Una de las cosas que más me ha llamado la atención al momento de presenciar algún debate en torno al término Novela Gráfica ha sido una observación que recae en la primera parte del término: Novela Gráfica es un término que se empieza a usar cuando se habla de la muerte de la novela.

Lo curioso es que, cuando se habla de la muerte de la novela no se está haciendo referencia a otra cosa que a la multiplicidad de elementos que admite al tiempo que se hace una denuncia de una distinción decimonónica que ya no es aplicable. Entonces, hablar de la muerte de la novela, es hablar de la imposibilidad de establecer protocolos de lectura que puedan asumir el grueso de la producción porque, un buen día, la sociedad dio lugar a más de un autor y hubo un nutrido grupo de lectores dispuestos a acogerlos a ellos todos en sus bibliotecas. Dicho de otra manera, el término Novela Gráfica nace cuando hay una cantidad de lectores dispuestos a leer cualquier cosa que lleve el palabro Novela en la solapa. Esto, como todo, tiene que ver con industrialización de testimonios culturales.

Y la cuestión podría zanjarse allí, en ese lugar donde por pura condición mercantil las características de una obra se realzan para que venda más. Y ya, hombre, que no hay más que hablar. Pero no, porque bajo este concepto se pretende realizar un cambio de imagen que más tiene que ver con una percepción acerca de las jerarquias que rodean a la cultura. Ahora, un video.

Partiendo de construcción que el Dr. Repronto hace de “Alta y Baja Cultura”, podemos acceder a otra noción, que aunque dependa de lo que ya hemos apuntado, le da otro cariz al palabro Novela Gráfica y es, además, una noción generalizada en el ámbito de los lectores de tebeos. O, al menos, parece serlo.

Si el término Novela Gráfica permite que el tebeo salga del nicho de las librerías especializadas lo hace porque bajo dicha construcción se le otorgan una serie de nociones que despierta el palabro Novela, un palabro que define un formato que ya está santificado. Dicho de otra manera: es mucho más fácil poner un lomo que haga bonito en el salón que justificar por qué lees tebeos ante una persona que los desprecia por considerarlos infantiles.

Y ahora les dejo, que toca ver que dice Santiago García al respecto. Ya os contaré.