1. Hace un año o así, Mauro Entrialgo proponía en su tira diaria para el diario Público que en la ‘Realidad Alternativa 3456’ las historietas son La Cultura, así, con mayúsculas. Entonces, en la Realidad Alternativa 3456 el lema no era, al momento de reconducir cualquier conversación acerca de La Cultura —así con mayúsculas—, Literatura Uber Alles sino que era Tebeos Uber Alles, por ello las novelas que eran casi tan buenas en calidad como las historietas se editaban como los álbumes de Asterix y recibían el nombre de “Historietas Palábricas”.

2. Espero estemos de acuerdo en que el cine sirve sólo para decir y ejecutar chorradas, lo que es igual a decir que no hay mayor profundidad en el cine. Vale, entonces la pregunta de Rigor, a poco de haberse estrenado la versión a 24 cuadros por segundo de Watchmen, parece ser: ¿Por qué el cine mainstream para sobrevivir tiene que ir tirando de tebeos? ¿Son los tebeos chorradas? Claro, como cualquier cosa simplificada y exportada a un soporte o contexto que, en rigor, no contiene ni dispone de las características que permitan que una obra se pueda apreciar tal y cual ha sido concebida por el autor.

3. Giorgio Agamben, probablemente el único filósofo Italiano con interés en estos días nuestros, nos dice que contemporáneo es aquel sujeto capaz de ver y sobrellevar la oscuridad de su época, conduciendo los supuestos que conforman El Tiempo™ a una lógica que por simple regla de tres, despejar la equis y todo eso, deviene y se sostiene como crítica. No se trata de de pesimismo, se trata de saber ubicar bien las glorias pasadas y las estupendas proyecciones futuras en un presente que tiende a carecer de algo que signifique algo más que un acontecer. Ante esto, o con esto ya claro, cabe subrayar que al mirar la cultura y por ende la civilización —o al menos su ramificación industrial— estamos, en general, varios pasos por detrás de lo que plantea Agamben debido a que las únicas manifestaciones culturales que responden a esto son las de segunda o tercera clase, las mal adjetivadas como bajas, y que contamos con la asepsia de una academia que anula gran parte de las proyecciones que pudiesen realizarse a partir de la supuesta inconsciencia de sus lectores o consumidores; en este proceso se esconde un margen de libertad que permite mentarlo prácticamente todo. Es por eso que la única manera real de explicar nuestro acontecer en estos tiempos nuestros es mediante la cultura pop y que, como nos enseñaría Lichenstein, no hay nada más contemporáneo que los tebeos viejos.

4. Gerard Jones, en su estupentástico libro MEN OF TOMORROW: Geeks, Gangsters and the birth of te Comic Book, rompe un par de mitos elaborando y corroborando otro. Los tebeos no son arte de dulces palomitas sino que funcionan y se desarrollan en un entorno de lo más turbio y peligroso. Aquí no hay inocencia y todo parece estar condicionado por la avaricia y la gesta, por ende, carece de heroísmo y riesgo. Los Tebeos son, como todo, una industria que ha invertido gran parte de sus fuerzas en generar, establecer y rendir pleitesía a sus propios mitos.

5. En una entrevista otorgada al diario El País, el académico George Steiner decía que Shakespeare, luego de leer una versión en viñetas de su Hamlet habría caído en la cuenta de que sí, que probablemente su obra fuese demasiado larga. Maticemos: el tebeo bien llevado y mejor producido logra un poder de síntesis que no necesita de explicaciones ni monsergas. La visceralidad, uno de los palabros favoritos del crítico de a pie, de la narrativa gráfica es muchísimo más potente de lo que puede parecer a simple vista. Así como una imagen dice más que mil palabras, una onomatopeya puede referir el desenlace de una situación sin mediar silencios.

6. Hacia 1948 Geoffrey Gorer decía que el pueblo norteamericano estaba contaminado o conformado por tres manifestaciones culturales claras qué, para bien o para mal, devenían en folklore. ¿Cuáles son estas tres manifestaciones? Pues, la verdad, es bastante simple: Las tiras cómicas editadas en los periódicos, el cine y las elecciones presidenciales. De estas tres, el tebeo es el único medio que consigue su valoración académica sólo luego de pasada demasiada agua bajo el puente, al tiempo que se vuelve parte importante, e incluso fundamental de las otras dos. Obama, en realidad, lo único que anhelaba con la presidencia era salir en un tebeo de Spider Man.

7. Si bien es cierto estamos en un período o proceso histórico de lo más variopinto sólo comparable, en parte, a la revolución industrial, la verdad es que la crítica cultural parece estar dando sus últimos coletazos, convirtiéndose así en un ente que parece servir únicamente para publicitar determinado tipo de productos. El hecho de que una importante porción de la crítica cultural criada bajo el alero del Sheriff McLuhan base su accionar en la articulación reivindicativa del espectro de la sociedad ocupado por los fanboys, no hace otra cosa que dejarnos muy en claro que, en realidad, somos poco más que imbéciles con Visa. Siendo que para todo lo otro tienes a Mastercard esto no puede ser menos que insultante.

8. En una entrevista otorgada a El País con motivo de la salida al mercado de Imbécil y Desnudo, Rubén Lardín mencionaba que el término Novela Gráfica era “un eufemismo muy útil para la gente a la que le da vergüenza decir que lee tebeos”.

9. Harvey Kurtzman, quizá el referente cultural más importante del siglo pasado para los letrados de en de veras, supo flirtear el Comic Code de un modo que en su propia anacronía no deja de ser encantador. Inclusive adelantándose a los hechos. Mientras los tebeos de género resultaban prohibidos y los contenidos se veían seriamente deteriorados por una normativa que basaba su accionar en pos de la moral y las buenas costumbres, este hombre de bien y del amor provocaba un salto a la sátira que permitiría, desde la trinchera y con los mismos talentos que crecieron y se desarrollaron de la mano de la EC, el desarrollo y el nacimiento del cómic Underground, demostrando desde la cabecera de Mad que mediante los tebeos se podía decir TODO.

10. Con el aliciente de que en el periodismo los escritores ya no existen, el tebeo pasa a ser el último bastión de la cultura popular, el último lugar donde se evoluciona y se siguen produciendo, a diario, diversas y excitantes innovaciones a su propio lenguaje. El conflicto nace dentro del espectro de la crítica cultural colegiada y académica, ya que tiende a ubicar esto como un problema y no, vaya, como una virtud. La crítica, como ya hemos visto también en la literatura, desconoce la popularidad de un elemento y opta por condenar a el intríngulis lingüístico al más alto de sus escalones, obviando así las virtudes del soporte, en este particular caso, de las viñetas.