Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
El punkismo es, de alguna manera, el súmum de la estética por imitación. Es también, al mismo tiempo, la novedad en la re-lectura de una obra y la imposibilidad de llevarla a cabo en los márgenes de un original. El punk es, digamos, un remake que no respeta al 100% las fuentes, pero, ejem, no producto de un discurso estético ni de la rigurosidad de un trasvase sino de cierta incapacidad que tiende a disfrazarse de visceralidad. El grupo neoyorkino The Ramones es el ejemplo perfecto de esto porque en realidad, querían hacer canciones de amor en The—Brian—Wilson—Way—Of—Life™ pero sin misticismo. Eloy Fernández Porta apunta lo siguiente:“La verdadera cultura pop —Disney, Spielberg— es idealista y moralista; el punk es su contrafigura. No diga: «El punk ha degenerado en pantomimas como Green Day»; diga: «Milli Vanilli prueban que el punk sigue existiendo»” 1. Y ante esto, queda poco que agregar. Pero, claro, aquí hemos venido a hablar de tebeos.
La relación directa de los tebeos y el punk tiene que ver con el Do It Yourself© y esto, ejem, es así de toda la vida. El palabro Punk tiene que ver, según Legs McNeil, con ”las borracheras, las cosas desagradables, la inteligencia sin pretensiones, el absurdo, las cosas divertidas, irónicas, y todo lo que hiciera referencia a la parte más oscura del individuo” 2. Otra vez nos hemos quedado con poco y nada que agregar, salvo el hecho de que el punkismo se ha degenerado y se ha ido alejando tanto de la inteligencia como de la ironía, al menos en su funcionamiento por parte de quienes tienden a ponerse la camiseta con una ‘a’ dentro de un círculo. Siguiendo la definición de McNeil a rajatabla, el punk es hoy a primera hora una respuesta directa —tanto a nivel conceptual como a nivel de resolución— a la pregunta que Frank Zappa planteara hace la tira: Does humor belong in Music?. La respuesta — afirmativa, por supuesto— la vamos a centrar en dos experiencias, una anglófona y otra hispanoparlante. La anglófona se la agenciaremos, por sobrados motivos, a The Residents, banda presuntamente norteamericana que ha llevado el No-Estoy™ de Debord hasta las últimas consecuencias, existiendo sólo como obra de arte integral y conceptual. La contrapartida hispanoparlante la encarnará, por supuesto, la banda gallega Siniestro Total liderada por Julián Hernández. La arbitrariedad de nuestra elección cuenta con dos razones fundamentales con nombre de obra: Freak Show por un lado, el anglófono, y La Historia del Blues por el otro, el hispanoparlante, ambos sendos tebeos de creación colectiva que apuntalan y desarrollan las canciones de discos conceptuales. La pregunta, vaya, cambia y parece situarse en un terreno que nos puede, si somos capaces, llevar a un terreno de lo más fértil. ¿Qué clase de características le permiten al tebeo como formato completar la supuesta inmaterialidad de la música?
Podríamos volver al principio pero no creo que sea necesario ya que la respuesta es más bien simple: las posibilidades de la narrativa del tebeo son mucho más efectivas que las de la música. Vale, esto es fácil, mucho muy fácil; incluso podemos decir que como conclusión es de cajón. Aunque, ejem, esto no se acaba aquí. Cuando llamamos a Freak Show y a La Historia del Blues como ejemplos no es simplemente para decir que, en realidad, el tebeo puede contar mucho más que la música porque, por supuesto, podría ser falso. Al contrario que en la literatura pura y dura, tanto en la música como en el tebeo podemos encontrar narraciones condicionadas por más de un factor, es decir: así como en el tebeo se mezclan imágenes y palabras ordenadas con viñetas mediante, en la música puede haber una armonía que acompañe o no al texto, pero lo importante es que aún así podría provocar una serie de tildes y estructuras nada menores dando así una impresión narrativa más completa. Vale, entonces, ¿por qué decidimos usar estos dos ejemplos? Porque en los proyectos de estos dos colectivos musicales que sudan mainstream 3 —en su género, claro— , la luz definitiva llega a través del apoyo de una serie de autores de tebeo que complementan la unión musical del proyecto desarrollando estas historias con una única función: la de llevar las Claves de Continuidad Conceptual a otro nivel. Un nivel que es el suyo propio donde, surfeando en los límites del formato y la capacidad de narrar un evento dado en su propio estilo o paisaje, pueden proceder a crear obras que se sostienen en sí mismas y que, a su vez, se complementan hábilmente con la obra musical. Esto, evidentemente, contiene y sostiene algo más. Sí, algo más. Aunque un poco aguafiestas. De todas maneras, es sabido que es menester recibir de muy buen cuerpo las malas noticias. Uhm. En realidad no es una mala noticia, es más bien un secreto que, vaya, parece que haya estado muy bien guardado: la transmedialidad funciona no sólo gracias a internet ni desde internet sino desde hace al menos dos décadas; gracias a talentos conjuntos en función o en pos de una obra, de un concepto y, vaya, de la capacidad de los encargados de llevar hasta el máximo de sus posibilidades cualquier Obra. Redundando, que es gerundio. Este caso es particular, por cierto, porque estos chistes multimediáticos y transmediáticos absolutamente disfrutables y profundamentes críticos que hemos visitado, desarrollan festejan y le dan vuelos a ‘las borracheras, las cosas desagradables, la inteligencia sin pretensiones, el absurdo, las cosas divertidas, irónicas, y todo lo que hiciera referencia a la parte más oscura del individuo’.
Esto cuando el Punk está bien entendido, claro y sobretodo cuando el trasvase implica lo que siempre debería implicar: explorar las virtudes y los límites de cada uno de los soportes en los que se pretende trabajar porque no todo se sostiene en el texto. No la maravilla, al menos. Eso sí que no.
The Residents: Freak Show1 Fernández Porta, Eloy. Afterpop. La literatura de la implosión mediatica. Editorial Berenice, Barcelona, 2007. (pp. 84)
2 McNeil, Legs y McCain, Gillian. Por favor Mátame. La Historia Oral del Punk. Discos Crudos, Bilbao, 2006. (pp. 287)
3 «Por un lado está la cultura oficial: Bach, Beethoven y todo lo que sale en las enciclopedias. Por otro, está la vida normal: Mortadelo y Filemón, la tele, el caos total. Y, paralelamente, la cultura marginal: las galerías de arte, las vanguardias… La gran paradoja es que, en realidad, la cultura marginal es mentira. Por ejemplo, ¿te imaginas a John Zorn en TV? Jamás, pero dentro de la música vanguardista, ¡es popularísimo! ¡Todo el mundo le adora! Se ha creado una especie de underground oficial, un mainstream del underground (risas)» Pascal Comelade en El Mundo
Nota: El título está robado vilmente de la página 83 de “¡Zap!: Caos, capitalismo y televisión” de Mike Ibáñez editado por Futura Ediciones, en la ciudad de Barcelona mientras transcurría el meridiano de la década de los noventa.