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Computacion creativa y otros sueños por Francisco Serradilla

Francisco Serradilla es poeta y doctor en Informática. Su línea principal de investigación se refiere al desarrollo de Softbots (Robots Software) y Agentes Inteligentes en Internet. Ha colaborado abundamentemente con Almacén como articulista. Computación creativa y otros sueños se publicará los 25 de cada mes.

El largo camino hacia la libertad informática

Los sistemas propietarios

Cuando comencé en esto de la informática, el mercado estaba dominado por soluciones propietarias. Los fabricantes de ordenadores vendían el hardware junto con un sistema operativo propio (en muchos casos absolutamente burdo) y, si podían, incluso con la aplicación hecha a medida para el cliente. Este es el punto de partida de este artículo: el modelo más esclavizante de mercado informático, al que las empresas que lo profesaban se aferraron ferozmente frente a los nuevos vientos. Un sistema completo costaba entre 5 y 10 millones de pesetas de la época.

Como en los sistemas absolutistas, los tres poderes de la informática (hardware, sistema operativo y aplicaciones) estaban en manos de una sola organización.

La independencia de poderes

En 1981 surgió un nuevo modelo que cambiaría el mundo: comercializar de modo independiente el hardware, el sistema operativo y los programas, siendo cada uno fabricado por diferentes empresas. Los impulsores de este modelo fueron IBM y Microsoft, con el PC compatible y el MS-DOS. En aquella época, empresas como Apple o NCR se mantuvieron firmes en el modelo antiguo. Y perdieron. Y el resultado del nuevo modelo fue un abaratamiento del producto completo porque se había incrementado enormemente la competencia entre compañías. Ahora uno podía comprar el hardware a decenas de fabricantes diferentes y montar sobre éste sistemas operativos de tres o cuatro desarrolladores.

Pero el software seguía siendo caro.

Sobre el año 1983, sustentado por la posibilidad de distribución electrónica (vía modem –con las BBS–, o vía Internet –FTP en aquella época–), surgió una nueva idea de comercialización del software, el shareware. Particulares que habían desarrollado un programa para sus propios fines pensaron que éste podía ser útil a otros usuarios, así que permitieron que el programa pudiera utilizarse de modo más o menos gratuito, a veces arrancando con una pantalla de aviso (nag-screen) que desaparecía si uno pagaba unos cuantos dólares al autor. De lo contrario se mantenía el molesto aviso, e incluso algunas veces (pocas) el programa dejaba de funcionar al cabo de unas semanas.

Más adelante la idea de shareware evolucionó, dando lugar al menos a tres categorías básicas: el freeware, el shareware propiamente dicho (y diversas variedades del mismo como el postalware o el adware), y los trials o versiones de prueba de programas comerciales.

Software Libre: más allá del freeware

Pero el freeware, a pesar de ser una propuesta interesante, puso de manifiesto un problema, especialmente cuando los ordenadores pasaron de ser objetos independientes y comenzaron a conectarse masivamente en red: un programa gratuito puede esconder funcionalidades “ocultas”, que permitan, por ejemplo, que el programa recabe información confidencial del usuario y la envíe por la red, o quizá que envíe spam desde la máquina huésped a miles de destinatarios, etc. Tras esta idea aparecen o se desarrollan nuevos conceptos como spyware, malware, troyanos, etc. Surge por tanto la idea de poder inspeccionar qué está haciendo realmente un programa, y para ello lo mejor es disponer del código fuente del mismo.

Junto con lo anterior, también surge la idea de que una comunidad de usuarios (eso sí, altamente tecnificados) podría, en caso de disponer del código fuente, modificarlo y adaptarlo a sus propias necesidades, es más, si estos usuarios / programadores ponen a su vez a disposición de la comunidad el código fuente modificado estarían posibilitando que nuevos usuarios mejorasen el producto, quizá a un ritmo tan acelerado que las compañías tradicionales no pudieran competir en calidad y creatividad.

Para dar soporte a estas ideas, sobre el año 1984 surge un nuevo modelo de licencia, la GNU Public License, que constituye el siguiente paso hacia la libertad. Este nuevo tipo de software se denominó software libre, y en la actualidad no sólo goza de buena salud, sino que en muchos ámbitos comienza a desplazar al software tradicional.

Naturalmente (y este es quizá uno de sus puntos débiles) la mayoría de los usuarios no posee los conocimientos suficientes (ni quizá el tiempo) como para involucrarse en el proceso de desarrollo, y consideran erróneamente que el software libre no es más que un cierto tipo de software gratuito que pueden usar a su antojo y provecho. Bueno, de hecho el software libre no tiene ni siquiera que ser gratuito, aunque en la práctica (casi) nadie paga por él, y menos en un contexto social como el español en el que la filantropía es como mucho un concepto que explica algunos acontecimientos históricos remotos.

A mi juicio, el concepto más importante del software libre es la obligatoriedad de poner a disposición de la comunidad el código fuente obtenido tras cualquier modificación y distribución de un programa libre. Ello hace que las empresas de desarrollo tradicionales queden virtualmente fuera del proceso, ya que para ellas el código fuente es su capital más importante. De hecho los propios programadores del mundo GNU hablan de “software vírico”, porque utilizar un fragmento de código libre “contagia” nuestro programa, de modo que también, automáticamente, se convierte en software libre.

Por ese motivo consideré en el polémico artículo GNU o el nuevo comunismo que el software libre respondía a una de las ideas motrices del comunismo: “la tierra, para el que la trabaja”, actualizada a nuestros tiempos, es decir, “el software, para el que lo trabaja”.

(continuará)

Francisco Serradilla | 25 de octubre de 2006

Comentarios

  1. Cayetano
    2006-10-25 17:55

    Interesante. Esta historia empezó, más o menos, con este mensaje de Richard Stallman en Usenet. 1983. En el resto de asuntos me remito a estos comentarios. Por suerte es cierto que en muchos ámbitos (servidores) el software de código abierto está desplazando al propietario.


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