Ingredientes: 2 onzas de realidad, 1 onza de ficción, 4 gotas de ironía, 1 pizca de mala leche.
Preparación: Mezclar todos los ingredientes en el procesador de textos y servir adornado con signos de puntuación. Puede completarse con ginebra, vodka, tequila…
Tras la barra cada viernes Concha Mayo, nacida en Barcelona, escritora y fotógrafa ocasional.
“..Nada es verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira.”
En la lengua inglesa, el color azul (blue) indica también un estado de ánimo: la tristeza. Quizá es porque va ligado al color del agua, al de la lluvia, que según la mitología griega eran las lágrimas de Zeus.
Blues es también es un estilo musical dominado por voces negras.
Pero el que más llama mi atención es el empleo del color azul para referirse a un género cinematográfico: las blue movies que, en contra de lo que podría pensar más de un castellano hablante, no son películas tristes sino eróticas o “verdes”, que es como las hemos llamado aquí toda la vida. Pero no verde REPSOL, que de un tiempo a esta parte intenta convencernos de que la extracción de crudo y su transformación son procesos ecológicos que velan por el medio ambiente. Hace unos años, ser verde a partir de cierta edad tenía más que ver con las blue movies que con las petroquímicas o con Greenpeace.
Pero volviendo al azul… Ser azul en lo político también tiene su significado; como el ser verde o rojo, color también del amor pasional. Pero ¡que nadie se emocione si su extracto bancario está en números rojos! No es una declaración de amor del director de la oficina bancaria, sino un claro síntoma de que la cosa esta negra.
Paradojas de los colores.
Yo prefiero no pensarlo demasiado. No me apetece ponerme azul, ya que en mi lengua materna sería más grave que en inglés. Y cuando mi ánimo anda flojo abro una botella de vino y me sirvo una copa.
Eso sí, importante no superar esta dosis para seguir viendo la botella medio llena… y la vida de color rosa.
Aunque te pongan verde.