Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
El volumen Y se me presentó en forma de Bestia, editado en Perú por Ediciones Contracultura, compila y reúne distintos trabajos de Pérez-Ruibal cuya única constante es, al parecer, la urgencia y el grito, la visceralidad que tan bien le cae al usuario de fanzines y de música con guitarras con distorsión y bla ble blí, condimentando la conjunción de colaboraciones con la denuncia constante y alguna que otra paráfrasis amorosa. Dicho volumen, en general, tiene una especie de matriz general o genérica que tiene más que ver con una búsqueda estética que con la manifestación de una estética. Esto queda claro al notar que Pérez-Ruibal, sin dejar lugar a dudas, es deudor de la estética y de las maneras del underground americano, con Robert Crumb a la cabeza, lo que explicaría inclusive su inclusión en el Slice of life, recordándonos también a los exégetas de Robert Crumb como Joe Matt, sobre todo tomando en cuenta la mutación constante de la tipología del grafismo con el que Pérez-Ruibal acota su anecdotario y en el tono de las historias en las que expone con un talento bastante embriagador aventuras en su Lima natal. Aventuras sin finales felices donde las putas y los alcoholes, la fiesta, cobran la posición de eje que sólo decae, hasta casi desaparecer completamente, al aventurarse en las constantes de las relaciones familiares y la vida en pareja. Y es justo ese el momento donde —a razón del cambio de tercio— pierde fuerza y tino porque, aish, la sentencia de Rulfo se ha ampliado y a estas alturas, donde todo está a pocos pasos de la multimedialidad, la Precariedad Agropecuaria es el eje de cualquier discurso creativo y latinoamericano. Aunque supongo que a Pérez-Ruibal esto se la trae floja, porque su hablar tiene que ver con las tripas; de ahí, diría, sus febriles ilustraciones de un horror vacui muy bien llevado y sus escatológicas viñetas, porque estoy seguro que la forma de bestia no es otra cosa que el paisaje interno, su paisaje interno. Y a este respecto, tomando en cuenta la urgencia de su obra, no me queda duda alguna al admitir que tendremos que seguirle la pista.