Libro de notas

Edición LdN
Kliong! por Carlos Acevedo

Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.

Vicio condicionado por la efeméride (III)

León el terrible
Wim T. Schippers y Theo Van Den Boogaard
Tapa dura, 240 páginas a todo color
Ediciones Glénat

No tengo muy claro si Leon el Terrible, desde ahora uno de los grandes egresados de la escuela de Patafísica, es el mejor lanzamiento del mes, de los últimos tres meses o del último año. Tampoco sé si por una tesis acumulativa de este tipo, la obra en sí misma podría ganar terreno en cuanto a sus posibilidades y capacidades porque no hay más que sumergirse en sus páginas para darse cuenta de que, desde donde lo mires, los mecanismos del humor que convoca el volumen son grandes, decimonónicos y profundamente respetados y bien tratados. Ya ven que aún, producto del disfrute recibido, no soy capaz de terminar de colocarlo/acomodarlo en mi cabeza. Por su línea clara deudora de la escuela Franco-Belga, por su humor vasto y grueso y por una prosodia que no tiene nada que envidiar a titanes de la talla de Accidents Polipoétics… Uhm, aunque en viñetas, claro, que vendría a ser la cinética pero ya sabéis como funciona esto de las cosas que hacen click al conectar con un universo que te resulta afín. Qué no, bum. Aunque, vaya, de lo que si que estoy seguro, segurísimo, es de que es una muestra de humorismo gráfico muy bien llevado y mejor ejecutado que todo el mundo debería disfrutar. Creado por Wim T Schippers y Theo Van den Boogaard a fines de los 70’s en los Países Bajos, León el Terrible se erige como un maravilloso catálogo de lo políticamente incorrecto, lo Naif y el despropósito nonsense arropado en la figura de un hombre mayor, el propio Leon, que convoca el caos a su alrededor. Una fuerza de la naturaleza, vamos. Una obra de arte que, perfectamente, podría compartir panteón con Monthy Python’s Flyng Circus, Black Books, Winsor McCay, el Punk bien entendido, El Barón Munchaussen y esto, todo esto, juro que seré capaz de explicarlo. ¡A por él!

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Umbrella Academy 3
Gerard Way y Gabriel Bá
Rústica, 48 páginas a todo color.
Norma Editorial

Una serie que en su primera entrega me hizo reir a carcajadas llega a su fin y yo me pregunto, luego de la lectura, sí es que es un mal día o qué. Cojo la duda, la acomodo y decido que dejar pasar un par de días es lo suyo. Y vuelvo a acometer, esta vez con un volumen detrás del otro. Y no, tampoco. El tercer volumen sigue sin despertarme nada. Supongo que es porque la primera entrega sigue teniendo elementos excepcionales que apuntan maneras y que, para mi desgracia, se diluyen a medida que avanza el relato. O soy yo que tengo las expectavivas muy altas o Way no sabe mantener el ritmo o es que, derechamente, el hombre que canta para gente que se tapa un ojo con el flequillo no está preparado para mantener/urdir obras de largo aliento. No, al menos, con los retruécanos que tendría alguien, cualquiera, realmente interesado en contar una historia. Es que ni el avanzar es tan divertido ni las situaciones son igual de hilarantes ni la excusa está lo suficientemente bien montada, generada o construida. A Way, con perdón, le falta un hervor. O dos. Aunque tiene a su favor el hecho de que ha sabido llevar al cómic contemporáneo el problema de las seriales actuales de TV: TODO radica en los problemas paternofiliales porque la línea de flotación son los padres. Aish.

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Marvel: 1985
Mark Millar y Tommy Lee Edwards
Grapa de toda la vida, 48 páginas.
Panini Comics

Vamos a ver, Millar es bueno. De los mejores de su (de)generación y, como ya se ve, es un sujeto que la mayor cosa que ha hecho en su vida ha sido leer tebeos y que, claro, sabe como explotar de la mejor forma posible las características del formato. Millar, ya lo he dicho, es uno de mis autores favoritos y por eso, por darle un margen de dudas no serio sino realista para con mis sentimientos de fanboy venido a menos vamos a entender el cierre de 1985 como un ejercicio de Nostalgia de un admirador de la Marvel que pasa por un filtro similar al de Amblin sus manias y obsesiones. Pero no se preocupen, oigan, que esto es un bonito ejercicio de Nostalgia teniendo en cuenta que Millar lo que quería hacer con esta idea era una fotonovela y que las nociones cinéticas casi nulas de Tommy Lee Edwards dan correcta lectura a esta noción primaria. Que el balance da positivo, sí.

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Suéter
Esteban Hernández
Libro cartoné, 96 págs., color.
Planeta de Agostini

Estupentástica primera incursión en el catálogo de Planeta de Agostini del jóven autor español Esteban Hernández, a quien podemos ver también en su fanzine Usted . No miento cuando digo que el costumbrismo me tiene harto ni tampoco cuando me asumo como entusiasta del curro del susodicho precisamente por su manera de tratar el costumbrismo. En efecto, Suéter da con esta clave de forma precisa y con un grafismo de un color muy vivo, además de lograr derribar, de alguna manera, algunos mitos alrededor del uso y de la disposición de los trastornos psicológicos. Una pieza más en la elaboración de una carrera que dará mucho, muchísimo que hablar. Ya se los probaré, sí.

Carlos Acevedo | 14 de julio de 2009

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