Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
No estoy del todo seguro, pero me parece que nadie pensaría siquiera en asumir que los elementos literarios sólo tienen que ver con que un escritor haga las veces de guionista en un producto audiovisual cualquiera… Uhm. No. Lo acabo de pensar bien y estoy equivocado: en realidad, la caterva de subnormales también contamina al audiovisual contemporáneo y obliga a que los productos asuman una tesitura de formato noble en a partir de la pertenencia de un autor a un gremio determinado. Una serie de televisión como The Wire no es literaria porque su transcurrir esté bien urdido y porque el énfasis puesto en lo que se ha decidido contar no tenga puntos débiles, no. Una serie de televisión como The Wire es literaria porque entre los guionistas están Richard Price y George Pelacanos. Porque la dirige un periodista como David Simon. Así está el patio. Snif
¿Es el cómic arte? ¿Podría serlo? ¿Debería ser considerado como tal? ¿En qué nos basamos para considerarlo así? ¿En la posibilidad existente ya en diversos medios para ejercer un análisis de los diferentes aspectos técnicos que lo conforman? ¿En que poco a poco va generando un vocabulario propio? ¿Es el arte territorio de las declinaciones?
Si en la cultura la normalidad es la subnormalidad, esto quiere decir que la construcción de una anormalidad ha de realizarse siempre al margen de la normalidad. Es decir, tratando de ser lo menos subnormal posible. Como hasta antes de ayer, como toda la vida.
Ahora que lo pienso, una manifestación evidente de subnormalidad proviene de todos aquellos que gustan de los productos de la cultura de masas y que precisan de una excusa o de un chivo expiatorio para poder disfrutarlos a vista y paciencia de todo el mundo. El subnormal es un sujeto que para poder hablar de lo que le gusta, adapta un sistema de valores que proviene de un área que desconoce profundamente, de un lugar donde, a lo largo del tiempo y del espacio, se ha asumido que las obras que lo constituyen pueden cambiar la vida del espectador/lector/consumidor.
Este lugar puede ser la academia o las páginas de propaganda cultural de los suplementos, lo mismo da.
Entre Duchamp y Hist, o entre 1917 y 1992, el arte acaba por experimentar un cambio radical en la gestión de su templo. El museo, los museos, pierden valor social. Todo lo que transcurre en ellos refiere al dinero. Al menos según los telediarios. De ahí proviene la sospecha hacía el museo, la elaboración de un sistema de valoraciones que más tiene que ver con responder a esa sospecha que con generar un discurso determinado. Todo lo que entra en el museo herido de muerte gracias a la sospecha, todo acaba por definirse en negativo. Dicho esto: ¿qué tiene de particular el cómic para que su entrada en un museo tenga un valor especial?
Esto último podría resultar curioso, a no ser porque luego está lo primero, lo de dar valor por formatos y asumir que cierta tipología de cómics merece mayor atención porque sus guionistas son o se comportan como literatos. Como si el dibujo no tuviera relación con lo narrado o como si todos los guionistas fueran y trabajaran como Alan Moore, ese hombre que escribe páginas y páginas con descripciones exactas de cómo y qué ha de contener una viñeta. O, peor, como si el dibujo no fuese más que accesorio o secundario.
Curiosamente, la aceptación del cómic como parte del paisaje cultural “que te cambia la vida” tiene que ver con valorar lo secundario, con urdir un planteo que invite al secundario de toda la vida a desempeñar un rol protagónico. Lo que se busca es, en rigor, que se hable de él en los suplementos, que se hagan exposiciones en torno a sus obras y autores capitales y que todo esto justifique la llegada al terreno de la respetabilidad dentro de la creación.
Luego, si el cómic sigue siendo interesante después de eso es lo menos.
2011-04-26 13:17
Buenas noticias (o malas, según para quien) el Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria-Gasteiz (ARTIUM) considera que el cómic puede ser arte (o Arte)