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Kliong! por Carlos Acevedo

Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.

Lo que tiene el dejar la solteria

Funny Misshapen Body: A Memoir, Jeffrey Brown

Durante el primer mes de esta columna intentamos, a grosso modo, de dar con las claves que nos propone el tebeo autobiográfico usando a Jeffrey Brown como eje. El problema es que algo se nos movió, dejando bastante claro que las posibilidades de ubicar un objeto cultural en su contexto terminan siempre detonando lo anécdotico, ultrajando al eje hasta hacerlo abandonar dicha condición.

Dicho esto, y luego de haberme zampado hace muy poco la obra completa de Jeffrey Brown, su última obra, Funny Misshapen Body: A Memoir, me ha parecido sumamente redundante. No sólo porque retrata algunas de las miserias que en el pasado ya ha llevado a las viñetas, aunque con nuevos enfoques, sino porque la épica del artista me resulta, personalmente, realmente difícil de llevar. Aunque, claro, tampoco es que su nuevo tocho vaya sólo de eso. Es más, lo podríamos tomar como una especie de tebeo coming-on-age porque retrata fielmente, todo lo fiel que puede ser la memoria, lo que le ha llevado a dibujar, cómo dispone de los cuadros y en que momento exacto lo de hacer tebeillos sin bocetear se vuelve su principal ambición.

En efecto, aquí no van a encontrar culebrones ni desencuentros amorosos como filón a explotar, ni tampoco un alto nivel de autoparodia, que la hay, sino simplemente verán como se desarrolla, tanto física como moralmente, la vida de un hombre ya talludito que desde muy pequeño siempre quizo hacer tebeos, que aprendió a dibujar con los superhéroes de la marvel y que por no dejar de dibujar decide estudiar artes plásticas y ahí, vaya, el epicentro de todos sus problemas. Aunque, y esto no es nada menor, también el de todas las posibles soluciones ya que, claro, tampoco es que todo hayan sido pérdidas. En varias partes del volumen, cuya separación por capítulos es de corpus meramente anecdótico 1, Jeffrey Brown expone que su propia vida se ve condicionada a partir del consumo de cierto tipo de tebeos y que desde allí, desde esa tienda de tebeos donde descubre a Dan Clowes, a Charles Burns y a Chris Ware, hasta que les conoce personalmente, todo es un despistar sus ansias de pequeño, y por ello la obra que tenemos entre las manos, esta pieza industrial, no es ni más ni menos que una especie de oda hacia el mundo de la autoedición y del trabajo sin freno, poniendo sobre cualquier alcance estilístico la labor del artesano y esto, en tiempos de productos inmediatos y faltos de chicha, se agradece mucho. Aunque no sepamos si tanta redundancia vale la pena a la hora de darle forma a un símbolo.

Formato: 320 páginas, tapa blanda. (6.9 × 5 × 0.8 inches )
Editorial: Touchstone (April 7, 2009)

1 ¡El Editor!¡El Editor!

Carlos Acevedo | 21 de abril de 2009

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