Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
Lo primero al hacer un balance es agradecer. No sé por qué es así, pero es el único modo que se me ocurre para hacer que el resultado, un pelín negativo, no sea tan, ejem, dañino. O algo. Así que a por ello, por esta regla autoimpuesta, doy las gracias a la buena gente de Libro de Notas, en particular a Alberto, por hospitar a mis neuras y vestir tan bella y discretamente mi labor de juntaletras sobre tebeos. Esto no debería decirlo, pero es la primera vez que en un medio me responden de buen modo a todas mis preguntas y, más aún, me tratan bien a pesar de que soy un pesado. Luego, toca agradecerles a ustedes, que se leen y, muy de vez en cuando, comentan estas cosas que escribo/digo y ayudan a que esto llegue a alguna parte, porque la opinión y el análisis tienen un sólo destino: la discusión.
Dicho esto, debería proceder como ha hecho el resto: Con las putas listas de los cojones. Sí, han leído bien, las putas listas. Ese comportamiento abstruso y harto cargante que a estas alturas del año y del siglo surgen como setas. Un comportamiento imbécil por definición, que trata de resumir las cosas buenas en diez o más nombres y/o títulos que, muchas veces, ocupan un lugar en una lista por mera osmosis para con un entorno que a pesar de su popularidad sigue siendo tan incomprendido como el primer día. Y cuando digo incomprendido lo digo con una mano en el corazón (y la otra en el teléfono, porque si me da un infarto mi novia seguramente no dará cuenta y tendré que llamar a emergencias yo mismo). Por eso me permito comentaros que estoy cansado de leer reflexiones que no llevan a ninguna parte, que carecen de un pie firme como para ser entendidas como reflexiones. Un ejemplo claro es la valorización que se hace del término novela gráfica. Que vale, que es sólo una locución formada por dos vocablos para explicar por qué seguimos leyendo tebeos cuando ya tenemos los huevos negros. Una perdida de tiempo y una perversión del lenguaje, el término. A mi ya me gustaría que fuera sólo una palabra, bueno, más bien dos palabras, pero no: es una herramienta de un medio que siempre ha vivido en crisis, que cuando no eran autorales, de derechos, eran de las otras, para hacerse de un atisbo de respetabilidad en un ámbito donde el respeto hacia los autores no alcanza a seis lustros. Vamos, que a estas alturas no hablamos de tebeos de largo aliento que, lamentablemente, no tenían un palabro, o conjunto de palabros, para ser definidos sino que de cualquier chorrada con lomo. Porque, como si estuvieramos en un medioevo oscuro y gilipollas, necesitamos que los detentores del poder nos den los palabros para definir lo que nos gusta, pero no. Coño, no…
Por eso voy a dejar esto para otra ocasión y voy a retroceder en mis pasos. Voy, de hecho, a a seguir agradeciendo. Gracias a Juaco Vizuete por El Experimento, a Carlos Vermut por Plutón BRB Nero, a Luis Bustos por Endurance, a Esteban Hernández por Suéter, a la gente de Dibbuks por El Manglar, que a pesar del tufillo pedante que a ratos destila y lo cobarde de su selección de tebeos extranjeros mola un montón, a la gente de Público por fichar a Manel Fontdevilla, Mauro Entrialgo y Bernardo Vergara, verdaderos gigantes del humor gráfico, ese medio ridículamente denostado por los tontainas de toda la vida. Gracias a El Jueves por tener una lista de colaboradores que es INCREIBLE: Monteys, Fontdevilla, Entrialgo, Alcázar, Brieva, Mel, Vergara, etc por el mismo precio es acojonante. Gracias a Antonio Altarriba y a Kim por El Arte de Volar, que es uno de los pocos tebeos que a pesar de su carga sentimental ilustra algo muchísimo más grande, que es la memoria histórica y la idea/concepto de patria. Gracias a los chicos de Adobo y a Juarma por haber entendido el punk, gracias a la gente de Argh! por demostrar en los hechos lo que es la profesionalidad y, aunque suelo no estar en absoluto de acuerdo con lo que dice o explica, felicidades a Alvaro Pons quien acaba de cumplir 7 años blogueando sobre tebeos.