Ingredientes: 2 onzas de realidad, 1 onza de ficción, 4 gotas de ironía, 1 pizca de mala leche.
Preparación: Mezclar todos los ingredientes en el procesador de textos y servir adornado con signos de puntuación. Puede completarse con ginebra, vodka, tequila…
Tras la barra cada viernes Concha Mayo, nacida en Barcelona, escritora y fotógrafa ocasional.
Jaime tomó el recibo del parking y condujo su BMW hasta la calle, acompañado únicamente por el perfume de Laura enroscado en su cuello.
Laura se demoraba en la habitación del hotel que acababan de compartir, tratando de eliminar en su cuerpo las huellas de aquella explosión hormonal que, como una mala gaseosa, había tardado escasos minutos en desbravarse.
Con la toga puesta y visto desde el banquillo de los acusados, Jaime parecía más atractivo.
Suspiró. Se atusó el pelo y salió de la habitación.
Tras varios meses y recursos, la sentencia había sido favorable. Se sentía aliviada. “No era un mal abogado, después de todo.” Se dijo.
Jaime llegó al despacho minutos después y colocó el expediente de Laura en la pila de casos cerrados. Dando también por concluido su pacto semanal de encuentros furtivos que nunca sobrepasarían los límites de las sábanas ni del secreto profesional.