Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
27° Salón del Cómic de Barcelona
Hace unos cinco o seis años paseaba por Buenos Aires cuando vi una discusión muy álgida entre un hombre y una mujer. No sé si por una cosa relativa a la resaca, el “nomeimportismo” gregario o qué, decidí mediar la discusión ante lo cual el macho de la situación espetó, con un tono centroamericano o así, un “Tú, a tus cosas”. Me demoré poco en entender que la cosa iba de líos de pareja en público y ya y seguí mi camino. Me fui de allí pensando que la frase que me ponía en mi lugar podía ser, según como se mire, un lema. “Tú, a tus cosas” es la matriz de la lógica que seguí al organizarme para asistir al pasado Salón del Comic de Barcelona, que cierra la persiana al tiempo que redacto esto, y es el principal motivo de que para mí la visita estuviera sesgada por lo que son mis intereses. Me he perdido infinidad de cosas interesantes, pero asumo, soy optimista en eso, que ya tocará cubrirlo como corresponde; pero esta vez, al ser la primera, decidí hacer como hace un visitante de a pie, directamente y sin monsergas “a mis cosas”.
Luego, al siguiente día, me pasé por la mesa redonda organizada por APIC que llevaba por nombre ¿Quién critica a los críticos? De ella formaban parte Koldo Azpitarte, Toni Guiral, y Álvaro Pons, supeditados a la moderación del ilustrador y dibujante Horacio Altuna. Una mesa redonda que, para servidor, contaba con todos los números para ser una cosa de bien, para ver gente liándose a hostias por defender una idea de Crítica. Porque para mí es de perogrullo que Walter Benjamin tiene razón y que el que no pueda tomar partido debe callar. Pero no, no ha sido así. Nadie ha tomado partido a excepción de uno de los asistentes, y, luego de desviar mucho rato la conversación entre la inexistencia de la crítica producto de una industria inexistente —que ya me dirás tú si las arcas miden la calidad de una industria— y si borrar o no los comentarios de los blogs, los asistentes nos vimos sumidos en la ponderación de conceptos acomodaticios como sensibilidad o mensaje y la separación entre red social y crítica, aludiendo a la internet y a la validez de lo que se dice en la misma. Bla ble blí. La mesa casi se cerró con Horacio Altuna, moderador del evento, diciendo que para él la crítica no era gran cosa. Que no le importaba mayormente porque él era un Autor, entendiendo que un autor es aquel que intenta que su obra nutra al lector. La pregunta, obviamente, cambia el cause de la conferencia y se transforma en la siguiente ¿Por qué modera una mesa sobre la crítica un Autor que se asume como impermeable a la misma? No lo sé. Tampoco lo entiendo. Pero esta pregunta habla sobre lo poco nutritiva que fue la mesa en sí misma. Suerte que entre el público estaba Pepo Pérez para dar con algunas ideas bastante claras y concisas. Realmente agradezco su presencia y sus contrapuntos, porque entre la gente pidiendo que el tebeo fuera concebido como Alta Cultura (sic), así como una Cahiers Du Cinema del tebeo (sic), las intervenciones de Pepo fueron realmente interesantes ante una mesa obstinada en asumir que la crítica de tebeos no existe mientras intentan homologarla con la del Cine o la de la Literatura. No sé si es cosa mia, aunque Constantino Bertolo y el reciente altercado entre Boyero y Almodóvar parecen darme la razón, pero esa crítica, ese modelo decimonónico, ya está muerto y enterrado. La Crítica a día de hoy es simplemente publicidad para según que tipo de obras, para según que tipo de lectores ansiosos de acuñar nuevos términos para pasarse de listos. Y no, señores, la función de la Crítica no es esa. Ni de coña.
Al parecer, tanto los asistentes como los responsables de la mesa han olvidado que la figura del crítico en general, en todas las áreas, ha mutado desde su función hasta su interlocutor. No sé qué tipo de satisfacción te otorga hablar sólo de las cosas que te gustan, como dice hacer la triada de dicha mesa redonda. Tampoco entiendo el porqué de la imposibilidad de ir gestando nexos y patrones comunes, jerarquías y demás puntos en común para hablar de los tebeos. Juro que no lo entiendo, por que me parece que la única apuesta razonable es, como decía Pepo Pérez, la del Crítico como detector de la Calidad Intrínseca de las obras y para eso, sí, sirve el conocimiento de muchas áreas pero no como único marco plausible sino como ampliación del campo de batalla. Porque, repito, quién no pueda tomar partido debe callar. Volveremos sobre ello en un futuro no muy lejano. En serio, lo juro.
En efecto, como señala Josep Maria Berenguer en el teaser que hemos visto, nadie, en estos tiempos nuestros, está dispuesto a pagar por la posibilidad de que un autor aprenda lo que provoca que casos como el de Josep Maria Beà o de los titanes de Bruguera sean casi imposibles, motivo por el cual hoy son vistos como idílicos a pesar de lo que comportaba llevar a buen puerto ese curro. Pero de ahí a creer que la creación en la independencia —nadie censura un fanzine— sea sólo un medio para algo mayor hay un largo trecho. Si el curro es bueno, bueno de verdad, verás como sucede que tu fanzines se retapan y re-editan, de hecho se les pone un lomo para que luzcan mejor. Miren lo que ha pasado con Dinero de Miguel Brieva y con el Fanzine Enfermo. Ese es el ejemplo a seguir, sin duda.
Y de ahí también, de la ausencia de expectativas, es que la mirada hacia atrás de lo que fue el Salón, incluyendo su Palmarés, es positiva. Es un paseo que puede ser de lo más divertido, aunque encuentres poco, muy poco, que no puedas tener en las librerías del ramo, aunque los debates no consientan mayores realces, aunque la entrada al stand de Planeta parezca un paso aduanero del 2001 post 9/11 y aunque Argh! haya perdido el premio a la mejor revista. Qué todo parece indicar que volveremos a dejarnos caer por ahí, sí.
1 Raúl Minchinela, Los príncipes valientes