Francisco Serradilla es poeta y doctor en Informática. Su línea principal de investigación se refiere al desarrollo de Softbots (Robots Software) y Agentes Inteligentes en Internet. Ha colaborado abundamentemente con Almacén como articulista. Computación creativa y otros sueños se publicará los 25 de cada mes.
Cualquiera que trabaje en el sector conoce la dinámica de contratación de profesionales de la informática en España. No vamos a señalar a nadie, porque todos saben cuáles son esas empresas, o al menos las más evidentes. Se hacen llamar “consultoras”, un término eufemístico que sustituye al que utilizan los que en ellas se emplean: “las cárnicas”.
Son empresas que obligan a ir de traje y que contratan al peso a cualquiera que tenga un baño suficiente de programación como para no llamar la atención de los clientes. Porque estas empresas no son más que intermediarias, esa gran afición española, que contratan al “chico con baño de programación”, aunque sea con un curso de 400 horas, y lo colocan, quintuplicando su valor, en el “cliente final”.
Hasta hace unos años era casi imposible escapar a la influencia de las consultoras. En un contexto normativo que complica enormemente la creación y administración de empresas, las pequeñas iniciativas lo tenían muy complicado, por no decir imposible.
Sin embargo, algo cambió. El desarrollo del mercado de aplicaciones móviles y las stores de Apple y Google han permitido que los desarrolladores puedan de manera muy simple publicar sus ideas de modo independiente. El auge de la Red también ha permitido, a un coste algo mayor, la puesta en marcha de ideas novedosas con una cierta (probablemente pequeña) probabilidad de éxito. El impulso desde ciertos sectores de la Universidad y desde algunas empresas que comienzan a cambiar de enfoque anima a cada vez más estudiantes a “intentarlo por su cuenta”. Tengan o no éxito, obtienen de esta fase de su vida una enseñanza valiosísima para su desarrollo profesional posterior.
Y algunas empresas cambian porque nuestros ingenieros se estaban yendo al extranjero, donde pagan mucho mejor y donde, aún más importante, el trabajo del informático es mucho más interesante y reconocido, en forma y fondo.
Las consultoras empiezan a estar un poco desesperadas porque no encuentran personal, y el que encuentran es cada vez menos cualificado. Y se preguntan, ¿por qué? Lo que han conseguido tras décadas de esfuerzo se denomina “matar a la gallina de los huevos de oro”.
Así que cada uno de nosotros está tomando partido. Cada empresario, cada estudiante, cada investigador universitario, selecciona en qué lado quiere estar, y eso tiene enormes consecuencias a medio plazo. En el nuevo enfoque, el ingeniero informático ya no es “un contratado para hacer lo que yo diga”, sino que forma parte de la toma de decisiones, se torna en constituyente de las nacientes nuevas empresas. Innova.
El resultado es que en el momento actual no hay ya un sector, sino dos: el caduco, explotador, poco tecnológico y trajeado mundo de las consultoras, por un lado; y el innovador, emprendedor, cualificado y flexible mundo del nuevo orden, por otro.
¿A cuál perteneces tú?
Nota: este artículo fue publicado previamente en el blog Think Big
2013-10-25 15:28
Aquí tenemos otras orillas realmente peculiares
2013-10-25 15:55
Al que me dejen.
2013-10-25 16:53
Si puedo opinar al respecto, creo que no hay dos orillas.
Hay un gran continente llamado Consultoria y un archipielago con cuatro islas llamados freelance.
Si tuvieras que vender un gran producto con empaque, donde el coste de tal es elevado para una empresa media, dime tú… si yendo por tu cuenta una empresa te va a tener en cuenta.
No te van ni a mirar a la cara, buscan grandes empresas que se adapten a sus necesidades.
2013-10-25 21:57
Néstor: hay consultoras, freelances y pequeñas empresas. Por lo que veo en mi entorno, las pequeñas empresas están empezando a tener más opciones desde el momento es que las consultoras no encuentran carne fresca.
Y hay un ámbito en el que no encuentran carne fresca que me atañe de cerca: la programación en iOS. Cuando no hay opción, a las grandes no les queda más remedio que subcontratar. Es una oportunidad que no sé si cambiará las cosas o no. El tiempo lo dirá.