El humor es una veta importantísima del quehacer humano al tiempo que es una de las disciplinas más denostadas y peor llevadas. Dicho de otra manera: ¿De verdad alguien tomar en serio a un tío con los calzoncillos arriba de los pantalones y no a la MAD? No estoy seguro de si la analogía es correcta, casi que no lo creo, pero de lo que sí estoy seguro es que hay, puede haber, tres preguntas o cuestionamientos que rondan al humor, que he escuchado y leído incontables veces, y que se me han aparecido de oídas a lo largo de una semana. Y alehop:

Uno. Hace casi nada escuché a un joven espetar a los cuatro vientos que la gracia de la web www.humordederechas.com era, precisamente, hacer gala de ese nombre. Más allá del hecho de que la distinción entre izquierda y derecha en cuanto a política es, más bien, una verbigracia, me pareció sumamente desalentador que una postura políticamente incorrecta pasara por reconocer un subrayado. A partir del fosforito de la web recién mencionada, un joven cree que ha llegado la hora de que la derecha haga humor porque el humor ha sido, según el joven del que les hablo, patrimonio de las izquierdas. Es importante aclarar, llegados a este punto, que aborrezco la posición de abuelo al momento de hablar de según que cosas. Aborrezco, de hecho, tener que referirme a este sujeto como un joven, ya que nada de lo que menciona me resulta de joven si no que, más bien, de un estado de la cultura donde se confunde el título con los contenidos y así hasta que todo se va a tomar por culo. Rafael Reig, uno de los pocos sujetos con cinco dedos de frente en la actualidad cultural que se publica en los periódicos, lo explica mucho mejor: “La política no es el estante de lácteos, lleno de yogures iguales con distinto envase. Se parece más a la charcutería: nadie confunde el jamón con el chopped ni la izquierda con la derecha. Lo que pasa es que nos hemos puesto todos a dieta, nos asustan los sabores fuertes: ahora preferimos jamón light y socialdemocracia. Eso es una “hamburguesa vegetal” (juro que las he visto). Si son vegetarianos, ¿por qué narices quieren que parezca de carne? Como usted dice, por el prestigio, igual que el PSOE dice que es de izquierdas. Pero hay que estar tarado para comprar un jamón hecho con espinacas prensadas y creerse la etiqueta que dice: jamón bio-ibérico verde.” Ya me entienden.

Dos. El otro día, una de las personas más encantadoras e inteligentes que he conocido, viene y me dice que igual lo de la película del Proyecto Nocilla de Agustín Fernández Mallo era en broma. Un chiste, lo que sea, pero de todo menos algo serio. Decía esto porque era una de las pocas maneras de colocarlo que tenía, ya que en serio no podía ser todo eso. Más allá del hecho de que esté de acuerdo respecto a lo que hace Fdéz. Mallo, me ha sorprendido la posibilidad de que el hecho de que en el humor cabe todo no es una cosa mía. O al menos, no es una cosa que se me haya ocurrido a mi. El humor es, en definitiva, ese lugar donde lo puede decir todo, donde todo es formulable y donde todos los pecados de la intelectualidad cobran sentido. Sí señor, en el humor, la honestidad intelectual no es el eje del asunto sino qué, muy por el contrario, se resuelve en cuanto al resultado. El humor, vaya, depende más de las maneras que de las intensiones.

Tres. El jueves pasado me acerqué a la Biblioteca Jaume Fuster para ver qué tenian a bien contar acerca de L’actualitat de l’humor Bruguera unos señores qué, enumerando, eran: Jordi Coll (editor revista Amaníaco), Antonio Pérez “Carrillo” (dibujante de la época dorada de Bruguera), Rafael Cortiella (portadista de la época dorada de Bruguera), Txiki Trepax (comiquero e ilustrador), Jaume Vidal (periodista y comisario de la exposición L’humor de la Bruguera), Xavi Franch (director del CC El Coll que se encuentra en el edificio de la antigua Bruguera) y Xavier Àgueda (dibujante de los cómics de El Listo). Un montón de personas qué, curiosamente, lo único que supieron decir era que L’humor Bruguera era algo acerca del costumbrismo aunque, claro, las tildes las pusieron en ese costumbrismo que se daba cuando la censura había llegado a Bruguera, cuando se había perdido una veta que era capaz de plantear el humor infantil sumamente interesante. Lo curioso no es eso, las pocas ganas de los participantes de la mesa redonda para articular lo que podría ser l’humor Bruguera, sino que lo curioso empieza a ser que alguno de ellos dijera que El Jueves era una revista de actualidad, ergo, no podía ser considerada como aquella revista que tomaba el relevo y, mucho menos, ser tomada como historieta. Siempre bajo una lógica que impedía que El Jueves se enunciara como lo que es: un semanario de humor que abre de la mano del humor satírico, alrededor de un tema concreto que tiene que ver con la actualidad que ocupa unas ocho páginas y que luego, básicamente, desmenuza y analiza nuestra cotidianeidad. No tengo ni puta idea de en qué momento El Jueves pasa a segundo lugar al momento de hablar del estado de la historieta. Igual porque es la revista con tiras más leída de España y la gente supone que una excepción que confirma la regla no tiene interés cuando, en realidad, al momento de fijar los parámetros de una industria es importante ver que la única revista con tebeos que funciona en un mercado de capa caída es una de humor donde la sátira y el custombrismo comparten cartel de una manera sumamente llamativa.

La clave, os lo cuento, es tratar de explicar/explicarme estos tres puntos con tebeos, con lo que rodea a los tebeos. Volveremos sobre ello, un martes de estos. No se lo pierdan.