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Kliong! por Carlos Acevedo

Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.

Ya nadie baila todo el mundo es DJ (I)

En la presentación de El Experimento, Hernán Migoya aclaraba que él se deshacía en elogios para con los autores que edita argumentando que si fuesen americanos o franceses cada blog o medio, por pequeño que fuese, le dedicaría líneas donde glosarían sus virtudes pero ya que, lamentablemente, eso no sucedía porque son españoles, se veía en la obligación de bañarlos en loas y aplausos. Una declaración, a mi juicio, bastante desafortunada pero, considerando que viene de un editor, no sólo es comprensible si no que, además, es necesaria: el rol de editor conlleva correr un riesgo; de hecho, está en sus manos lograr que dicho riesgo sea económicamente sostenible. No debemos olvidar que al hablar de tebeos, como cuando lo hacemos sobre cine o literatura, hablamos de la ramificación industrial de la cultura. O sea que, nos pongamos como nos pongamos, hablamos de consumo y, por ende, de mercado. Eso por un lado.

Por el otro, está la posición del autor. No en cuanto a su obra, ojo, si no en cuanto a la posición que se le otorga a toda obra publicada por el sólo hecho de estar a disposición de los consumidores. Dicho esto, os remito a estas declaraciones de Toni Guiral que, recogidas por Elena Cabrera, exponen unas intenciones que hablan de un rol que hoy a primera hora nadie está cumpliendo en España. Por pura omisión. Me explico: El propio Sr. Guiral, ha desconocido en el pasado la existencia de una Crítica de Tebeos en España, argumentado que no hay industria. Si eso, a los que hablan de tebeos les ponemos el mote de divulgadores. De hecho, que los premios en diversos salones o ferias del cómic sean a la divulgación y no a la crítica nos habla de que no es sólo una cosa del Sr. Guiral, si no, cuanto menos, una impresión general bastante curiosa, teniendo en cuenta el auge del manga o la ingente publicación de obras que articulan los intrincados universos superheroícos de Marvel y DC, sendos fenómenos de mercado que denotan la necesidad de una visión crítica a fin de ayudar, a la vez que asegurar, que el lector desembolse los dineros que permiten que el medio subsista. Pero, más allá de eso, el canto de cisne que encarna la nueva presentación de 11-M. La novela Gráfica , que lleva por subtítulo “Salvemos a un libro de la hoguera del silenci“”, resuena en mi cabeza a partir de las nociones que tienen que ver con “el silencio del mundo de los cómics” ante una obra que, en mi opinión, poco y nada tiene que ofrecer al mismo.

Ante esto, es importante entender que el rol de divulgador se distancia y diferencia de la Crítica en cuanto no constituye un proyecto de gestación de protocolos de lectura comunes a una serie de profesionales, si no que, muy por el contrario, somete la labor de difusión a la observación peregrina y a la ausencia de un juicio que se solvente en el conocimiento del formato. Un divulgador no puede, por pura definición, contar con un juicio estético articulado en base a las constantes de un soporte y se resuelve, en definitiva, en saber reírle las gracias a los autores. De hecho, como se ha visto, cuando no hay gracias que reír lo que prima es el silencio. Muy por el contrario, la crítica depende desde su concepción de una noción que tiene, por su propio bien, que solventar las dudas de un consumidor y por pura lógica dicha labor no consiente el silencio. Ante esto, es importante subrayar que el hecho de que haya un desembolso de dineros, convoca a una serie de valores intrínsecos que no se responden, ni de coña, con una solapa o una contraportada. Mucho menos, con un funcionamiento que sólo es concebible a partir de loas y los aplausos. La pregunta, ahora mismo, resulta obvia: ¿Es posible la Crítica de Tebeos en España?

Volveremos sobre ello.

Carlos Acevedo | 16 de febrero de 2010

Comentarios

  1. Álvaro Pons
    2010-02-16 22:58

    “Un divulgador no puede, por pura definición, contar con un juicio estético articulado en base a las constantes de un soporte y se resuelve, en definitiva, en saber reírle las gracias a los autores.”
    Un divulgador debe contar con un criterio estético que articule su discurso. Es fundamental. Y, desde luego, no es alguien que sabe reírle las gracias a los autores, sino un persona interesada en dar a conocer una forma artística. Se puede entender la divulgación desde la rigurosidad de la divulgación científica (yo, lo siento, es desviación profesional, es cómo la entiendo) o como una simple labor promocional. Pero, sinceramente, creo que la labor promocional no es divulgación, es simple marketing.

    “ Mucho menos, con un funcionamiento que sólo es concebible a partir de loas y los aplausos.”

    La pregunta es la de siempre: si la crítica no es profesionalizada… ¿qué sentido tiene perder el tiempo en glosar los defectos de una obra? Yo leo mucho tebeo bastante malo, por desgracia. Ya he perdido bastante tiempo como para dedicarle un minuto más, prefiero compartir las buenas sensaciones que me han dado otros tebeos. Ahora bien, si me pagaran por ese tiempo, por criticar todo lo que leo, pues no tendría ningún problema.
    Es posible una crítica de tebeos? Sí, siempre que abandonemos el voluntarismo amateurista.

  2. Carlos
    2010-02-16 23:50

    Hola Álvaro,

    Creo que partimos de parámetros diferentes: para mi la divulgación como tal es mero pregoneo. La divulgación científica es otra cosa, al menos en mi cabeza. Alehop: Los conocimientos que contienen a las ciencias, y esto lo sabrás mejor que yo, no son de, digamos, acceso “público” si no que corresponden a una noción especializada que, habitualmente, funciona en un territorio concreto al cual el conocimiento normalizado por escuelas y tal no llega. A partir de esto, corríjeme si me equivoco, sostengo que en el campo humanista no existe una noción análoga para el término divulgación, excepto en cuanto a mero marketing, como bien apuntas. Si te fijas, los temas y autores en torno a los cuales orbitan las academias humanistas suelen ser temas y autores que tienen un reconocimiento notorio por parte del público masivo o “no especializado”. ¿Podemos encontrar la misma posición en las ciencias? ¿Es posible leer, por ejemplo, a Bolaño (cosa que puede hacer cualquier hijo de vecino) y entender la teoría de cuerdas en lenguaje especializado?

    Tenemos, creo, una serie de nociones narrativas que nos son comunes tanto a los que perdemos tiempo escribiendo sobre tebeos como a los que simplemente los leen. Y, mira tú por donde, esto funciona así a pesar de no contar con una cátedra al respecto.

    Luego, lo que dices del voluntarismo amateurista… No veo por qué debería ser un problema, sobre todo teniendo en cuenta que hay una serie de ideas articuladas en torno al cómic/tebeo que tienen que ver, estrechamente, con lo amateur. Me refiero, por supuesto, a la formación de un autor de tebeos y también a la del lector. Esto está sujeto a revisión, claro, ya sabes que estoy abierto al debate, pero creo que no sacamos nada dedicándonos sólo a hablar de aquello que nos gusta.

    Igualmente, entiendo tu posición de no querer hablar mal de una obra, yo mismo he obviado mentar obras que me han parecido malísimas, pero no comparto la idea de que esto debería estar regido por una noción de profesionalidad. No en un medio eminentemente popular como es el tebeo, que no es sólo popular en cuanto a su consumo si no que, además, también lo es en cuanto a su factura. El interés que yo le veo a la crítica de cómics tiene que ver, precisamente, con esa noción de medio popular que crece y se desarrolla al margen del propio mercado. Ese voluntarismo amateurista, de hecho, es el que ha conducido a cambios y revoluciones en el mercado y la concepción del tebeo, razón por la cual no veo por qué la crítica debería distanciarse de ese proyecto desprofesionalizado, al tiempo que fuera de cualquier cátedra, para poder existir.

  3. Álvaro Pons
    2010-02-18 17:14

    Puede y debe existir una divulgación desde las humanidades. Se pueden dar a conocer autores, obras, se puede hacer una didáctica que no es una mera traslación mercadotécnica, sino que busca dar a conocer lo que está más allá de las estandarizaciones de un mercado que vive de best sellers y rehuye cualquier elemento de disgresión. Hablar de un autor transgresor, descubrirlo a un público danbrownizado es, a mi entender, divulgación. Entiendo como divulgación lo que hace Gombrich, revelando esas claves que no siempre están al alcance de cualquiera. Por desgracia, vivimos en una sociedad de priorización del esfuerzo intelectual nulo que promueve precisamente aquello que es pura deglución mercantilista. No creo, me temo, en que las claves de acceso a esa cultura de humanidades estén al alcance de cualquiera (y, en el caso del cómic, más).

    “ ¿Es posible leer, por ejemplo, a Bolaño (cosa que puede hacer cualquier hijo de vecino) y entender la teoría de cuerdas en lenguaje especializado?”
    Es posible leer a Bolaño, pero hay que descubrirlo y darlo a conocer. Ésa es a mi entender la labor de una divulgación: descubrir que hay más vida que la que marcan las listas de ventas.

    “Tenemos, creo, una serie de nociones narrativas que nos son comunes tanto a los que perdemos tiempo escribiendo sobre tebeos como a los que simplemente los leen. Y, mira tú por donde, esto funciona así a pesar de no contar con una cátedra al respecto.”
    Sí y no. Quizás aquí peco de deformación didáctica por mi profesión, pero cada vez veo más gente que tiene acceso a esas herramientas de comprensión pero no sabe utlizarlas. Y esas nociones narrativas no las entienden: yo me he sorprendido explicando lo que es una elección compositiva, las razones de una imposición rítmica…
    Es posible que el problema, ya digo, sea que entiendo la divulgación como un proceso claramente didáctico (nunca promocional o publicitario, desde luego) y, como tal, con ligazón obvia tanto con las ciencias como con las letras.

    Respecto a la no profesionalización de la crítica y sus implicaciones. Acepto que no es necesaria una profesionalización y que un proyecto amateurista puede ser tan serio (o más, como la práctica demuestra) que uno profesional. Pero no estaba en discusión ese concepto, sino la idea de que “no sacamos nada dedicándonos sólo a hablar de aquello que nos gusta.” Diferenciemos cuestiones y objetivos: Hablar de lo que gusta es una elección que no tiene nada que ver con la evolución de un criterio crítico, a mi entender. La diferencia está en la inversión de tiempo dedicado a escribir y los objetivos que se buscan con esa dedicación. En mi caso, que es el más cercano, me gusta hacer proselitismo del tebeo, me gusta escribir sobre tebeos para compartir mi gozo de leerlos. Intento acercar a la persona que lee a las claves que me han hecho disfrutar un tebeo. Escribir sobre un tebeo que no me gusta me supone un esfuerzo de tiempo que no tiene el objetivo que busco. De hecho, es contrario: lo aleja de los tebeos (¡aunque en este caso, según mi criterio, le haga un favor!). Objetivos frente esfuerzo: no renta. Uno tiene poco tiempo y lo intenta rentabilizar. Pero si ese tiempo tuviera una remuneración, una razón extraordinaria para invertirlo – mercenaria, sí, pero en estos tiempos de hipoteca variable y euribors danzarines, es importante-, no tendría problema en hacer críticas de cualquier tipo. Recuerdo perfectamente los tiempos de EMM o Volumen, donde se debía reseñar lo que tocaba y, en su mayoría eran tebeos terriblemente malos. No es cuestión de estar regido por la profesionalidad, sino de recibir una justificación por lo menos en mi caso para hacerlo. Personalmente, no tengo ningún problema en poner a caer de un burro a una obra que no me gusta. Pero pudiendo dedicar ese tiempo a hablar de otra que sí me ha gustado, prefiero lo segundo.
    Por lo tanto, yo sí que saco escribiendo de lo que me gusta: el objetivo de lograr más lectores para la historieta. Reconozco que es un objetivo utópico y algo infantil, pero mi dedicación a la historieta es puramente pasional y no racional.

    La cuestión a debatir, más allá de las consideraciones personales, es si puede establecerse una crítica articulada y potente sólo desde el amateurismo. Alejada de la cátedra, como tu comentas. Tengo mis dudas: con todos los peros que se le pueda poner al mundo académico, establece unos corpus teóricos que permiten establecer puntos de referencia para la crítica. Si existiera esa base, entiendo que sí se puede articular desde ese amaeturismo. El ejemplo de la literatura es obvio: la red está centralizando la crítica con mucho mayor éxito que la academia, pero con una base establecida anterior que sirve de plataforma, ya sea de destrucción o construcción. En el caso de la historieta, no tenemos ese corpus previo. ¿Se puede construir desde el amateurismo voluntarista de la red? Es posible, no digo, que no, pero recibiría un espaldarazo si desde las universidades se potenciaran las obras de análisis que vayan más allá de unos párrafos en un blog. En cierto modo, creo hay que fomentar la profunda paja mental inútil que caracteriza a la academia porque permite romper la frontera de la improvisación de la red.

  4. Tono
    2010-02-19 13:16

    Yo me limito a instarle que reconsidere la diferencia entre “si no” y “sino”.


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