El 11 de cada mes es la cita con la historia, o mejor, con sus máscaras. Tal como Jorge III observa al pequeño Napoleón en la ilustración de la cabecera, Julio Tovar —cuya única religión es el culto a Clío— , cogerá su microscopio para radiografiar el pasado, capa por capa, y diagnosticar los cambios en esos bichillos tan entrañables llamados hombres.
“Nuestro pasado no es lo que puede registrarse en una biografía, o lo que pueden suministrar los periódicos. Nuestro pasado es nuestra memoria. Y esa memoria puede ser una memoria latente, o errónea, pero no importa ahí está (…) Puede mentir, pero esa mentira, entonces, ya es parte de la memoria; es parte de nosotros.”
Jorge Luis Borges, en BORGES, J. L. , FERRARI, O., En diálogo/ I. Edición Definitiva, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2006, pág.93
La construcción de la historia, del hecho objetivo registrado en los documentos y establecido a través de la discusión, tuvo entre sus primeros contradictores a los filósofos de izquierdas heterodoxos, y especialmente a Walter Benjamin, que construyó y defendió la Historia como presdigitación de una experiencia propia, alejada del documento, y que articula el presente de manera que las grandes ideologías positivistas no pueden realizar:
“El historicismo se contenta con establecer un nexo causal de diversos momentos históricos. Pero ningún hecho es ya histórico por ser causa. Llegará a serlo póstumamente a través de datos que muy bien pueden estar separados de él por milenios. El historiador que parta de ello, dejará de desgranar la sucesión de datos como un rosario entre sus dedos. Captará la constelación en la que con otra anterior muy determinada ha entrado su propia época. Fundamente así un concepto de presente como “tiempo-ahora” en el que se han metido esparciéndose astillas del mesiánico.”
Las palabras de este autor, con limitado eco en este tiempo, serán fundamentales en la nueva izquierda de los años 60, deudora del propio Benjamin, Gramsci, y otros socialistas fuera del leninismo. Todo esto llegará de manera fundamental a las propias obras de ficción de izquierdas, que reconstruían la experiencia subjetiva, la memoria omitida, arrasada, de una generación. En ese sentido, el viraje del Godard político, dialéctico, a uno más abstracto en los 70 va a formar a una generación de cineastas que construirán —especialmente en aquellos que trabajan en dictaduras— relatos fuertemente simbólicos con el objeto de recuperación de una experiencia omitida. En la propia La Caza (1966) de Carlos Saura se construye la alusión del otro, del ausente, con la metáfora de las madrigueras de los animales. Esta omisión, en cierto sentido, crea la visión del otro como monstruo en la poética El Espíritu de la Colmena (1973) de Víctor Erice.
Pero si existe un film construido como dialéctica de la memoria, siguiendo el trazado de Benjamin, no puede ser otro que Ο Θίασος —O Thiasos— (El viaje de los comediantes, 1974) del director griego Theo Angelopoulos. Rodada como falsa “película histórica” de los dos periodos clave de la historia griega, la invasión fascista y la guerra civil posterior a la victoria aliada, construye una precisa y muy notable ficción alegórica sobre la periodo del régimen de los coroneles (67 – 74). Así afirma el propio Angelopoulos:
“En el viaje de los comediantes aunque nos refiramos al pasado, hablamos del presente. La aproximación no es mítica, sino dialéctica. Esto viene de la estructura del film que en ocasiones yuxtapone dialécticamente “dos tiempos históricos” en un mismo plano creando asociaciones que llevan a conclusiones históricas… Estos enlaces no elevan los eventos, pero superan las nociones de pasado y presente y en su lugar proveen una interpretación de desarrollo lineal que sólo existe en el presente.”
Esas “conclusiones históricas” son evidentes, deudoras del carácter simbólico que adquirió el montaje y la planificación gracias a Godard (Angelopoulos había estudiado en ese París del 68, y considera El viaje… como su obra más marxista y brechtiana…) y suponen una ferviente crítica a la falta de libertades del periodo no mostrado; simplemente sugerido por la dialéctica en plano, en ocasiones sin corte, de dos periodos de dictadura de facto en el sistema griego. Afirma el director:
“Lanzamos la película (…) luego de los eventos de la Politécnica. En cualquier caso, ya que el film se enfrenta al periodo del 39 al 52 y refiere todo tipo de episodios poco mencionables, los censores de Papadopoulos no lo habrían aprobado. A pesar de esto, decidimos seguir y filmar la película.”
Pero ¿cómo fue este periodo? ¿Por qué Angelopoulos decidió relatar la memoria de estas generaciones de guerrilleros políticos?
Noviembre de 1952
“Si no queremos en nuestras calles otro diciembre rojo, debemos seguir al Mariscal.”
El primer salto fílmico del viaje de los comediantes tiene como contexto las elecciones de noviembre de 1952, en las cuales el mariscal Papagos obtiene la mayoría a través de la coalición Ελληνικός Συναγερμός (Rally griego), acabando con la disensión comunista del país durante toda la década de los 40 y entrando en la OTAN en ese mismo año. El salto posterior, que lleva a 1939, compara la dictadura fascista de Metaxas con el gaullismo más tibio de Papagos. ¿Cómo llega a esta comparación? Estrictamente por el resultado difuso e incierto que deja a Grecia la guerra civil bajo un régimen parlamentario no muy democrático protegido bajo la llamada “constitución paralela”.
El final de la segunda guerra mundial, como veremos, trajo el predominio político de la EAM (Frente de Liberación Nacional) y su brazo armado ELAS (Ejército de liberación de los griegos). De influencia socialista, entre soviética y yugoslava, tuvo un papel fundamental en el hostigamiento a los poderes del eje en el interior griego. Los poderes occidentales, dominados por Churchill y el Reino Unido (que protegía políticamente Grecia desde el siglo XIX), pactaron con la URSS la presencia occidental en el territorio. El tratado de Varkiza, firmado el 12 de febrero de 1945, desmovilizó a las tropas socialistas, manteniendo la precaria legalidad del KKE (Partido Comunista Griego). La extrañeza de esta victoria inútil de los guerrilleros, usurpada por la intervención relámpago británica, es recogida en este testimonio de Eleni, miembro de la organización juvenil (EPOM) de la EAM:
“Luego de la liberación, en 1945, vimos cosas que eran muy crudas. Y desde entonces, nosotros… nosotros, que habíamos luchado contra la ocupación, contra los tipos malvados… y aquellos que habían colaborado con los nazis, ahora eran los buenos. El gobierno los felicitó y nos castigó. Y nosotros éramos los malvados. Todavía trabajábamos en la organización, pero de manera oculta. Era la editora del periódico de estas juventudes. Finalmente, para 1947, quedé completamente sola en la oficina. Una persona había escapado a las montañas, otra había sido asesinada, y estaba yo sola.”
Orestes, en la película hijo de Agamenón, lucha junto a los comunistas, y es arrestado para 1949, siendo ejecutado en 1951. Electra ayuda al ELAS, y venga la muerte del padre junto a Orestes matando a Egisto y Clitemnestra. El relato mitológico, entonces, sirve a Angelopoulos para trazar la memoria de la resistencia de este movimiento insurreccional. Como consecuencia de esta represión muchos veteranos huyeron a Yugoslavia, escondiendo los polvorines en las montañas griegas. Woodhouse habla de las dudas constantes de la EAM en aceptar el mandato aliado en este periodo, aunque “necesitaba el respeto del reconocimiento británico como fuerza amiga” para resultar un movimiento legal. De 1945 a 1946 los paramilitares de derechas, el terror blanco, realizarán la citada represión ilegal, lo que llevó al rearme guerrillero de la ELAS.
En 1946 el KKE prepara un ejército, y boicotea las elecciones del 31 de marzo de 1946, que ganará la derecha monárquica. En septiembre, el referendo salvará la Monarquía y el Rey volverá a Atenas protegido por los británicos. Mildward añade una ayuda comparable, e incluso superior al resto de países del plan Marshall a través de asociaciones como “The United States Economic Mission to Greece”, afirmando que “del 1 de julio de 1945 al 30 de julio de 1947 Grecia había recibido 99.3 $ por habitantes en créditos y pagarés y el Reino Unido 94.8 $”. Esto demuestra la importancia para occidente del eslabón griego en la lógica de la guerra fría.
En marzo, en las elecciones, 30 ELAS veteranos atacan una estación de policía en Litóchoro, en el norte de Grecia. El KKE lo apoya como gesto contra la Monarquía, y de nuevo el ELAS, titulado ahora DSE, vuelve a la carga dirigido por Markos Vafiadis. La URSS, que había pactado con Churchill el abandono de la influencia soviética, no apoyará directamente la rebelión, que será mantenida por la Albania y Yugoslavia socialistas. Con 16.000 partisanos, en el terreno abrupto del interior, la rebelión se mantendrá localizada en las zonas rurales (Epiro, Tesalia, Macedonia y en el sur en el Peloponeso). A ello se enfrentará el ejército griego, con cerca de 100.000 hombres, y cada vez más profesionalizado. En 1947 el apoyo vira del Reino Unido a EEUU, respondiendo a la estrategia de guerra total del KKE —que llega a formar un gobierno alternativo al ateniense—, y para 1948 están en el Ática, a 20 Km de Atenas. Si bien el revés de Konitsa paralizará las grandes operaciones, que verán en 1948 un retroceso progresivo.
El fin del KKE y el ELAS será político: Yugoslavia y la URSS romperán para 1948, debilitando la posición del KKE. Así, el cierre en julio de 1949 de las fronteras con Yugoslavia los dejará en una posición de debilidad. Ese mismo año, el ejército del Peloponeso es derrotado, y la frontera norte queda desprotegida por el cierre de las fronteras. Alexander Papagos, con la “operación antorcha”, acabará por completo con la disidencia armada de izquierdas, y su cúpula, junto a más de 1000 guerrilleros, se exiliará en Albania.
Pero la soberanía griega, como afirma Richard Clogg, había quedado en entredicho por el apoyo popular al comunismo, y ya que el país había sido gobernado por la coalición populista – liberal “como resultado de la presión americana”. Después de unos gobiernos débiles, del 49 al 50, comandados por coaliciones de centro, Papagos —vencedor del DSE— presentará su candidatura para 1951 modelándose como respuesta de consenso en el estilo del general De Gaulle.
Si bien en septiembre de 1951 no pudo obtener la mayoría, una intervención externa, comandada por el embajador americano John Peurifory, defendió el cambio de un sistema electoral proporciona a uno de mayoría simple. El partido de Papagos, el citado Rally griego, apoyó esta reforma, y el gobierno la aceptará en las elecciones de noviembre de 1952. Con este artificio Grecia seguiría siendo parte del bloque occidental a costa de un pseudo-parlamentarismo, según definición precisa de Ioakimidis. ¿El precio? Su soberanía de facto.
Otoño de 1939
“El ministro de Propaganda del Tercer Reich, Goebbels, con Ioanis Metaxas, pasará por la ciudad”
El paso por la plaza de los comediantes, en un pueblo de la Grecia rural, ve virar el tiempo de los años 50 a la Grecia de la dictadura: otoño de 1939, Metaxas. Ioannis Metaxas, general de éxito en las guerras balcánicas de inicios de siglo, había apoyado durante largo tiempo la germanofilia del Rey Constantino frente a las simpatías aliadas de Eleftherios Venizelos, primer ministro. Luego de la caída de Venizelos, para 1920, volverá a Grecia y fundará el Partido de Librepensadores el 12 de octubre de 1922.
Conservador y monárquico, participará en el coup d’etat de Leonardopoulos-Gargalidis de octubre de 1923, lo que forzará su exilio. Con la Segunda República, para 1924, volverá de su exilio y poco a poco su partido cobrará fuerza electoral, accediendo al Ministerio de Comunicaciones. A inicios de los 30, se desplomará electoralmente, pero verá su fortuna en 1935, con el retorno de Jorge II. Las elecciones de 1936 son su apogeo gracias al empate entre conservadores y liberales, más con el temido avance, por primera vez, del KKE en los distritos rurales.
El Rey, entonces, nombrará a Metaxas ministro de guerra para acabar siendo Primer Ministro el 13 de abril del mismo año. El 4 de agosto es el fin de la democracia en Grecia: gracias a un estado de excepción tendrá la oportunidad de erigir su propia dictadura, aún con el Rey, que llegará hasta 1939. En esos tres años suprimirá la disidencia política, copiará a otros gobiernos autoritarios o fascistas (especialmente Italia), y se dedicará con fervor en aniquilar al KKE, arrestando al disidente Nikos Zachariadis. El ejército será, por primera vez, el único actor político en el escenario griego. Comienza, entonces, la función del ejército como “guardián” que según Huntington protege la independencia y también frustra el aperturismo.
Pero llegará el ultimátum del 28 de octubre de 1940, que pretendía doblegar Grecia a la dictadura italiana, y que puso en frente al dictador con un claro “No”. Mussolini responderá invadiendo Grecia desde Albania y comenzando la guerra greco-italiana. El plan preveía tomar el norte, luego Atenas y el resto del territorio, pero las montañas del Epiro permitieron la defensa de Metaxas con el apoyo de la aviación británica.
Alemania intervendrá para el 6 de abril de 1941 a través de Bulgaria. Metaxas morirá sin ver su país tomado por el eje en enero de 1941, siendo sustituido en el mando por Papagos. Para marzo del 41, Grecia fue ocupada y dividida entre Alemania (Atenas, Tesalónica, el Pireo), Bulgaria (Tracia, Macedonia Oriental) e Italia (Las islas, y la parte occidental). Con una resistencia feroz en el norte, el eje llegó a provocar 50.000 víctimas. Mientras tanto el gobierno del Rey se exilia en Egipto iniciando un sistema de doble poder entre la resistencia de las guerrillas y el poder reconocido por los aliados (aunque no por la URSS).
Éste será el caldo de cultivo evidente para el gran protagonista del periodo: el KKE. Con la ELAS, se convertirá en un una fuerza política de primer nivel en la resistencia del norte. Siendo partisanos montañeses, en terreno difícil buscan ganar la guerra y luego realizar la revolución. Su líder Aris Velouchiotis, de personalidad violenta, se impondrá a la todavía menor EDES, existiendo un límite guerrillero en el rio Achelos. Con la voladura del viaducto el Gorgopótamos, la ELAS comienza su andadura en la historia, contando con apoyo británico. En 1943, ELAS, EDES (Nacionalista) y EKKA (Monárquica) colaboran con un ataque para distraer el eje de la operación final en Sicilia. Ese mismo año se rinde Italia, y esta pequeña guerra civil griega se recrudece, con intentos de legislación social en las zonas rurales que son fuertemente contestados por los colaboracionistas. En la película los colaboracionistas son presentados como Egisto y Clitemnestra, que traicionan y dan muerte a Agamenón.
En 1944, con el fin de la guerra europea, se dan los acuerdos del Líbano en los que toda la oposición pacta un gobierno de concentración para mayo. Pero en octubre los británicos han tomado Atenas, aunque ELAS domine casi todo el país, luego de subsumir a la EKKA y dejar casi reducida a la nada a EDES (en el Epiro), desembocando en un gobierno interino. El equilibrio será imposible, y la ELAS, más belicosa que su brazo político EAM, forzará la ruptura después del ultimátum de desarme de diciembre. Es la “Dekemvrianá”, el diciembre rojo, en la cual los británicos pararon una huelga revolucionaria en Atenas. Papandreu, que pretendía un imposible consenso, será forzado a su dimisión por los británicos, siendo sustituido otra vez por un general, Nikolaos Plastiras. El 15 de enero de 1945 se negociará un alto el fuego, un armisticio, que servirá únicamente como método de consolidar las fuerzas por los dos bandos.
La dialéctica del presente
Cuando Angelopoulos rodó la película sabía que era imposible referirse de manera directa a los sucesos contemporáneos, y forzó la metáfora en una obra de ficción donde se ejerce la dialéctica entre los citados periodos históricos con estos preceptos:
Estos tres conceptos se pueden ver de manera evidente en el régimen de los coroneles: Angelopoulos ficcionaliza el presente a través de la intercesión de dos periodos con sus relativos parecidos. Como citaría el propio Angelopoulos de T.S. Eliot, “El tiempo presente y el tiempo pasado/Están quizás en el futuro/Y el futuro en el pasado”; construir la memoria de los silenciados, de aquellos que no pueden hablar; objetivo máximo de Walter Benjamin y que su conocido co-guionista, el literato Petros Markaris, describió de este modo:
“Todo el mundo hablará de este año/Todo el mundo será silente sobre este año”
Brecht escribió en uno de sus poemas titulado “Finlandia 1940”: “Esta es la manera en cómo me siento sobre 1968. Soy todavía uno de los que quiere todavía escribir. Mucha gente prefiere permanecer en silencio. En cualquier caso, las nuevas generaciones saben poco sobre lo que pasó en 1968 en Europa, pero también sobre lo que pasó en Grecia…”
Bibliografía
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