Francisco Serradilla es poeta y doctor en Informática. Su línea principal de investigación se refiere al desarrollo de Softbots (Robots Software) y Agentes Inteligentes en Internet. Ha colaborado abundamentemente con Almacén como articulista. Computación creativa y otros sueños se publicará los 25 de cada mes.
Hace aproximadamente un año Marcos Taracido escribía Cómo acabar de una vez por todas con la Cultura. En el artículo manifestaba una serie de problemas, absurdos y deficiencias en el sistema educativo desde su experiencia de profesor de Lengua y Literatura.
Y hay quien piensa que las grandes perjudicadas por las últimas modas educativas son las humanidades, que lo son, pero hoy voy a hablar de la Tecnología, esa flamante incorporación al curriculum aprovechando esas horas ganadas a las humanidades.
Hace poco mi hijo, en tercero de ESO, tenía que memorizar una lista interminable de plásticos, con su tipología, constitución, propiedades y aplicaciones. Y claro, a un chico de catorce años le cuesta memorizar cosas como polietilenos, poliésteres saturados, poliestirenos, polivinilos, polipropilenos, fenoles, aminas, resinas de poliéster, resinas epoxi, cauchos, neoprenos, poliuretanos y siliconas, (asuntos que todos los adultos conocemos y dominamos, ¿verdad?) y no digamos ya sus propiedades y aplicaciones.
Comentando el asunto con un amigo, Carlos, profesor como Taracido de Lengua y Literatura, éste los llamó con enorme sabiduría los godoplásticos, es decir, el equivalente actual a lo que en nuestra época fue la lista de los reyes godos.
Pero ¿realmente es eso la tecnología, un conjunto interminable de nombres esotéricos y sus propiedades? ¿En qué niño despertará la vocación tecnológica si su contacto primero con la supuesta “tecnología” son los godoplásticos?
Me parece increíble que el diseño curricular de una asignatura como Tecnología haya terminado en eso. De la infinidad de posibles experiencias creativas que se podrían ofrecer a los chicos, como por ejemplo construir robots con Lego Mindstorms, que no en vano nació de un proyecto pedagógico del Instituto de Tecnología de Massachussets, se ha optado por la memorización de plásticos.
Con estas reflexiones en mente, me topé con un video de Michio Kaku (físico especializado en divulgación científica) en el que dice lo siguiente:
Curiosamente, afirma que “estamos aplastando la curiosidad de los niños” y se refiere justamente a la memorización de hechos y cifras. ¡Caramba, parece que no es sólo en nuestra querida España existen los godoplásticos!
Así la hija de Kaku, como seguramente harán nuestros estudiantes, se pregunta: ¿por qué a alguien le gustaría convertirse en un científico?
Y en efecto, estas innovaciones educativas en secundaria ya se están reflejando en la universidad: producen un descenso brutal en las matrículas en las carreras de ciencias e ingeniería.
Y el problema va más allá; en reacción a una ESO descafeinada, o quizá directamente por iniciativa del lobby editorial para vender más y más libros de texto cada año, estamos asistiendo a una tremenda inflación en los temarios y a un detalle exagerado en los contenidos. Si la cultura es lo que queda cuando todo lo demás se ha olvidado, parece que no estamos dejando lugar a la cultura con tanto dato concreto y particular. Cosas como la comprensión lectora o la creatividad son mucho más importantes que la memorización de los detalles: el conocimiento es como una percha an la que se van colgando los nuevos datos, y esa percha tiene que ser simple y sólida. Pero si todo son datos, no hay donde colgarlos.
Así que, si queremos arruinar vocaciones, dejémoslas en manos de esas grandes mentes (sean quienes sean) que diseñan un sistema educativo plagado de godoplásticos.
2011-12-30 20:48
Adjunto un enlace que trata del mismo asunto. El problema no sólo es la forma de enseñar ciencias, sino la forma de enseñar.
http://www.youtube.com/watch?v=AZ3JmuaUrxs
2012-01-13 14:02
Un video fantástico, Paul.
2012-01-17 13:18
Cuando daba clases particulares, un niño me preguntó que porqué me gustaban tanto las matemáticas. Me sorprendió mucho porque no era consciente de que me gustasen las matemáticas.
Entonces me di cuenta de que son el fundamento de la física, la química y en consecuencia de las ingenierías. Y como veía las aplicaciones de las matemáticas, me gustaban más y las explicaba con más entusiasmo.
Pero en el colegio e incluso en los primeros años de la universidad, no te cuentan para qué sirven las matemáticas. Es otro “rollo” más, no tanto un “godoplástico”, pero un trámite para pasar de curso y un trauma para muchos niñ@s.
2012-10-31 10:36
He llegado aquí por un comentario en el blog de Pseudópodo. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Creo que la asignatura de tecnología estaba bien en su planteamiento porque trataba de acercar el conocimiento científico a través de sus aplicaciones tecnológicas. Sin embargo, pienso que ha sido peor el remedio que la enfermedad. Yo creo que lo que ocurre es que lo actuales profesores de tecnología tampoco saben ciencia como par ver más allá de lo que a ellos les enseñaron y les cuesta montar experiencias realmente significativas para los críos. Antes no había que memorizar los ‘godoplásticos’, cierto, pero memorizábamos la ley de Ohm y hacíamos un montón de circuitos sobre el papel, de modo mecánico, sin haber visto un circuito jamás. Después llega la hora de preparar las clases y resulta que montar un laboratorio es trabajosísimo. Es mucho más fácil dar una lista de plásticos que hacer un experimento para medir determinadas propiedades de los plásticos, por ejemplo. Quizás hayamos cambiado los contenidos, pero no las formas.
Otros se toman en serio lo de que la asignatura sea práctica pero la plantean como si fuera una clase de manualidades, de nuevo, porque no hay tradición científica. Y es difícil romper el círculo. Ah, y el Lego Mindstorms es genial pero su precio es prohibitivo. Yo he empezado a usar Arduino con el que se pueden hacer también cosillas interesantes. He empezado yo en mi casa, quiero decir. Cuando daba clase de tecnología en un colegio privado no concebían que hubiese que gastar dinero para montar un taller/laboratorio y acababa pagando yo el material de mi bolsillo. Este es otro problema, la burocracia y/o los gestores de los centros no ayudan nada a que haya medios para hacer clases decentes. Después se invierte un pastón en pizarras digitales para hacer lo mismo que se hacía con la tiza. En fin.
Lo peor es que la memorización aporta muchos beneficios y no debería ser desterrada de las escuelas. Pero desde luego las clases de ciencia no deberían basarse en ella.