Por qué la gente hace las cosas qué hace. Ésa es la pregunta que se hace Lucía Caro, bien como publicista, como profesora, como investigadora sobre la identidad digital o como mera observadora de tu cesta de la compra en la cola del súper. Pero en Cosecha de Vértigos se centrará el día 2 de cada mes en analizar fenómenos comunicativos en el contexto de la web social. Lo del título promete explicarlo un mes de estos.
«Porque tu [sic] no eres menos que yo #SiNoTeSiguenYoTeSigo»
(María José Besora)
Llegamos al final de esta etapa y no me resigno a dejar escapar en esta columna una mención a la filosofía del ‘si me sigues, te sigo’, una idea llevaba contradictoriamente al paroxismo por la inefable María José Besora, modelo y ex miss España. Por suerte, la exministra María Antonia Trujillo la ha estado liando en Twitter estos días —lo cual tiene mérito, considerando que su cuenta tiene candadito—. Ha dicho muchas cosas la exministra de las rememoradas Keli Finder, me quedaré aquí con la menor quizá, pero la más interesante a mis fines —pidiendo disculpas de antemano por la descontextualizacion interesada—; y es que no todos los días admite un tuitero/a tan claramente la importancia del número de seguidores como indicador de relevancia y estatus en esta red.
Hace unos días decía María Antonia Trujillo desde su cuenta de Twitter, en el marco de un acalorado debate en torno a la lengua catalana:
A tenor de los comentarios que me fui encontrando en Twitter ese día, parece ser que las palabras de la ex ministra encontraron poca comprensión. Y sin embargo, pese a lo desafortunado de la expresión, la idea plantea preguntas interesantes: cuando el número de réplicas a un comentario supera tu capacidad para gestionarlas ‘en directo’ y tu objetivo es efectivamente debatir e influir sobre la red ¿cuál debe ser el criterio de selección? ¿Sólo el criterio del interés de la réplica?
Es decir, si queremos sostener un debate que alcance a muchos usuarios, que tenga capacidad de influencia ¿no es el número de seguidores de un usuario un indicador —muy imperfecto, por supuesto— de su capacidad de transmisión a grupos más amplios? Planteo estas preguntas sin una respuesta clara y a partir de la asunción de que efectivamente la señora Trujillo tenía la intención de sostener un debate abierto —algo que, por otra parte, podría ser incoherente con la decisión de mantener su cuenta como privada—.
Las palabras de Trujillo me sirven como contrapunto de lo que María José Besora denominó «#SiNoTeSiguenYoTeSigo un movimiento pacífico […]» Dando así una vuelta de tuerca un tanto lastimosa a la búsqueda de simetría en la vinculación entre usuarios en Twitter, en tanto que Besora da por hecho en la etiqueta que no te sigue nadie —¡pobreee!— pero ella viene a resolver esta injusticia, guarda cuidados. Como ha explicado en múltiples ocasiones desde su cuenta en Twitter, Besora plantea el hecho de devolver el follow como una cuestión básica de educación y casi un hecho moral, de reconocimiento de la existencia del otro. Dentro de su estrategia de gestión de su identidad personal profesional en Twitter —de eficacia, cuanto menos, cuestionable— esta especie de filosofía de todo a cien que proclama que si no te sigue nadie, aquí estoy yo y en este gesto reconozco tu valía personal; ha logrado algo verdaderamente llamativo: invertir los términos característicos del fenómeno de la celebridad. Pese a contar con la cobertura mediática previa en los medios de comunicación masivos, Besora es seguida por menos usuarios de aquellos a los que ella sigue en Twitter —19.995 seguidos frente a 16.105 seguidores—.
Al margen del peculiar caso de la ex miss España, este tipo de prédicas en torno a la simetría de la vinculación como una cuestión de educación, consideración hacia el otro, etc., en una plataforma expresamente diseñada para permitir el ejercicio de la asimetría en el vínculo no deja de sorprenderme. La no reciprocidad forzosa es una característica central y diferencial de esta plataforma frente a otras redes como Facebook; permite a los miembros de la red definir con mayor libertad sus relaciones, al mismo tiempo que funcionan como un valioso heurístico para detectar cuáles son los nodos centrales dentro de cada comunidad, quién ostenta mayor autoridad y ha provocado formas más o menos expresas de reconocimiento y apegos diversos. Es, en definitiva, un indicador de las relaciones de poder en estos espacios.
Frente al discurso de la reciprocidad y la horizontalidad de la autoridad e influencia en las redes, quizá sea hora ya de reconocer cómo espacios como Twitter reproducen las asimetrías de poder preexistentes en el mundo no virtual. Como ha señalado recientemente Ruth Page en un estudio sobre la función de los hashtags en esta red, si bien es cierto que Internet ha permitido la emergencia de nuevos actores en la opinión pública como las microcelebridades y los curadores de contenido, las prácticas asociadas a la microcelebridad en esta plataforma funcionan dentro de un continuo de relaciones y prácticas sociales que refleja y refuerza las jerarquías sociales y económicas existentes en el ámbito no digital (2012: 184).
El caso de Besora es realmente excepcional, puesto que la regla es que las personas que ostentan poder offline vean ese poder reconocido online en forma de visibilidad mediada y capacidad de difusión informativa, entre otros modos. Cambiamos de medio pero traemos con nosotros nuestro bagaje social y cultural. Aunque desafortunada en las formas, me quedo con la sinceridad brutal de la ex ministra: no puedo seguir a 19.000 personas, ni responder a 100 comentarios en una hora y encuentro infinitamente más honesto este reconocimiento que la construcción de audiencias forzadas por una política en la gestión del vínculo donde prima la reciprocidad sobre el interés real de la conversación que generan sus participantes.
2014-01-04 13:59
En “existe en la base de tu crítica una aceptación de la superficialidad del hombre” me refiero a lo siguiente:
En tu post tomas partido por una forma de gestionar vínculos en twitter, entendiéndola como más coherente con la propia filosofía de esta red social que da libertad al usuario a la hora de usar sus relaciones. Al tiempo, criticas la artificial fórmula usada por la ex miss para forzar su popularidad revelando una patética e impotente capacidad de influencia.
A mi todo eso me parece bien, bueno en realidad ni bien ni mal.. no me siento con motivación suficiente para dedicar un minuto a valorar cuál puede ser la mejor tendencia de uso de twitter, ya vengan ésta de una ineficiente ex ministra o de una (hasta que te leí, desconocida para mi) ex- miss de España.
En realidad, mi comentario sobre tu post tiene una raiz más profunda y se refiere más a lo que no dices que a lo que dices. Aunque absolutamente legítimo, hablar con detalle de los recovecos de la futil superficie de twitter indica que aceptas de facto algo que se permea en la propia red social: fomento de valores de superficialidad en las relaciones personales. Twitter no solo es una herramienta de comunicación, es mucho mas que un canal de transmisión de ideas, en su propio diseño existe una inmadura necesidad pre-adolescente: “Eres alguien solo si eres popular (al estilo de la más cutre high school musical)”
La ausencia de foco en los valores que subyacen a la necesiad por parte de una persona en tener 19.000 seguidores… le parece a este retorcido lector de tu post que implica una legitimación de dichos valores.
“…admite un tuitero/a tan claramente la importancia del número de seguidores como indicador de relevancia y estatus en esta red”La mera descripción de la realidad y su estudio sin adentrarse a desenmascarar algunas podridas raíces ¿no es aceptación?. A veces me parece que por un lento acostumbramiento todos actuamos como si no viviéramos en un contexto social de cada vez más superficiales valores. En el que cada vez hay menos pudor en expresar y legitimar como inevitables conceptos de “popularidad” y “estatus en la red”, como si fueran inquietudes sanas en el desarrollo personal y social.
Y es que Lucía, el ser humano no es libre..necesitamos heurísticos congénitos para soportar el terrible gasto energético que conlleva gestionar nuestras complejas relaciones sociales. Pero esto a la vez nos resta libertad ya que nos hace esclavos de nuestros prejuicios y sesgos.
Desde hace décadas inventamos nuevos y divertidos heurísticos 2.0 casi aleatoriamente y con una finalidad exclusivamente comercial (no te voy linkear hacia la cotización de twitter en bolsa). Los observamos como parte de la realidad, o parte de nuestro trabajo.. como quien oye llover. Con aceptación.
Resulta estimulante e interesante leerte.
Un abrazo.
Mario
2014-01-06 11:35
Hola, Mario. Quizá esta sea la columna más liviana que he escrito en ‘Libro de Notas’, pero ya que me planteas que te interesa profundizar en el tema y no entretenerte en los casos que cuento —que a mí me divirtió relatar, la verdad—, entro a ello.
En primer lugar no creo que no abordar un tema desde una determinada perspectiva implique un apoyo por mi parte a nada. Yo expreso mi disconformidad con el discurso del “si me sigues te sigo” en una plataforma que no está pensada para eso. Para quien busque una garantía del vínculo recíproco ya está Facebook, por ejemplo. Pero más allá de esta idea, no he mostrado mi conformidad con nada más en este artículo. ¿Que las redes son una pérdida de tiempo? ¿un trabajo que hacemos gratuitamente para las propias plataformas? Sin duda son temas relevantes, pero no pretendía abordarlos en esta columna.
En segundo lugar, tampoco el tema me parece tan superficial, al final cuestiones como qué significa tener un determinado número de seguidores, quién te menciona o tu capacidad para generar respuesta en otros usuarios, tiene la importancia que la comunidad de usuarios quiera darle y, en cualquier caso, no están sino construyendo indicadores equivalentes a los que funcionan en el mundo no virtual: estatus, autoridad, influencia, etc. La preocupación por la popularidad o el estatus no ha nacido con las redes sociales digitales ni morirá con ellas…¿Que lo que sucede en el mundo no presencial no es comparable con la realidad presencial? Depende. Si me hablas de las consecuencias del disparo de una bala de átomos en comparación con una bala de bits, obviamente no. Pero ese es un ejemplo bastante extremo. Dice el teorema de Thomas que toda situación que es percibida como real acaba siendo real en sus consecuencias. Por ejemplo: ¿es real la influencia de Twitter o Facebook sobre la opinión pública? Sin duda lo es para muchos periodistas y directores/as de sección que deciden qué van a contarnos los medios, y es muy real el tráfico de visitas que estas plataformas les traen a sus webs de información.
Saludos,
Lucía
2014-01-08 18:09
Hola Lucia. Empiezo por pedirte disculpas. En primer lugar porque no debí prejuzgar sobre algo que no has dicho, y en segundo lugar porque hubiera sido menos antipático por mi parte basar mi comentario sobre lo que si dices en tu post, en vez de aprovechar la ocasión para hablar de … de lo que tenía ganas de hablar.
Me alteran estas fiestas asi que releyendome.. rectifico avergonzado y como penitencia prometo contar los años a partir del dia de hoy (estoy tomandome mis 12 uvas a media noche) y que sea mi firme propósito para este año nuevo…el ser un tipo mas normal ;-)
Ahora bien, aprovechando que con mi desliz si entraste un poco (porfin) en “el tema” con tu contestación, me apetece comentar algunas cosas al respecto:
Si creo en que existe un paralelismo entre los status de influencia en internet y el mundo “físico”. Porque en realidad es una falacia que existan dos mundos distintos, es el mismo mundo, lo que cambian son los canales de comunicación y la forma de interpretar la información que recibimos. Y tienes toda la razón en considerar que no es un tema superficial, como tampoco fue superficial el efecto que tuvo la aparición en la sociedad que conocemos la aparición de los grandes medios de comunicación de masas. Internet es una increíble herramienta que sigue cambiando el mundo y el estudio de cómo lo hace es interesante y hasta cierto punto fascinante.
Ahora bien.. lo que yo digo, lo que yo intentaba torpemente colar a destiempo en mi comentario.. es que echo de menos el pensamiento crítico en todas estas reflexiones.
Abunda el análisis frío de la realidad al respecto de estas nuevas relaciones de influencia que se van generando entre usuarios y como las plataformas condicionan dichas relaciones. Hablamos de como funciona el coche y de como son las normas de circulación, pero hablamos poco de lo que supone para nuestras vidas un coche. El ejemplo es malo porque conducir no es especialmente algo negativo. Obviar esa reflexión mas profunda es… tirar para adelante y autocomplacerse por no pensar, es a lo que me referia con la desafortnada expresión de pragmatismo-onanista (aunque la verdad me rio al volver a leerlo)
La cuestión no es moral, en realiad no tengo ningún referente moral. Y tampoco es por inmovilismo tecnológico (me apasiona cualquier avance tecnológico y adoro la ciencia).
En realidad creo que las redes sociales mas allá de una herramienta de comunicación y de generación de una nueva “cultura global”…tienen un efecto multiplicador de modos de vida superficiales basados en dar valor a las personas por lo que aparentan ser y no por lo que son.
Un altavoz para el famoseo más cutre. Un potencial publicitario que da pánico en un mundo que se agota en recursos. Un tremendo motor de adoctrinamiento de opinión y estilos de vida.. en una inmesa masa de personas.. (muy influienciables a mi juicio).
¿Que eso siempre ha existido?, si. ¿Que es algo imparable? Supongo que es irremediable.
Pero por dios.. un poco de escepticismo habra en algun lugar.. jeje ¿no?. No creo que pueda ponerse puertas al campo.. pero nadie parece opinar de todo esto?.
Enfin Lucia, releyendome de nuevo me siento poco confiado en cumplir mi porposito para el nuevo año. Aun asi.. deseo que el tuyo este lleno de exitos. Gracias de nuevo por contestar.
Un abrazo.
Mario