Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
De un tiempo a esta parte algunos popes de la cultura española han denunciado que en España no hay lugar para el debate y que de diálogo ni hablemos. Que aquí de lo que se trata es de prodigar la buena nueva: nada fuera de la cohesión, la adhesión y la estabilidad tiene cabida. De esto nos hablan cada tanto desde algunas páginas de algún suplemento cultural de un periódico cualquiera. Y no se equivocan, no.
Quizás por eso siento la necesidad imperiosa de retratar que hay una serie de elementos, en este caso propios del mundillo del cómic, que apuntan hacia otro sitio, que, precisamente, optan por tocar los cojones. No se trata tanto de reivindicar como de intentar decir “ey, esto es lo que está pasando ahora”. Levantar la mano, sentar precedentes, lo que sea. El hecho de que a día de hoy la mayoría de los autores que consideramos importantes hayan empezado en el fanzinismo, no hace menos que subrayar la necesidad de cubrir ese medio, de tratar de entenderlo en sus límites y saber leerlos como algo más que una obra que existe por puro entusiasmo. Ahora que lo pienso, eso es lo que más me motiva cuando me siento al aparato para daros la tabarra. De hecho, cuando Juarma me pidió un prólogo para Lo Pitbull tuve la intención, quizá leve, de renunciar a escribir cada martes, porque al no conocerlo de nada, más allá de leer su obra con verdadero interés, se cerraba un círculo. Empezar con él una sección de entrevistas es, quizá, un acto de justicia poética. Sobre todo porque me moría de ganas de hablar de Lo Pitbull, pero tenía la impresión de que iba a quedar como una muestra más de que las cosas en el ámbito de la creación funcionan bajo una única regla: el-yo-te-la-chupo-si-tu-me-la-chupas-way-of-life. Rebotarle éstas preguntas a Juarma es, a su modo, la manera en la que me permito volver a hablar del valor de su obra, de su trabajo, de sus fanzines. Eso sí: dejando la resolución, la punchline, en sus manos.Pasen y lean, tengan la bondad, pasen y lean…
Tú te dedicas a otras cosas, vives de otras cosas, y has afirmado, en más de una ocasión, que el mundillo tebeil te parece una mierda. Dicho esto, ¿tienes intención de convertirte en un autor de esos famosos? ¿Te interesaría vivir de los tebeos?
El día que me inviten a algún festival del tebeo, o cuenten conmigo para algún catálogo, exposición o guateque, o me den un premio y me rían las gracias o al menos los inútiles que escriben sobre tebeos se lean uno mío y respeten mi trabajo, pensaré de otra forma. Cada uno cuenta la misa según le va.
Siempre aspiro a que se valore con objetividad lo que hago, que no hablen bien o mal de mí en función de lo simpático o lo amigo que pueda ser y la mínima parte del mundillo del tebeo que he conocido o tratado me parece, para lo bueno y lo malo, poco objetiva y chapucera.
Me conformo con sobrevivir haciendo tebeos, no perder nunca las ganas. Ser “famoso” para 500 personas que se compren mis fanzines y me permitan autoeditarme una vez al año.
Hacer un chiste en 10 minutos y que te paguen lo mismo que por un día entero en el bar o en la aceituna o en la obra, me parece de puta madre. Aunque los juanpenas de los dibujantes estén todo el día llorando, ser dibujante profesional debe ser uno de los oficios más bonitos del mundo.
¿Por qué tebeo y no literatura o cine? ¿Has tenido alguna vez algún grupo de música?El tebeo me permite distanciarme emocionalmente de lo que hago. Antes me gustaba mucho escribir, pero me implicaba demasiado en lo que escribía y me tomaba demasiado en serio. Y lo serio no es muy compatible con el escepticismo y el descreimiento con que observo las cosas. El humor, la risa, los chistes, son una herramienta cojonuda para intentar comprender el mundo. En los fanzines las ataduras son mínimas. Como las pautas no las marcan las pesetas, es fácil sentirse libre y cómodo y hacer que el impulso de esa necesidad creativa sea la diversión.
Nunca he tenido un grupo de música, gracias a Dios.
Del prólogo sólo me editaste una palabra: chistolari, y me dijiste que no hacías chistes. ¿Qué haces, entonces? ¿Cómo definirías tu curro? Sé que las definiciones suelen ser mierderas por definición, pero…
Hago fanzines. Me interesa contar cosas y no me considero que sea un señor gracioso como lo pueda ser Arévalo. Además, la palabra “Chistolari” es fea de cojones. Mi trabajo lo definiría como “hacer fanzines“, aunque a veces tengo que meter la pata en el mundillo de los tebeos para seguir sobreviviendo como dibujante.
He visto por ahí que estás en un libro sobre El Humor coordinado por Jordi Costa. Además, muy bien acompañado. ¿Qué te ha parecido la experiencia?
Monteys, Joaquín Reyes, Noguera… Algo debo estar haciendo mal para andar metido en un asunto con ese tipo de gente.
La experiencia la definiría como bonita. Que Jordi Costa me escriba sin conocerme de nada, me haga un encargo y lo valore, y me de libertad y confíe en mi, me parece maravilloso y le estoy muy agradecido. Me siento como una Pretty Woman. Estoy tan poco acostumbrado a que los listos valoren mi trabajo, que todavía pienso que es una broma y hasta que no tenga el libro en mis manos, no me lo voy a terminar de creer.
Muchas veces te han preguntado si has hecho opos para El Jueves. ¿Qué te parece como continente? ¿Y el TMEO, donde sí colaboras?
Me he criado leyendo Mortadelos y a Ivá, Azagra, Oscar y Ozeluí, y el que haga fanzines viene determinado de alguna forma porque mi padre compraba de cuando en cuando El Jueves, y me lo dejaba leer, a pesar de que era un mocoso. Mi impresión como léctor habitual, es que —por momentos— se abusa mucho de lo freak, de la marcianada. Prefiero el humor cercano a la gente, a la vida real, al entorno y casi lo que más me gusta son las cosas que hacen los dibujantes más viejos.
El TMEO me encanta y compartir sitio con Roger y Tamayo, es algo maravilloso. Pero voy sacando material viejo, no me garantizan un espacio para meter una paginita nueva cada dos meses, así que no me considero colaborador.
Como dibujante, uno de mis propósitos es digievolucionar en ambas cosas.
Que es lo primero que piensas cuando escuchas eso de La Escuela Bruguera, qué te parece.
Ahora queda muy cool decir “me influye Vázquez”. La escala de lo guay funciona así. Con el término “Escuela Bruguera” se empaquetan a un montón de cadáveres para teorizar y rapiñar en nombre de la cultura. Lo mismo si hubiesen valorado a Bruguera en su momento, seguirían sacando tebeos. En el humor los vivos son la peste. A muchos dibujantes les da vergüenza admitir la influencia del vivo Ibáñez, por ejemplo. Si tuviésemos dignidad, deberíamos llevar un Mortadelo tatuado en el culo.
Pero bah, esto es una opinión, subjetiva y caprichosa, como todas.
¿Qué es primero, la punchline o el tema? Es decir, llegas a lo que haces reflexionando sobre un tema o sobre una punchline?
La gracia en sí o el tema surgen de una forma muy natural, de una observación, una lectura o bien conversando con alguien. Suelo tener cerca un moleskine donde voy anotando cosas curiosas o graciosas y las tonterías que se me ocurren. De ese marasmo de anotaciones ininteligibles salen mis fanzines.
No hay una reflexión previa y el proceso es muy espontáneo.
¿Cómo definirías tu estilo?
Libre y alegre y humilde.
2010-10-14 22:56
Primera entrevista: enhorabuena.
2010-11-22 17:54
Me uno a Alvy. Que te vaya bien en todos los proyectos que vayas ideando, Juarma.